Esteban Vicente

La Royal Academy redescubre el expresionismo abstracto

La Royal Academy (RA) presenta la que será la primera exposición en Reino Unido dedicada a este movimiento desde 1959.

En total, la muestra –que lleva por título «Expresionismo Abstracto» y que el próximo año podrá disfrutarse en el Museo Guggenheim de Bilbao- recoge más de 150 piezas.
En total, la muestra –que lleva por título «Expresionismo Abstracto» y que el próximo año podrá disfrutarse en el Museo Guggenheim de Bilbao- recoge más de 150 piezas.larazon

La Royal Academy (RA) presenta la que será la primera exposición en Reino Unido dedicada a este movimiento desde 1959.

Fue en 1959 cuando el expresionismo abstracto cruzó por primera vez el Atlántico. La exposición “La nueva pintura americana” pasó por varias capitales europeas como Berlín, Londres o París, donde los artistas de la Ecole seguían utilizando caballetes para explorar una forma modesta de existencialismo o limitarse simplemente a copiar a Picasso. No es de extrañar, por tanto, que aquellos brochazos con fuerza plasmados en los enormes lienzos de Jackson Pollock, Mark Rothko, Barnett Newman, Willem de Kooning o Clyfford Still rompieran todos los esquemas. Supuso un gran impacto.

A medida que la muestra iba recorriendo el Viejo Continente, los pintores regresaban a sus casas en estado de shock y desesperación, electrificados por lo que habían visto y preguntándose si sería posible rivalizar todo aquello. El mensaje estaba claro: París había terminado, Nueva York era ahora la capital del mundo.

Casi seis décadas después, la Royal Academy (RA) presenta la que será la primera exposición en Reino Unido dedicada a este movimiento desde 1959. A pesar de que en Londres se han hecho retrospectivas de algunos de sus protagonistas, como la que la Tate Modern dedicó a Rothko en 2008, no se había organizado algo a tan gran escala. Cuesta que creer que durante todo este tiempo, ninguna galería al otro lado del charco se planteara el proyecto. Aunque desde el punto de vista logístico, lienzos tan grandes y costosos de asegurar y, sobre todo tan difíciles de reunir, no facilitaban las cosas.

La expectación es máxima y desde la RA prometen no defraudar. “Vamos a descubrir el expresionismo abstracto para el Siglo XXI”, explica a este periódico David Anfam, curator de la muestra. “En lugar de sólo pintura, también habrá escultura y fotografía. En lugar de simplemente nombres emblemáticos como Jackson Pollock y Mark Rothko habrá también artistas que son mucho menos conocidos en Europa, como Sam Francis, Richard Pousette-Dardo, William Baziotes, entre otros. Además, se incluyen préstamos sin precedentes –y que dudo vayan a volver a repetirse - del Museo Clyfford Still, en Denver, donde se encuentra el 95% de la obra de este artista”, matiza.

Preguntado por José Guerrero y Esteban Vicente, dos referentes españoles del movimiento, el experto explica que, a pesar de ser dos “artistas maravillosos”, la exposición se centra en los estadounidenses, “por razones históricas y porque, debido al espacio, había que marcar la línea en alguna parte”.

En total, la muestra –que lleva por título “Expresionismo Abstracto” y que el próximo año podrá disfrutarse en el Museo Guggenheim de Bilbao- recoge más de 150 piezas procedentes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Con el objetivo de adecuarse a las nuevas corrientes de pensamiento, revisará las dos vertientes principales en que a menudo se ha clasificado a estos artistas: los pintores de planos cromáticos, como Rothko y Newman, frente a los representantes de la pintura gestual y de acción, cuyos máximos exponentes eran de Kooning y Pollock.

Siempre se ha mantenido que el arte de la pintura de planos cromáticos se centraba en el uso contemplativo o sublime del color, mientras que se entendía que los pintores gestuales y de acción plasmaban en su obra un carácter espontáneo y de improvisación mediante trazos gestuales de gran fuerza y dinamismo. Sin embargo, esta clasificación resulta excesivamente simplista e ignora las preocupaciones más profundas que compartían muchos de estos autores.

“Existía un vínculo entre ellos”, explica Anfam. “Para empezar, la mayoría se conocían entre sí, estaban socialmente cohesionados. Por ejemplo, Pollock y Philip Guston habían ido a la misma escuela secundaria en Los Ángeles, a finales de 1920. Del mismo modo, en un nivel intelectual, tanto Rothko como Clyfford Still estudiaron a Friedrich Nietzsche y sobre todo su libro “El origen de la tragedia”. Philip Guston estuvo también muy interesado en la filosofía y literatura. Por su parte, Barnett Newman amaba Mozart, al igual que Still y Rothko”, matiza.

Mientras que París y, Europa en general, habían quedado literalmente agotados tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, por el contrario, se había convertido en una superpotencia.

El punto de partida del movimiento surge en los 40, con el gran “Mural” de Pollock aceptado como el primer gran paso hacia una nueva visión pictórica. Con sus casi dos metros y medio de alto y seis metros de largo, el lienzo, que tuvo que ser restaurado en 2012, es uno de los grandes protagonistas de la exposición.

