Estreno teatral

Todos los hombres de la reina Juana

Concha Velasco asume todo el protagonismo bajo la piel de la figura histórica de Castilla para pedir cuentas a aquellos que pasaron. por su vida. Gerardo Vera dirige la obra de Ernesto Caballero

Concha Velasco será la única figura que desfile por el escenario de La Abadía en «Reina Juana»
Concha Velasco será la única figura que desfile por el escenario de La Abadía en «Reina Juana»larazon

Concha Velasco asume todo el protagonismo bajo la piel de la figura histórica de Castilla para pedir cuentas a aquellos que pasaron

por su vida. Gerardo Vera dirige la obra de Ernesto Caballero

Más de 500 años después de su nacimiento en Toledo, en 1437 concretamente, la figura de Juana I de Castilla sigue fascinando a artistas de toda índole. Visitada periódicamente por el teatro, el cine y la televisión, como si aún se mantuviese incólume en su encierro de Tordesillas, vuelve ahora a subirse a los escenarios con el cuerpo y la voz de Concha Velasco bajo la batuta de Gerardo Vera. Apasionada y rebelde para algunos; inteligente y liberal para otros, e infeliz para casi todos, fue sin embargo el calificativo de «loca» –el más conveniente en un contexto histórico dominado por las intrigas y las luchas de poder– el que ha permanecido a lo largo de la historia unido al nombre de esta reina cautiva.

Pero es ahora la supresión de ese peyorativo adjetivo lo que marca, ya desde el encabezamiento, esta «Reina Juana» escrita por Ernesto Caballero, una aproximación más humana a la hija de los Reyes Católicos que, en su propio título –no es Reina Juana I ni tampoco Juana de Castilla a secas–, reivindica esa doble condición que configuró su personalidad indefectiblemente como mujer regia y, al mismo tiempo, mujer terrenal desposeída del trono y de cualquier contacto con él. Con todo, no estaba en la intención del dramaturgo hacer una pieza de teatro documental: «Un texto de ficción no es un tratado de historia –aclara el autor–; por tanto, sus postulados no se deben tanto a la fidelidad documental como a las lógicas internas del relato. Los datos me han servido para situar al personaje y dar verosimilitud a la fábula con la intención última de propiciar una realidad poética autónoma y propia de la escena». Y también Gerardo Vera incide en ese sentido eminentemente teatral, y no tanto histórico, que tiene el espectáculo: «Yo enseguida vi en el texto un juego escénico muy contemporáneo que me interesaba muchísimo –explica–; eso que los ingleses llaman «one woman show» –espectáculo concebido para el lucimiento de una actriz en solitario–. Aquí el personaje pasa de ser una niña pequeña a una señora con el pie en la tumba; de ser una mujer enamorada, a una mujer dolorida; pasa de la risa al llanto, y rompe además la cuarta pared. ¡Y todo tiene que ocurrir en un segundo!».

- Sólo para ella

Por eso el director tuvo claro, al leer el texto que Ernesto Caballero le había enviado, que la protagonista sólo podía ser Concha Velasco. Y ésa fue la condición innegociable que le puso al productor Juanjo Seoane –asociado en esta ocasión con su colega Alejandro Colubi– para poner en marcha toda la maquinaria. Aunque, en realidad, no hizo falta discutir mucho, porque todos los implicados en el proyecto estaban más que de acuerdo en que así fuera. Vera, que no esconde su ancestral admiración por una actriz a la que ya pedía autógrafos siendo un simple estudiante de Arte Dramático, y con la que aún no había tenido la oportunidad de colaborar, no puede estar ahora más satisfecho con los resultados de su obstinado casting, porque, asegura él, «no había visto jamás, en todos mis años dedicado al teatro, una manera así de trabajar y de calibrar la emoción». «Ella dice que es porque yo la dirijo bien –continúa Vera–, pero en realidad el mérito es suyo. Hubo dos momentos en el último ensayo en que yo estaba llorando a lágrima viva; ¡y mira que es difícil que un director llore!, porque ya tienes el engranaje y sabes cómo lo has pulsado para que la actriz llegue. Pero esta señora es capaz de llevarse al personaje a unos territorios emocionales nuevos que van cambiando a medida que ella misma cambia. ¡Es ella quien los incorpora y los sublima!».

El argumento de la obra arranca con una confesión de Juana I de Castilla ante el padre Francisco de Borja la noche anterior a su muerte; el encuentro entre la cautiva y el clérigo está incitado por Felipe II, que sospecha que su abuela está absolutamente enloquecida y que, además, puede ser una hereje. Esa confesión servirá para estructurar la función como un gran «flashback» en el que la protagonista irá desgranando los episodios más importantes de su vida. «En realidad, no importan tanto los acontecimientos históricos como los acontecimientos emocionales que la van perfilando como una mujer potente, muy sexual, avanzada a su tiempo y dolida como ser humano», aclara el director del montaje. Y añade su protagonista: «Es la gran víctima de la historia de España, y además es consciente de ello. Era una mujer inteligente y culta; se pasó la vida encerrada leyendo y estudiando, que es lo único que, por lo menos, le permitieron hacer».

El espectáculo, concebido como un monólogo de una hora y 25 minutos de duración, viene a certificar el formidable estado de forma física, anímica y artística que atraviesa Concha Velasco. La veterana actriz vallisoletana, que viene de realizar ya un importante derroche de energía en sus dos últimos montajes –la aplaudida Hécuba de Eurípides y el tierno drama de Herbert Morote Olivia y Eugenio, en ambos casos a las órdenes de José Carlos Plaza–, afronta este nuevo reto con el entusiasmo de una jovencita y con la humildad de una estrella de las de verdad. «Yo soy una mujer normal y corriente –dice– que simplemente aspira a conquistar y emocionar a la gente que ha pagado una entrada por ir a ver lo que hago». Así de sencilla es esta reina Juana, la más sonriente que los tiempos han dado.

- Dónde: Teatro de la Abadía (Sala Juan de la Cruz). Madrid.

- Cuándo: del 28 de abril al 5 de junio.

- Cuánto: 28 euros.

En la memoria colectiva

Consciente del peso que tiene Juana la Loca –en la imagen– en el imaginario colectivo, ya que ha sido abordada repetidamente desde todas las artes, Concha Velasco no cree que la idea preconcebida que el espectador pueda tener del personaje interfiera en modo alguno. «Juana está en la memoria de todos los españoles desde hace siglos porque es un personaje sublime –asegura la actriz–. Por eso, cada vez que una buena actriz la interpreta, está estupenda. Ocurrió con Aurora Bautista, con Pilar López de Ayala y, muy recientemente, con Irene Escolar; todas estaban maravillosas. A mí eso no sólo no me preocupa, sino que me da ánimos, porque sé que ahora la gente va a ver a otra Juana distinta sin que en realidad haya dejado de ser nunca la misma.