Pla en la Quinta Avenida

En el verano de 1954 Josep Pla viaja a Cuba y Estados Unidos con el fin de escribir una serie de crónicas periodísticas para la revista «Destino». De entre estos textos sobresale su experiencia neoyorquina, una mirada sagaz, humorística y sorprendida que ahora se recupera en «Fin de semana en Nueva York», un libro que nos muestra al extraordinario escritor que Pla era también en castellano y el hondo calado de sus dotes observadoras, aplicadas aquí a una sociedad sofisticadamente tecnificada.

Aparece así el cronista maravillado ante los inmensos espacios urbanos, la diversidad cultural, la luminosa belleza de los atardeceres portuarios, el sentido práctico de la vida cotidiana, una pintoresca y ultrarrápida gastronomía, el costumbrismo multirracial, la febrilidad financiera del universo bursátil, la liberalidad sentimental o la idiosincrasia de característicos ambientes como Harlem o la Quinta Avenida. Debe tenerse en cuenta que el escritor procede de una sociedad escasamente industrializada y con discretas expectativas sobre un inmediato futuro; el desarrollismo estaba por llegar.

Se comprende la regocijada sorpresa de Pla ante el frecuente y directo uso del teléfono, el moderno y estiloso sector automovilístico, la cómoda e informal vestimenta, la variada oferta alimentaria de inacabables supermercados o la diversa gama de inusitados electrodomésticos, como el emblemático frigorífico o el «cortacarnes ultrahigiénico»; sin olvidar el protagonismo social del whisky, el filantrópico mecenazgo cultural, el poder de la prensa libre, el asociacionismo ciudadano o el seguimiento masivo del béisbol. En la línea del mejor periodismo literario, con la socarrona mirada del fingido y desavisado «payés» de, en realidad, escrutador cosmopolitismo, estas páginas engrosan, junto a Juan Ramón Jiménez y Lorca, la fascinación por Nueva York como ineludible referente sociocultural.

Jesús FERRER