¿Estoy orgulloso de ser español?

No, no puedo estarlo. No puedo estarlo porque soy español consecuencia de un accidente biográfico: nací aquí y tal cosa no dependió de mí sino que me vino dada. No es algo en lo que haya tenido nada que ver ni es consecuencia de un empeño personal por el que perdiera horas de sueño ni al que dedicara una ardua e ingente tarea. No es algo que pueda incluir en mi hoja de servicios que pueda distinguirme de quienes no son capaces de ofrecer algo parecido. En ese sentido, no es un punto a mi favor.

Uno debe sentirse orgulloso de los logros obtenidos y de los obstáculos superados gracias a la permanente batalla que todos libramos frente a nuestras más bajas pasiones o nuestras perezas varias, todas muy humanas. Querer no es poder pero a veces logramos sentirnos orgullosos de lo que hemos hecho: conformar una familia unida, mantener a pesar de las dificultades un grupo de amigos, lograr que te aprecien quienes te aprecian con todos tus errores incluidos, encontrar un trabajo que te satisfaga o mantener la dignidad por encima del miedo. Cosas de esas y otras muchas a las que se enfrentan tantos conciudadanos españoles o de otras latitudes: sacar adelante a su familia, llegar a final de mes, reciclarse laboralmente y progresar en el sentido que cada cual considere o aportar nuestro granito de arena para, esto sí, mejorar la sociedad en la que vivimos y el país del que somos ciudadanos.

No hagan caso de quienes dicen sentirse orgullosos de ser vascos, catalanes, madrileños o españoles... sobre todo si tienen representación política y estamos a las puertas de unas elecciones: es muy probable que estén tratando de apelar a los sentimientos y a las bajas pasiones y que estén tratando de ocultar sus incapacidades de gestión, sus errores o sus traiciones. Puede ser que sea producto de una posición comodona que orilla el raciocinio y la formulación científica: es habitualmente más fácil (y más rentable) decir que uno se siente orgulloso de ser español que trabajar de verdad por mejorar España. Obviamente, también puede ser una frase hecha formulada con la mejor intención del mundo.

¿Y orgulloso de España? Podría estarlo como consecuencia de que es el lugar al que he podido ayudar a mejorar como espacio de convivencia y bienestar... pero no lo estoy (o, desde luego, no del todo) porque España tiene grandes virtudes pero muchos defectos que deberíamos intentar al menos paliar: hay paro y precariedad laboral, hay corrupción política, hay injusticias, hay una democracia muy mejorable y hay desigualdad.

Mirar hacia atrás y sentirse orgulloso de lo que uno ha logrado: eso es lo más importante y quizás lo único verdaderamente importante. Ver a mis padres sonreír o a mi hija crecer y convertirse en una persona decente. O trabajar por un objetivo en el que uno cree. Y saber que has sido y eres partícipe de ese tipo de cosas. Cuando lo intentas, incluso aunque no lo logres, todo lo demás importa menos o apenas importa.