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Una jaula de grillos

Una jaula de grillos
Una jaula de grilloslarazon

Lo advertimos al día siguiente de las elecciones de mayo de 2015 y, desgraciadamente, se ha cumplido. El consenso y la cohabitación de proyectos políticos al frente de una Administración es posible siempre y cuando se trate de formaciones con amplia raigambre democrática y con la moderación por bandera. No es factible, por contra, cuando alguno o varios de los socios tienen objetivos rupturistas, nacionalistas o escorados ideológicamente hacia el extremo y la radicalidad como sucede en la Comunidad Valenciana.

Puig, Oltra y Montiel cumplían todos los requisitos para que el pacto de perdedores entre PSOE, Compromís y Podemos fracasara con estrépito. ¡Y vaya si lo está haciendo! Mediada la legislatura las grietas del Pacto del Botánico que alumbró el bipartito que gobierna en la Generalitat, con el apoyo parlamentario de la formación de Pablo Iglesias, se han agrandado y ponen en riesgo el bienestar de los ciudadanos.

El PPCV, que ganó las elecciones, siempre ha ofrecido su mano al PSOE para dotar de estabilidad a decisiones trascendentales que debe abordar el Ejecutivo autonómico. El juego político, sin embargo, ha primado sobre los intereses de los valencianos y el único nexo del tripartito ha sido el acoso a los populares y el espíritu revisionista de sus dos décadas de gestión.

El resultado empieza a emerger y se materializa en la parálisis legislativa, la merma de libertades, la falta de impulso de la economía y en los decretazos para transformar la educación y convertirla en un banco de pruebas nacionalista. Los encontronazos en el pacto de perdedores son ya indisimulados y han llegado a un punto de no retorno. Veamos.

La consejera de Justicia, Gabriela Bravo, no ha sido capaz de consensuar ninguna iniciativa con sus socios de gobierno y tanto la Ley de Mediación como la de Función Pública han supuesto un enfrentamiento continuo con los miembros de Compromís que están en el departamento que lidera.

Podemos encara la segunda parte de la legislatura con crisis en su liderazgo y alejamiento de sus socios en las Cortes autonómicas. No en vano lleva dos plenos consecutivos censurando las políticas de empleo de Puig y Oltra y también en materia de vivienda. ¿No sé qué parte del plan de choque en vivienda no ha entendido el PSPV?, llegó a cuestionar Montiel en su intervención. Son agua y aceite. Y esa falta de sintonía se traduce en errores y actitudes soberbias.

Compromís ha arrinconado a los socialistas y ha tomado la delantera en el intento por transformar la base social a través de la educación. Utiliza las herramientas de las que dispone ahora para adentrar a los valencianos en la hoja de ruta nacionalista. Si primero era el enfrentamiento con los centros educativos concertados y el decreto de chantaje lingüístico, ahora su empeño se centra en crear la figura de los “comisarios lingüísticos” que velarán por el uso y la “corrección” de la lengua valenciana en el ámbito público y también en el privado.

La formación nacionalista propone vigilar el idioma que se utiliza en los rótulos de los comercios e incluso en los menús de los restaurantes. Toda una declaración de intenciones en favor del intervencionismo, falta de libertad individual y adoctrinamiento para conformar una sociedad sin iniciativa privada y menor masa crítica.

Los ayuntamientos tampoco se libran de esas fricciones y en algunos, como el de Valencia, ha habido amago de ruptura. La pretensión de prohibir aparcar en el carril bus por las noches sin previo consenso fracturó el pacto con PSPV y Podemos, por un lado, y Compromís (que ostenta la concejalía de Movilidad Sostenible), por el otro. Los que sufren estos vaivenes son los ciudadanos, que han visto como su vida a bordo de los vehículos en la ciudad es un infierno. Y no solo por esta medida que ahora está en estudio sino por el alargamiento de las fases de rojo en los semáforos, la reducción de la velocidad permitida, la implantación de carriles bici por la calzada... ¡Un atasco perpetuo!

He intentado, sin éxito, volver a lanzar el guante de la concordia al presidente de los valencianos, Ximo Puig, y es una lástima porque los ciudadanos perderán otros dos años con la jaula de grillos que es la amalgama de siglas que los gobierna. Puig afirma que debe repetir como líder del PSPV, al considerar que el secretario general y el presidente autonómico deben ser la misma persona. Entiende que si no habría “demasiadas voces” en su partido y complicaría más las cosas en un gobierno de coalición.

¡Qué lástima! La obsesión con la poltrona lleva a Puig incluso a apelar a una falta de democracia interna que el PPCV ha impulsado con éxito. La mano sigue tendida para que el PSPV se libere de sus ataduras. Si la siguen rechazando los valencianos ya saben que nuestro partido está listo para abrir la puerta de esa jaula y sustituir la insensatez por la cordura en la gestión.