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Soluciones frente a egos

Soluciones frente a egos
Soluciones frente a egoslarazon

La sociedad avanza y demanda que la clase política resuelva sus desvelos y sitúe en el plano de las ideas sus principales retos vitales. Este encargo tácito de los ciudadanos que se produce con su apoyo en las urnas a los diferentes proyectos políticos está siendo traicionado con demasiada frecuencia y ligereza por aquellos que ostentan los liderazgos de esos partidos. Entramos de lleno en una fase en la que las principales siglas de la política española miran hacia adentro, para resolver la cuestión orgánica, de liderazgos, ideas, proyectos y compromisos con nuestros vecinos.

El Partido Popular está en ese plano y con cohesión interna analiza los diferentes caminos para acompasar su ritmo con el de la sociedad. Las ponencias que se están presentando para nuestro Congreso Nacional, como la social que adelantó recientemente Javier Maroto en Valencia, estudian cuestiones como la redistribución de la riqueza; la creación de un empleo de calidad; el papel de la familia en nuestra sociedad; la igualdad salarial entre hombres y mujeres; la conciliación laboral; el futuro de las pensiones o la inmigración y la violencia de género, entre otras cuestiones.

Son temas que forman parte de los problemas diarios de los españoles. Y desde la Comunidad Valenciana el partido ha presentado enmiendas sobre la custodia compartida o la definición de las competencias delegadas en asuntos sociales porque se están derivando a los ayuntamientos responsabilidades sin que se acompañe una línea presupuestaria para desempeñarlas con eficacia.

Este debate enriquece la vida interna de los partidos y contribuye a que no se produzca un estancamiento pero no es una moneda de cambio habitual en el debate interno del resto de partidos. Si analizamos lo que está sucediendo en el PSOE cualquiera se da cuenta de que ni Patxi López ni Pedro Sánchez están contribuyendo a que los socialistas afronten esa identificación con la realidad social. Es un mero pulso personalista donde se confronta el modo de proceder de la actual jerarquía del partido y si se da o no un giro hacia el asamblearismo.

Y Susana Díaz, mientras, está utilizando una táctica de dilación en la presentación de su proyecto que, una vez más, es personalista. El socialismo español está en un debate de liderazgo y no de conformación de una oferta política moderna para los españoles. Acercarse más o menos a Podemos en sus postulados es lo máximo que vamos a escuchar en el plano de las ideas en el próximo congreso federal de una formación que debería tener vocación de gobierno y que ahora no está en ese registro.

Si hablamos de Podemos, su devenir también se adentra en los personalismos. Si eres de Íñigo Errejón o de Pablo Iglesias. Sus enfados y discusiones continuas, incluso dentro del Parlamento nacional, captan la atención de sus fieles pero no aportan nada al conjunto de España. Establecer una propuesta algo más moderada o defender el postulado fundacional de Podemos que es “la calle es mía” están en el centro de estas disensiones que han dinamitado también las diferentes marcas autonómicas y locales de esta formación populista.

Ni siquiera Ciudadanos parece escapar de esta vorágine de egos malentendidos que asola a la clase política española hoy en día. Albert Rivera ha laminado cualquier intento de divergencia interna ante el aluvión de críticas por el proceso de elección interna de sus cuadros de mando. Ese esfuerzo por fortalecer el proyecto tan personificado en el político catalán ha negado cualquier otro proceso de diálogo sobre las necesidades de los ciudadanos en materia social, económica, cultural, sanitaria o educativa.

El caso de Rivera es, además, digno de estudio. Ha pasado meses enteros –en el periodo de incertidumbre sobre la configuración del Gobierno– centrando el debate en la limitación de mandatos a un máximo de dos. Era una forma más de intentar desviar el debate sobre lo que de verdad importa: los españoles. Y ahora no se sonroja cuando él mismo acaba de ser elegido como presidente de Ciudadanos para desempeñar un tercer mandato de forma consecutiva. Plena incoherencia eso de intentar imponer al rival lo que no se aplica uno mismo.

Es por ello que el Partido Popular se presenta ante la sociedad como la centralidad en la política. No por los conceptos abstractos de izquierda, derecha y centro, sino porque las personas están en el centro de sus objetivos. Ninguno de los líderes regionales del PP o con responsabilidades orgánicas está inmerso en luchas caínitas y nominalistas. Todos son noticia por propuestas que tienen su origen en problemáticas sociales y para las que persiguen una solución.

El único debate y fuente de alguna disensión en el PP está pues causado por las distintas ópticas que tengan las personas que lo integran a la hora de buscar esas mejoras y eso sí contribuye a la mejora y avance de nuestro país y no al mantenimiento del “statu quo” de una formación en particular.