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Fotolibros, el arte contra el olvido

Matías Costa y Mariela Sancari juegan con la memoria y el tiempo en dos trabajos que muestran la evolución de los libros de fotografía.

Uno de los modelos de Sancari
Uno de los modelos de Sancarilarazon

Matías Costa y Mariela Sancari juegan con la memoria y el tiempo en dos trabajos que muestran la evolución de los libros de fotografía.

«Memento mori»: recuerda que morirás. Con esta expresión se recordaba a los victoriosos generales de la antigua Roma que la vida es un suspiro. Somos mortales, sí, pero nos gusta rodearnos de inmortalidad. Todo arte busca luchar contra la fugacidad de la vida, pero ninguno como la fotografía, el arma contra el olvido, como dice el fotógrafo Matías Costa, que publica «Los Zonians»: «La fotografía es memoria porque fotografiamos el momento presente y queda ya congelado para siempre». Congelar la vida, pero rescatar el pasado perdido es lo que también pretende la fotógrafa mexicana Mariela Sancari con su obra «Moisés» .

Una búsqueda imposible

Mariela perdió a su padre en trágicas circunstancias cuando tenía 14 años. La imposibilidad de ver su cuerpo le impidió aceptar su muerte, pero encontró en la fotografía una manera de afrontarla: «Creo en el poder sanador y catártico del arte. Y en la fotografía como conjuro». Viajó a su Buenos Aires natal y puso un anuncio en la prensa con una instantánea de su padre en el que buscaba personas que se le pudieran parecer para fotografiarlas y componer una imagen de cómo sería si estuviera vivo. «Retratando señores que tienen la edad que tendría mi padre hoy si estuviera vivo buscaba reflexionar sobre la idea de imagen como evidencia de verdad: ¿si lo veo, lo creo? O más bien: ¿lo creo porque lo veo? Mi idea era confrontar una fantasía, la de encontrar a mi padre, y así calmar un anhelo». Pero ¿cómo se fotografía a alguien que no está? «Desde la ficción, entendida ésta como herramienta para representar nuestro imaginario, nuestras fantasías, para relacionarnos con la otredad». Día tras día, Mariela quedaba con las personas que respondían a su anuncio y las retrataba en un estudio callejero. Miradas tristes, directas, esquivas pero que atrapan y nos hacen compartir el anhelo de ella. «Mi intención era que esas miradas frontales a la cámara tengan el efecto de “imagen espejo”, donde las miradas del retratado y del espectador se encuentren, obligándonos a plantear preguntas sobre nuestra identidad». Sobre si encontró a su padre al final del trabajo, Sancari responde: «No. Lo maravilloso del arte es que suceden cosas que no esperas y hay que estar alerta. Sí encontré algo, pero distinto de lo que esperaba. El final de la búsqueda de un imposible».

Matías Costa busca proyectos donde predominen «la memoria, la identidad, el territorio: cómo nos adaptamos a las circunstancias de la vida y cómo esta adaptación forma nuestra identidad». Viajó a Panamá y le hablaron de los Zonians: norteamericanos que trabajaron construyendo y manteniendo el Canal hasta su devolución en 1999. «La fotografía es una buena herramienta para hablar de la memoria y del tiempo, para traer el pasado al presente y hacer una revisión. Hay lugares que conservan la memoria de los sucesos». Piscinas vacías, cines cerrados, colegios sin niños... la nostalgia impregna las fotos de Costa. A la pregunta de si se siente responsable al ser testigo de cosas que van a desaparecer, explica que «me interesa hablar del cambio, reflejar cosas que van a desaparecer o que se han transformado. No me interesa la nostalgia. Me atrae la capacidad de adaptación que tenemos, y cómo las capas de la memoria se posan unas sobre otras».

«Moisés» y «Los Zonians» (editorial La Fábrica) son ejemplos del buen momento del fotolibro y cómo, cuando se juntan obra y diseño, el resultado es una obra de arte en sí misma. Mariela pretendía que el suyo «fuera una manera de trasladar mi experiencia de búsqueda de un imposible a un libro». Y Matías reflexiona sobre este auge afirmando que «el momento que está viviendo el libro de fotografía es debido a una sobre-saturación de la foto en pantalla. Los medios impresos están teniendo cada vez menos presencia física y más on-line y el libro es el que ha reivindicado ese lugar de mostrar la fotografía que se puede tocar como objeto». Mallarmé decía que en el mundo todo existe para culminar en un libro; Sontag, que mejor en una fotografía. Mejor hagamos un fotolibro.