Estreno

Paul Verhoeven: «No debería haber límites en el arte»

El director vuelve a la cima del cine con «Elle», un juego de poder entre víctima y violador.

Paul Verhoeven: «No debería haber límites en el arte»
Paul Verhoeven: «No debería haber límites en el arte»larazon

El director vuelve a la cima del cine con «Elle», un juego de poder entre víctima y violador.

Desde que epató al burgués con «Instinto básico» (1992), su nombre está asociado a la palabra provocación. Con «Elle», Paul Verhoeven (tan idolatrado, tan denostado) regresa a la primera línea de fuego con un poderoso y deletéreo retrato de una mujer (interpretada «como los ángeles» por Isabelle Huppert), el juego de poder con su violador y las grotescas relaciones con el entorno. Dice Verhoeven que, por ahora, la reacción al filme «no está siendo muy controvertida». Lo que sí tiene es rendida a la crítica y amenaza con enganchar al espectador a la butaca.

–Hasta seis actrices de Hollywood dijeron «no» a interpretar este personaje.

–Es cierto, pero es muy distinto leer un guión que ver una película. O «leer» ese personaje y luego verlo interpretado por Isabelle Huppert. La pregunta es si ahora, viéndola, esas seis actrices dirían «no» otra vez. Lo que está clarísimo es que la autenticidad y el talento que pone Huppert hacen la gran diferencia en esta historia. Es difícil imaginar a otra actriz. Por lo demás, no puedo saber por qué lo rechazaron, pues nunca hablé con ellas.

–Quizás la industria americana (la cinta, de hecho, es francesa) no está tan preparada para tal ambigüedad moral.

–Yo creo que realmente lo que hacía que dijeran que «no» es lo que ocurre en el tercer acto, el desarrollo del personaje a partir de la muerte de su padre. Ese cambio que se opera en ella para que decida llamar a su violador. Es una decision que seguramente no podían aceptar estas actrices, así como ese juego con el hombre. Todos esos elementos están en el libro original, pero si ésta fuese una cinta hecha en Estados Unidos, hubiese ido de cómo la mujer se venga del otro personaje y trata de liquidar al violador.

–¿Le molesta o le agrada la etiqueta de maldito para Hollywood o de «enfant terrible»?

–No me disgusta. Está bien, de hecho. Yo al trabajar no me censuro, aunque, a veces, elaborando una idea con el guionista te das cuenta de que te estás metiendo en terrenos fuera de la norma. Pero si tiene valor artístico me parece suficiente para seguir adelante sin censuras. No debería haber límites en el arte, debería estar prohibido. Ésa es mi opinión; que cada uno haga lo que le dé la gana. Pero quien piense que el arte debe ser moralista o didáctico, que se vaya a leer la Biblia. El arte no está para eso.

–Hace 20 años le despellejaron por «Showgirls»; se dijo que era la peor película del siglo. Pero, curiosamente, dos décadas después, es una cinta muy reivindicada, considerada de culto. ¿Le gratifica?

–Claro que me siento gratificado. Lo único que me apena es por Elizabeth Berkley: su carrera fue destruida y era muy joven. Con 23 años tuvo que afrontar ataques diabólicos. Mi carrera se sobrepuso...

–¿Dónde reside el malentendido con ese filme?

–No sé, pero es gracioso que se criticaron cosas que venían de mucha investigación que hice sobre las «strippers» de Las Vegas. El público lo tomó todo de manera tremendamente negativa, pero es mi obra más realista en Estados Unidos, más que «Robocop» o «Starship Tropper»... Es la única de mis películas que me gusta volver a ver. Está bien hecha y es bastante elegante, aunque suene rara la palabra. «Instinto básico», por ejemplo, no la he vuelto a ver nunca en mi vida.