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Falló el líder único

La Razón
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El pasado sábado en el Camp Nou, Messi volvió a ser el jugador indolente y apático que tiene ausencias extrañas a veces justificadas, incluso como excusa, con motivaciones familiares. Si el año pasado se encadenaban asuntos personales como los líos con la Hacienda española y sus pagos al fisco, los vómitos, estar pensando en el Mundial... esta vez algunos utilizan el argumento de que su mal partido tuvo que ver con un problema que sufrieron sus suegros en Argentina con el asalto a su propiedad privada por parte de unos delincuentes. En cualquier caso, Leo no estuvo fino, hizo un pésimo partido ante el Málaga y sus compañeros se contagiaron también.

El gallo del vestuario

La «messidependencia» es brutal en el conjunto blaugrana, que siempre necesita a su líder único, como así le bautizó Bartomeu, el «presidente okupa», que acabó con el discurso de Luis Enrique para que no le quedara ni una sola duda al técnico asturiano de quién era el gallo en el vestuario azulgrana. Tras once victorias consecutivas después del volantazo de Anoeta, que sirvieron para ponerse a un solo punto del Madrid, más su racha goleadora que le ha hecho tener a tiro a Cristiano, el argentino volvió a fallar a sus seguidores. El Camp Nou soñaba con que el Barça durmiera el sábado líder de la Liga por encima del Madrid, a la espera del partido de los blancos en Elche.

Para bien y para mal

El Barça siempre necesita al Messi enchufado y acertado. Y cuando no ocurre por esto o por lo otro, la preocupación es máxima para todos los culés. El vestuario está con él, pero cuando llegan las derrotas todo el mundo se esconde y le ven como máximo responsable porque con su ausencia contagia al resto del equipo. Está claro que los problemas van y vienen en el puente aéreo de un fin de semana al siguiente. ¿Qué pasará la próxima jornada?