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Anna Tarrés: «Soy una piedra en el zapato»

Su único crimen, explica, fue «no ser de la cuerda de Fernando Carpena»

Anna Tarrés: «Soy una piedra en el zapato»
Anna Tarrés: «Soy una piedra en el zapato»larazon

Anna Tarrés acaba de publicar «Cuando ser la mejor no es suficiente» (editorial Planeta), donde pone «orden al caos» de la polémica que asoló a la sincronizada 56 medallas después y tras 16 años como seleccionadora.

–Si le digo «trágate el vómito», ¿qué le sugiere?

–(Piensa, se ríe...) Qué decir a estas alturas... Una falacia. Justificar el fracaso personal a través de la venganza, culpar a los demás con frases sacadas de contexto...

–¿«Cuando ser la mejor no es suficiente» es la respuesta a todas las acusaciones que ha sufrido?

–Es la experiencia de Anna Tarrés con el equipo, las vivencias personales, el cómo lo hemos hecho para llegar donde estamos, explicar el método, las coreografías, el proceso creativo, la dinámica de grupo, la motivación, cómo superamos dificultades, cómo aceptamos fracasos para intentar mejorar a través de las palabras. Siempre tuvimos la idea de un libro sobre la sincro, la polémica es verdad que lo reactiva. Me recomendaron tirarme a la piscina y he conseguido poner orden al caos. Ha sido una experiencia fantástica, el poder terapéutico de la escritura es total. Ha sido escribir el libro y ver la vida, la realidad, de otra manera, con un agradecimiento profundo al grupo, a las chicas, porque lo que he vivido ha sido tan maravilloso que me he quedado tranquila del todo.

–Deja traslucir cuentas opacas y mala gestión administrativa en la Federación.

–¡Ajá! He vivido constantemente en un «no hay recursos, no hay dinero», y cuando he intentado buscar soluciones me han reñido. Esa excusa constante cuando ves que se utilizan para otras cosas no deportivas, no me gusta y cuando no estoy de acuerdo, lo digo.

–¿Al final, todo se reduce a corrupción y amiguismo?

–En mi caso, creo que sí. Profesionalmente logré los objetivos, pero como no soy de su cuerda y me salgo del guión, me convierto en una piedra en el zapato.

–De ese «cortijo» denigra los regionalismos chovinistas y el lado machista del deporte de élite.

–En el deporte de élite no hay café para todos, sólo unos son los escogidos y, entre ellos, los mejores. Y los mejores son aquellos que tienen un equilibrio entre las capacidades, las actitudes y aptitudes tanto físicas como mentales. Como mujer, liderando un deporte femenino, me las he tenido que ingeniar para estar a la altura de otros deportes. Como mujer y profesional he tenido que reivindicar una igualdad salarial, que no se me reconocía por méritos. Entiendo que haya deportes y deportes, pero las medallas olímpicas son todas iguales. No son unas de primera y otras de segunda.

–Y presumimos lo mismo de unas que de otras...

–Las mujeres normalizamos si ellos nos ayudan a normalizar. En este sentido, me hubiera gustado tenerlo más fácil. Políticamente, aquí no estamos para prebendas, para trato de favores, para alimentar federaciones autonómicas, estamos para escoger a los mejores. Y si no hay nadie de Andalucía o de Galicia, pues no hay, por mucho que sean amigos del presidente. Yo vivo de los resultados, así que en qué cabeza cabe que yo no voy a poner a las mejores.

–¿Cuál era la diferencia de sueldo entre usted y su homólogo masculino?

–60.000 euros. Él, 120.000; yo, 60.000, premios aparte. Cuando me entero que entra una persona con menos recorrido que yo y gana 80.000, yo pido 85.000, porque entonces ya habíamos conseguido dos medallas olímpicas.

–¿Se siente, como seleccionadora, más cercana al sentido práctico de un hombre?

–Sí, los hombres son distintos a las mujeres en ese sentido más pragmático que tienen de la vida. Los hace menos rencorosos, no se autoanalizan tanto, ni se hacen tesis doctorales con palabras dichas en un momento dado. Las mujeres somos más emocionales y buscamos el porqué absolutamente de todo.

–Si baja el nivel de medallas en el Mundial de Barcelona, ¿le habrá dado el tiempo la razón?

–No espero que el tiempo me dé o no la razón. Me hubiera gustado que la sincronizada española no hubiera caído en la criminalización y de la noche a la mañana convertirnos en villanas. Si Carpena con su gente consigue las mismas medallas, lo felicitaré.

–¿Alguna vez tuvo trato vejatorio hacia sus pupilas o nada que se salga de lo que un Mourinho, un Luis Aragonés pueda decirle a un jugador que está bajando su rendimiento?

–No hay nada que se salga de la intención de mejorar una actitud, una aptitud, un comportamiento en grupo con gente que está en proceso de maduración. El roce hace el cariño y, desde ese cariño, hay veces que pierdes la paciencia y dices algo fuera de lugar. De ahí a un trato vejatorio...

–¿Le quitó una medalla a Paola Tirados para dársela a su hija?

–No, se la pedí y me la dio. De la misma manera que a Mengual se la pedí y se la dio a la doctora del equipo, Asun Estruch.

–¿Cree que algún país confiará en usted como seleccionadora?

–He tenido ofertas, hay interés, aunque aún no se ha materializado nada, entre otras cosas, porque estoy trabajando en mi club de origen, he escrito el libro y he tenido la oferta del programa de televisión, de «Splash». Las ventanas que se me han abierto en España me gustan lo suficiente.

–¿A cambio, la televisión ha descubierto un animal mediático?

–Ja, ja, ja. He aparecido en la televisión y este animal mediático resulta que es el delfín de la piscina, una piscina que inauguré en los Mundiales del 86 de Madrid. Me sentía como en casa.

–¿Pero no es tan fiera como Risto Mejide o tiempo al tiempo?

–No, no, no. No hay ninguna intención de crear un personaje a la altura de Risto. Lo mío es ser entrenadora, estoy descubriendo una faceta televisiva que me gusta, me ficharon para hacer de jueza, que lo que debía es puntuar el grado de perfección, si el cuerpo estaba alineado o no, así que me tocaba ser la estricta, para ser la Tarrés en estado puro, aunque a veces me entra la risa...

–¿Cree que si en lugar de la señorita Rottenmeier hubiera sido Mary Poppins se habrían conseguido tantas medallas?

–No lo sé. He sido yo, soy un libro abierto, se me ve a distancia, qué es lo que quiero, cómo soy... no escondo nada. No puedo inventar un personaje y llegar al alma de las chicas, conocer sus miedos y poderlos atacar, conocer sus virtudes y ensalzarlas al máximo.

–Pese a todo lo que ha sucedido, ¿se siente valorada?

–Totalmente. Después de la polémica he sentido el cariño de la gente y el agradecimiento del resto del mundo del deporte.