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Atlético de Madrid

Simeone, el «fracasado»

La Razón
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Ni análisis ni gaitas. Habrá de entender quien esto lea que no se trata de avizorar el futuro de Diego Pablo Simeone, tarea para Rappel en tanga aleopardado; ni siquiera en su versión prudente, esa que atisbaba la salida del Cholo si sólo hubieran valido en la final los goles legales. Gana la Copa de Europa y, en belleza, dice el Cholo: hasta pronto. Ésa es la tesis de los avisados que no desmentiré porque todo lo ignoro en este asunto. Pero guardo en la panza de mi teléfono el mensaje de un amigo directivo del Inter en el que, con todo desahogo, me anuncia el afán de su club por guindarnos al entrenador.

No quiero pensar en eso ni entrar en el despanzurramiento previo de una noticia que no deseo leer. No quiero dejar de ver cómo el gigante se convierte en molino y agita con sus aspas los latidos de mi estadio, mi hogar. No encontraréis muchos colchoneros que no esperen ver al 14 en traje negro reclamando a la grada la última canción el día que despidamos al Calderón. Y para eso queda un tiempo.

Hermoso

Dice el Cholo Simeone que ha fracasado. Pues no conozco fracaso mas hermoso: fracaso tremendo el de conseguir copas de la UEFA, campeonato de España, la Liga, un par de finales de Champions sin perder ninguno de los dos partidos y una Supercopa europea con banda y música.

Fracaso, gran fracaso, devolverle a un club el alma, la alegría a su afición, a su historia la exactitud y al fútbol de España, un grande. Fracaso, qué fracaso, destrozar el listado de poderosos continentales, encajar al Atleti entre ellos y convertirlo en euros para hacer menos ofensiva la distancia con el «Dúo Económico», tan protegido en los repartos.

Fracaso inexplicable ver a futbolistas elevados sobre su propia talla gracias al estirón de su míster, y ver luego, en la noche milanesa de la irregular derrota, cómo uno tras otro empapaban la hombrera de su chaqueta de combate. Lloraban los guerreros y aguantaba su general.

Emocionante fracaso, Diego Pablo. Muy emocionante.

Estamos dispuestos a continuar fracasando a tu lado, entrenador. Seguimos.