César Lumbreras

Sánchez y las sequías

La Razón
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«Y vuelta la burra al trigo», como decía un profesor que tuve en el bachillerato. Sánchez ha vuelto a tropezar en la misma piedra y en Bruselas estas cosas, ni se entienden, y, lo que es más grave de cara al futuro, ni se perdonan. Si el actual líder del PSOE ya no era de fiar, ahora lo es menos todavía. El cambio de posición de este partido, cuya presidenta es Cristina Narbona, en relación con el CETA, el acuerdo más que comercial entre la UE y Canadá, ha sentado muy mal en la capital comunitaria. Ha olido a cuerno quemado. Se lo dejó bien claro su correligionario, el francés Moscovici, un comisario socialista con mucho peso en la capital comunitaria, a Sánchez. Y es que los socialistas españoles se van a abstener cuando se debata este asunto a finales de mes. En Bruselas todavía se acuerdan, cuando en la época anterior como líder del PSOE, Pedro se saltó a la torera el acuerdo entre populares y socialistas para repartirse las presidencias de la Comisión y del Parlamento, en función de los resultados obtenidos por los dos partidos en las últimas elecciones europeas. «No es de fiar, no es de fiar», dijeron entonces los líderes europeos y también en los despachos de la Comisión; ahora lo vuelven a repetir. Mala tarjeta de presentación, por lo tanto, de Sánchez en esta su segunda etapa, que coincide además con un período de sequía muy grave, que va a poner de manifiesto las tensiones internas tanto en el PSOE como en el PP en materia de política de aguas. Estamos ante uno de los problemas más importantes de esta legislatura, en el que los dos grupos políticos deberán retratarse. Y otro tanto se puede decir de lo que se denomina sequía demográfica. Los últimos datos que se acaban de conocer son de todo menos alentadores. La situación se agrava por los desequilibrios en la distribución entre zonas urbanas y rurales. Es otro de los retos de esta legislatura para Sánchez, Rajoy y los demás.