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Muguruza: «No pienso en el número uno, debe ser consecuencia de mi juego»

Con la experiencia que le da saber lo que sufrió tras vencer en Roland Garros, aspira a ganar regularidad para asaltar el trono de la WTA

Garbiñe, que apenas pudo dormir tras su triunfo en Wimbledon, posó ayer para los medios españoles
Garbiñe, que apenas pudo dormir tras su triunfo en Wimbledon, posó ayer para los medios españoleslarazon

Con la experiencia que le da saber lo que sufrió tras vencer en Roland Garros, aspira a ganar regularidad para asaltar el trono de la WTA.

Arranca el 16 de julio de 2017 en Londres y Garbiñe piensa en lo que había logrado sólo unas horas antes. Es más consciente de su hazaña e incluso está más contenta que el día anterior: sí, es la campeona de Wimbledon. El cansancio sólo es un mal menor después de dos semanas explosivas y tras una celebración comedida. La cena fue en el restaurante Cambio de Tercio, un referente para ella, para su equipo de trabajo y para muchos españoles en Londres. Comió pulpo, jamón y carne, acompañado con un poco de vino blanco, y no hubo discotecas ni celebraciones desenfrenadas. El agotamiento podía más, aunque después, pese a estar un par de horas tumbada en la cama, apenas pegó ojo. La adrenalina seguía en su cuerpo y tuvo que madrugar para los compromisos que tiene el ganador en la catedral del tenis: atender a la Prensa, sacar un rato para comprarse un vestido e ir a la cena de gala que pone fin al torneo y en la que estuvo acompañada de Roger Federer, el campeón masculino, como ella había deseado.

Un día de locos antes de volver a cierta tranquilidad: el regreso a Ginebra, donde tiene su residencia, un poco de descanso, el paso por Barcelona para arreglar unos asuntos y, el próximo fin de semana, viajar a Los Ángeles para seguir entrenando, porque esto no para y vuelve la pista dura. El tenis es así y la hoja de ruta de la española en el próximo mes y medio, si no hay ningún contratiempo, es la siguiente: tiene previsto jugar en Stanford (aunque podría darse de baja, lo tiene que meditar), Toronto y Cincinnati antes de afrontar el último «grande» del año, el Abierto de Estados Unidos, donde tendría la oportunidad de acceder por primera vez al número uno del mundo. «No pienso en ser número uno, debe ser una consecuencia de mi juego», dijo Garbiñe en declaraciones recogidas por la web de la WTA. «Cada semana la consistencia es la clave y eso es lo que realmente estoy tratando de mejorar», continúa la española, confiada en que el triunfo en la hierba de Londres y la experiencia del pasado le ayude a encontrar esa continuidad que le estaba faltando. Desde Roland Garros 2016 hasta Wimbledon 2017 disputó 23 torneos en los que no alcanzó ninguna final y sólo en cuatro ocasiones llegó a las semifinales. El peso de ser la ganadora de un Grand Slam empezó a ser excesivo para ella, por momentos no pudo con ello, por mucho que no se sienta a disgusto bajo los focos. «Que de repente la gente te quiera preguntar cosas y averiguar sobre ti significa que lo estás haciendo bien. Yo no tengo ningún problema», confesó en una entrevista con este periódico, aunque después el agobio fue por momentos excesivo. Que todos los días le recordaran que había conquistado ese título la superó a ratos. Esa situación se volverá a repetir ahora que ha ganado en Londres, incluso puede multiplicarse. «Lo que me gustaría es aprender de cómo me fue el año pasado después de Roland Garros. Cómo mejorar e intentar seguir encontrando lo que he tenido en Wimbledon, donde he jugado muy bien durante dos semanas. Ahora me vienen muchos torneos. Sé que es muy difícil, y a ver si lo llevo mejor en esta ocasión», confesó ayer a Efe. Aparte de las evidentes mejorías en el juego (mejor lectura de la situación en cada momento, mayor control de las emociones sin perder su agresividad, más capacidad defensiva...), en la capital inglesa se la ha visto más luchadora y más centrada que nunca. Incluso después de triunfar. «Vencer aquí no va a cambiar nada», dijo. Ha aprendido a relativizar tanto las victorias como las derrotas y a no pensar que tiene que ganar todo por ser quien es, pero también es consciente de que debe ser más consistente.

La caída del «top» diez de la bicampeona de Grand Slam ha durado apenas un mes. Hoy vuelve a los puestos de honor de un ránking que estará liderado por primera vez por la gigante checa Karolina Pliskova. El circuito femenino no tiene dueña cuando no está Serena Williams, como sucede ahora, pues la estadounidense está de baja para ser mamá el mes que viene. Durante 2017 ha habido tres líderes del ránking. Serena y Kerber se alternaron en el puesto los seis primeros meses, pese a que una ni ha competido y la otra no fue capaz de ganar un torneo. Pliskova es la tercera, con 6.855 puntos, seguida de cerca por la rumana Halep (6.670). Garbiñe es quinta con 4.990. «Hay mucho ajetreo ahí arriba», confesó la tenista nacida en Caracas sobre la pelea por el reinado del circuito.

La distancia que tiene con la líder es de 1.865 puntos, pero lo que tiene que defender cada una de aquí a que acabe el año hace que la lucha esté muy abierta. 701 puntos tiene que afrontar Garbiñe por 2.531 la checa. La cita clave es el Abierto de Estados Unidos porque el año pasado la española fue eliminada en segunda ronda, en pleno apagón tras el triunfo en París, y por tanto puede sumar muchos puntos. Pliskova llegó hasta la final, donde Kerber fue más fuerte que ella.

Por edad (Muguruza cumple el 8 de octubre 24 años) y por cualidades tenísticas, todos señalan a la pupila de Sam Sumyk como la mayor aspirante a reina del circuito. «Voy a centrarme en ganar el próximo torneo», son las palabras de la española, dispuesta a dejar a un lado las obsesiones a largo plazo. En los próximos meses se verá si comienza la «era Muguruza», lo que sucederá si consigue estabilizar su juego; o si seguirá siendo –que no está nada mal– una tenista de grandes momentos. Hasta ahora, de los cuatro títulos que hay en su palmarés dos son Grand Slams, a lo que hay que añadir otra final.