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Quiero ser jugador de rugby

El Festival de Cine de Gijón proyecta la “Mercenaires”, una interesante cinta francesa dirigida por Sacha Wolff

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El Festival de Cine de Gijón proyecta la “Mercenaires”, una interesante cinta francesa dirigida por Sacha Wolff

El Festival de Gijón enfila su recta final sin grandes sobresaltos. Dos nuevas películas a concurso de diferentes nacionalidades y estéticas. Por un lado, el filme iraní, “Inversión”, de Behnam Behzadi, que demuestra que el aperturismo en esa cinematografía es como una broma de mal gusto. Lo que llama la atención en primer lugar, es que los personajes masculinos van en mangas de camisa, las mujeres llevan pantalones y por encima una prenda que las cubre -camisa, jersey, chador-, razón por la que deberían estar sudando continuamente aunque no pierdan la sonrisa. En segundo lugar, la película se hace pesada, pues es demasiado hablada y coloquial para avalar la tesis de que una mujer que teóricamente es independiente debe dejarlo todo, comenzando por su trabajo, para cuidar a una madre enferma en una casa a las afueras de Teherán, debido a presiones familiares. No aporta nada y se olvida al abandonar la sala de proyección.

Por otro lado está la cinta francesa “Mercenaire”, opera prima de Sacha Wolff, que se ve con interés. Comienza en Nueva Caledonia, donde asistimos a un enfrentamiento entre un padre y un hijo en el escenario de una sociedad excesivamente tradicional, el progenitor reniega de su vástago porque se marcha a Francia para jugar al rugby. Bien contada, con la correspondiente historia de amor -un poco extraña- vamos asistiendo a los avances del joven en un club de ínfima categoría en el que no parece haber dinero ni para pagar a los jugadores. Supera a la iraní y no es tediosa.