Enfermedades

Perros detectores de epilepsia

Investigadores de la Universidad de Alicante buscan qué sustancias detectan los perros para percibir las crisis con el fin de facilitar los procesos de adiestramiento

UNA AMISTAD. Tom y Goya, durante uno de los juegos que forman parte del entrenamiento diario que requiere el adiestramiento del perro
UNA AMISTAD. Tom y Goya, durante uno de los juegos que forman parte del entrenamiento diario que requiere el adiestramiento del perrolarazon

Investigadores de la Universidad de Alicante buscan qué sustancias detectan los perros para percibir las crisis con el fin de facilitar los procesos de adiestramiento

Cuando Goya, una perrita mestiza especializada en la detección de enfermedades, entró en la vida de Fabanne cambió su vida y la de su hijo Tom. El pequeño tiene nueva años y padece el síndrome de Dravet, también conocido como epilepsia mioclónica grave de la infancia. Tom y Goya forman parte de un estudio pionero de detección de crisis de epilepsia con perros, puesto en marcha por la Universidad de Alicante, cuyo objetivo es facilitar el día a día de estas familias. Tom no es el único. En España, cerca de 400.000 personas sufren epilepsia, por lo que «proyectos de este tipo ayudan a mejorar la autonomía, independencia y calidad de vida de más de 700.000 personas –entre pacientes y familiares– que conviven con esta enfermedad», explica Carmen Carretón, responsable del estudio.

Todo comenzó hace un año, cuando Carretón acudió al centro de Adiestradores Caninos en Alicante (ACEA) para entrenar a su perro. Allí conoció esta posibilidad. «Como profesora en la Universidad de Alicante, me pareció muy interesante promover un estudio de investigación científica para localizar qué sustancia detecta realmente el perro. Con esta idea se puso en marcha el proyecto». Existen muchos estudios científicos, sobre todo desarrollados en Estados Unidos, que muestran que los animales de compañía reducen las arritmias cardiacas y la frecuencia de las crisis, factores relacionados con la muerte súbita en epilepsia, pero como apunta la responsable del estudio, todavía no existen datos que demuestren qué sustancia o sustancias presentes en los fluidos corporales de un paciente detecta un perro para anticiparse al ataque.

Tras doce meses de investigación, y gracias al trabajo realizado por un equipo multidisciplinar –compuesto por científicos de diferentes disciplinas y expertos en adistestramiento canino– los investigadores han conseguido reducir los tiempos de detección de una posible crisis epilepsica entre ocho y 15 minutos. Esta reducción en los tiempos «proporciona una mayor calidad de vida tanto para el paciente como para la familia. Ya que tras el aviso del perro, los tutores cuentan con el tiempo suficiente para evitar golpes, caídas y colocar al paciente en una posición y lugar seguro» afirma Carretón.

La repercusión social del proyecto es inmensa. Como cuenta Miguel Martínez, adiestrador canino de ACEA «el teléfono no para de sonar. Son muchas las familias que se están interesando por esta nueva herramienta de detección de crisis de epilepsia». Entre ellas, la de Fabienne Dusart, de origen belga y residente desde hace15 años en la localidad alicantina de Busot. «Cuando ves a tu hijo caerse cada día poniendo en peligro su vida, y alguien te cuenta que hay un proyecto que puede ayudar a evitar esa situación, no lo piensas dos veces y decides probar suerte», cuenta Fabienne.

El proceso de adiestramiento de un perro de detección médica comienza con la selección del can –debe ser de tamaño medio– y de la familia –que es elegida tras someterse a un proceso de selección supervisado por psicólogos–. Una vez han sido seleccionados, paciente y perro, comienza el adiestramiento que tiene una duración media de un año. A continuación, se procede a realizar una extracción de la sustancia que el paciente segrega en las crisis epilépticas, con la que se impregnan los juguetes y la comida del can, para que éste pueda crear una asociación de ideas. De este modo, cuando el perro huele el cambio bioquímico que se produce en una crisis epiléptica puede avisar del ataque con antelación. Cómo precisa Miguel Martínez, «las primeras detecciones tienen lugar tras siete u ocho meses de entrenamiento, y la efectividad alcanza el 80%».

Un logro por el que las familias están dispuestas a luchar a pesar del largo y complejo proceso por el que deben pasar. Y es que este proyecto requiere «una dedicación total», recuerda Fabianne.

Por otro lado, Victor de Ron, adiestrador del centro madrileño Roncescan, recuerda que «el perro es una herramienta más, no podemos dejar toda la responsabilidad sobre el animal. Por ello, es tan importante trabajar a diario los ejercicios que los adiestradores facilitamos a las familias para que el perro no pierda las cualidades detectoras adquiridas».

En este sentido, Fabienne reconoce que las familias necesitan una ayuda extra para poder compaginar las tareas diarias con la plena dedicación que los canes necesitan en este largo y sacrificado proceso de adiestramiento. No obstante, reconoce que la ayuda que estos perros ofrecen es inmensa: «Es mucho más que una herramienta para controlar las crisis de epilepsia. Para Tom, Goya es como tener un hermano pequeño. Además de poder controlar sus crisis, es mucho más feliz desde que el perro llegó a nuestras vidas».