Fue Peggy Guggenheim quien hizo el encargo. En su afán por albergar en su propia casa una de las obras del emergente arte norteamericano que amadrinaba en su galería, pidió al pintor un gran mural para adornar una de las paredes de su residencia. El artista firmó con su mecenas un contrato en julio de 1943 bajo las condiciones de que, a cambio de 150 dólares mensuales, el trabajo estaría terminado a finales de ese año. Pese a su entusiasmo inicial, Pollock sufrió un terrible bloqueo de cinco meses del que emergió el 1 de enero de 1944 -pese a que el cuadro esté datado en 1943-. Tras la crisis entró en una especie de frenesí creativo que provocó que terminara su encargo el mismo día de año nuevo.

El artista contó a un amigo que había tenido una visión: “Se trataba de una estampida de todos y cada uno de los animales del Oeste americano, vacas y caballos y antílopes y búfalos, todos corriendo sobre esa maldita superficie”. Esa estampida aparece sugerida, de manera abstracta y con brochazos gruesos y anárquicos, precursores de la que se convertiría en la técnica más conocida de Pollock, el dripping, una forma de pintar directamente desde los botes de pintura agujereados hacia el lienzo. Pollock reconocería, más adelante, que se inspiró en El Greco y Pablo Picasso, entre otros.

Mientras que “Mural” da una impresión de vegetación superabundante y esperanza, una década más tarde, el estado de ánimo comienza a oscurecerse. “Réquiem”, de Franz Klein, de 1958, captura ese estado de ánimo cambiante, al igual que la paleta oscura de Rothko parece reflejar la disolución de un momento inicial de optimismo. Estaba emergiendo una nueva y más oscura visión de la naturaleza misma y las consecuencias del consumismo.

Según John-Paul Stonard, escritor e historiador de arte, el hecho de que hasta ahora no haya habido una exposición a esta escala en Europa, podría dar a entender que, como movimiento, fue un fracaso histórico. Pero nada más lejos de la realidad. “Su legado es innegable. Es imposible imaginar la escala y la ambición del arte contemporáneo -desde la expresión vigorosa de Georg Baselitz (que vio el espectáculo de 1959) a Jeff Koons y Damien Hirst- sin el precedente épico de la pintura expresionista abstracta”, explica en The Guardian. “A pesar de que la nueva generación de artistas americanos, sobre todo Robert Rauschenberg, reaccionara contra los "pintores de la naturaleza", sabían que su época había sido creada por los pintores expresionistas abstractos. En un momento en que la pintura está compitiendo por la atención con otras formas de arte – está por ejemplo prácticamente ausente de la nueva ala de reciente apertura de la Tate Modern- la exposición de la RA muestra cómo estas bestias pueden aún mantenerse sobre sí mismos”, concluye. (fin).

Las Mujeres, a la sombra

Las mujeres jugaron un papel importante en el movimiento, si bien su trabajo no fue igual de reconocido que sus colegas. Las esculturas de Louise Nevelson, por ejemplo, transformaron las superficies oscuras y graves de Rothko y Adolph Gottlieb en conjuntos monocromáticos de objetos de desecho, apiladas como para crear un santuario. Mucho menos conocidas son las pinturas de la artista nacida en Ucrania Janet Sobel, que sin embargo, sirvieron como inspiración para el salto de Pollock a la abstracción total, después de que su trabajo fuera expuesto en la galería Art of This Century de Peggy Guggenheim en 1944. Sobel fue apenas reconocida por Clement Greenberg, el crítico que promovió a los artistas expresionistas abstractos, y murió en la oscuridad en 1968. Entre las féminas también destaca la propia mujer de Pollock, Lee Krasner, quien, tras la muerte de su esposo, produjo una serie de pinturas de entre las que destaca la composición monocromática “El ojo es el primer círculo”, de 1960. En los años siguientes Helen Frankenthaler y Joan Mitchell realizaron las respuestas más potentes al expresionismo abstracto clásico. “Salut Tom”, obra de la segunda, pintada en 1979, es, por fecha, la pieza más cercana a nuestros días de toda la exposición, y muestra hasta qué punto el espíritu abstracto expresionista sufrió y se transformó. (fin).

Prestamo sin precedentes

El Museo Clyfford Still de Denver, que alberga el 95% de la obra del artista, ha cedido por primera vez en préstamo nueve de sus grandes obras, situando al artista a la vanguardia del expresionismo abstracto. Las pinturas de Clyfford Still se muestran en una galería dedicada exclusivamente al artista dentro de la exposición.

Las monumentales obras de Jackson Pollock “Mural” (1943, Museo de Arte de la Universidad de Iowa) y “Postes azules” (1952, Galería Nacional de Australia, Camberra) pueden verse expuestas por primera vez en la misma galería, en una yuxtaposición que difícilmente podrá volver a repetirse.

Entre otras obras a destacar se encuentran “Agua del molino florido”, de Arshile Gorky (1944, Museo Metropolitano de Arte de Nueva York), “Mujer II”, de Willem de Kooning (1952, Museo Metropolitano de Arte de Nueva York), “Vawdavitch”, de Franz Kline (1955, Museo de Arte Contemporáneo de Chicago), “Nº 15”, de Mark Rothko (1957, colección privada), “El ojo es el primer círculo”, de Lee Krasner (1960, por gentileza de la Galería Robert Miller de Nueva York) y “Paisaje del río Hudson”, de David Smith (1951, Museo Whitney de Arte Americano de Nueva York).

La exposición también muestra obras de artistas como Helen Frankenthaler, Adolph Gottlieb, Hans Hofmann, Lee Krasner y Ad Reinhardt entre otros. Además de la obra de Aaron Siskind y Minor White, se exponen el trabajo de fotógrafos como Harry Callahan, Herbert Matter y Barbara Morgan. (fin).