Cine

Cine

«El último traje»: Un viaje demasiado largo

La película narra la vuelta al pasado de un hombre para cumplir su promesa

«El último traje»: Un viaje demasiado largo
«El último traje»: Un viaje demasiado largolarazon

La película narra la vuelta al pasado de un hombre para cumplir su promesa.

«Los guionistas somos como espías», dice Pablo Solarz. Se acercó un día a una cafetería en su Argentina natal y no había nadie más que dos señores, «de unos 70 años –apunta–. Conversaban sobre algo interesante, así que me senté en la mesa de al lado. Le estaba contando uno a otro la historia de su papá, que se había ido a un país del este de Europa para dar con un amigo que al final de la Segunda Guerra Mundial le había salvado la vida. Por lo que decían, el padre era judío y el otro no. Lo habían perdido durante un par de semanas, ‘‘hasta que llamó para decirnos que estaba bien y que había encontrado a su amigo’’, comentaba. Al tipo que estaba escuchando se le cayeron las lágrimas y le dijo: ‘‘Me has hecho llorar, hijo de puta’’. A mí también me emocionó», recuerda Solarz. Entonces, los dos señores se rieron y el guionista se fue a escribir «la primera versión de un hombre en busca de su amigo», cuenta.

Una historia cercana

Era 2004 y comenzaba la odisea para levantar la que entonces era su ópera prima. «Una productora adquirió los derechos, pero era un proyecto muy grande para que fuera mi largometraje de debut. Así que a los cinco años me volvieron los derechos y decidí hacerla conmigo como director para defenderla», explica. Pasó el tiempo y su obra había perdido actualidad, por lo que tuvo que rehacerla una vez y otra. El cineasta no perdía de vista una historia que le tocaba muy de cerca: sus abuelos paternos emigraron de Polonia a Argentina en el periodo de entreguerras por «el antisemitismo, la violencia, el hambre...», enumera. «Crecí en una familia donde Polonia y Alemania no se pronunciaban. Eran malas palabras. Mi sensación de niño y de adolescente es que había países enteros que eran malos», relata Solarz sobre el pasado de su familia.

Esa vocación de «espía» no le abandonaba y cada historia que le llegaba la acogía como lo hace «una esponja con el agua». Por su abuelo materno también le llovía la inspiración cuando «con doce o trece años me enteré de que tuvo que hacer un viaje comercial y atravesar Alemania. Se quedó sentado en un banco de la estación sin apoyar los pies en el piso hasta que llegó el tren». Después de aquello siguió con la búsqueda de posibles tramas. De su familia solo le llegaba el dolor, la negación y pequeños detalles que se filtraban de vez en cuando, así que tuvo que mirar más allá: hermanos que se reencuentran, gentes que vuelven a la que fue su casa para desenterrar un tesoro... Llegó hasta Polonia, «donde me temblaban las rodillas. En el registro vi los nombres de muchos Solarz que ni conocía». Todo se metía en la cabeza de Pablo hasta que escuchó a los dos ancianos de la cafetería y se puso con el proyecto final.

Ahí nace «El último traje», que presenta ahora con los rostros de Miguel Ángel Solá, Ángela Molina, Martín Piroyansky y Natalia Verbeke, entre otros. Ellos le ponen cara a «una historia de amor. La de un amigo que vuelve al pasado para recuperar algo que se le quedó atrás», comenta: Abraham (Solá), un sastre judío de 88 años al que su familia quiere defenestrar en un asilo, decide viajar de Argentina a Polonia para encontrar a un viejo amigo que le salvó de la muerte hace más de siete décadas. «Es una fantasía universal», para el cineasta, y «una película heroica» para Juan Carlos Gómez –director de fotografía– porque «solo un héroe se cruza medio mundo para cumplir una promesa», entregar el último traje que tejió estando de servicio.