Hamburgo

Un título para crecer

Nadal ganó en Hamburgo su tercer torneo del año, el primero de 2015 sobre la tierra batida en Europa. «Me ayuda a estar un poco más tranquilo», dice

Rafa Nadal posa con el trofeo de Hamburgo
Rafa Nadal posa con el trofeo de Hamburgolarazon

Nadal ganó en Hamburgo su tercer torneo del año, el primero de 2015 sobre la tierra batida en Europa. «Me ayuda a estar un poco más tranquilo», dice

En 2015 Nadal ha cumplido pocas veces con los planes que se había marcado. La irregularidad ha dominado su año y Hamburgo ha sido una de las escasas excepciones. Rafa apostó después de los disgustos de París y Londres por regresar a un torneo en el que no competía desde 2008. Se trataba de adentrarse de nuevo en la tierra batida antes de la exigente temporada americana sobre pista rápida. Había que buscar victorias para ganar tranquilidad, puntos para facilitar el acceso en noviembre al Torneo de Maestros y minutos de competición para ganar confianza ante lo que se avecina. Todo lo ha logrado en Hamburgo. Fognini fue un rival exigente en la lucha por el título. El italiano es tan talentoso como irregular. Rafa se impuso por un doble 7-5 después de dos horas y 34 minutos. Un partido exigente para lograr la que es hasta ahora la victoria más importante de la temporada.

El tercer título de Nadal este año (Buenos Aires y Stuttgart fueron los anteriores) es el primero que logra en este ejercicio sobre la tierra batida europea. Después de la gira de arcilla en primavera, por primera vez en once años se había despedido en blanco. Montecarlo, Barcelona, Madrid, Roma, París... Nada. Ahora, con 47 títulos, está a dos del récord de Vilas en esta superficie y en su carrera acumula ya 67. Pero en Hamburgo, los números son lo de menos. Cuando Rafa se arrodilló sobre la pista después de vencer al italiano se quitó un peso grande de encima y mira de distinta forma los Masters 1.000 de Toronto y Cincinnati y el Abierto de Estados Unidos. No tiene que defender ningún punto en los tres próximos torneos y son las citas clave para garantizarse el que es su gran objetivo de la temporada: volver a disputar el Torneo de Maestros. «Ahora comienza la temporada de pista dura y es una historia diferente. Voy a seguir con la misma mentalidad y este título me ayuda a estar un poco más tranquilo y añadir algunos puntos a mi clasificación de la ATP para tratar de terminar el año en el ‘‘top 8’’ de nuevo», afirmó después de superar los calambres que le torturaron en la ceremonia de entrega de trofeos.

Fognini fue un rival tan duro como esperaba. El italiano era el único jugador fuera del «top 10» que le había ganado dos veces este año: la semifinal de Río y los octavos de Barcelona. Tiene tanto talento como mala cabeza. Cuando juega bien genera problemas a cualquiera, pero tiende a dispersarse y a ser demasiado irregular. Rafa se encontró con un rival que buscó desesperadamente golpes ganadores y que en el primer set, por suerte, sólo conectó de forma esporádica. En los cuatro primeros juegos –el primero se prolongó durante 12 minutos– hubo cuatro «breaks» y cuando el partido se asentó, Nadal llevó el control, aunque sin demasiada autoridad. Fognini quería resolver con rapidez y la búsqueda permanente de «winners» contrastó con un excesivo número de errores no forzados, 39-60.

Nadal no fue el jugador que dominó con autoridad a Seppi en semifinales. Es cierto que había más rival enfrente, pero lo mejor es que se deshizo de un tipo peligroso sin necesidad de alcanzar su mejor versión. «Había perdido las últimas dos veces contra él, así que sabía que iba a ser duro. Creo que tuve una gran actitud todo el partido, muy positiva, luchando por cada bola. He tenido algunos momentos difíciles en la pista, he perdido oportunidades, pero me recuperé y seguí luchando con la mentalidad correcta. Estoy muy contento por la victoria», afirmó Rafa. De su reflexión se concluye que sin su mejor tenis, Nadal se deshizo de un jugador que este año le había generado muchos problemas. Y lo hizo en un final de partido notable. Después de dominar el segundo set por 3-1 y con la final encarrilada, Fognini empezó a conectar derechas, abrió ángulos inalcanzables y se situó con 4-5 y servicio para prolongar la final. Llegó su cruce de cables –ver detalle– y Rafa se centró en seguir jugando. Salvó un 40-15 en contra, logró el «break» y en el décimo juego levantó tres bolas de ruptura. Fognini se rindió. Nadal amanece hoy como número nueve del mundo y la próxima semana volverá a la competición en Toronto. El Torneo de Maestros está un poco más cerca.

Calambres en la entrega de trofeos

En semifinales fue una taquicardia y después de ganar el título, calambres en la pierna derecha. «Vais a tener que traer una camilla para que pueda salir de aquí porque estoy acalambrado», dijo con una sonrisa forzada con el micrófono en la mano mientras se tocaba la pierna derecha. Olvidado el incidente del segundo set (ver detalle), Rafa felicitó al italiano y de repente se llevó la mano a la pierna derecha debido a unos molestos calambres. Sin soltar el micro, Nadal realizó unos leves estiramientos, con ayuda del fisioterapeuta del torneo, para evitar que la molestia muscular se convirtiera en insoportable. No es la primera vez que Rafa sufre un problema similar después de un partido. Después de los dieciseisavos de final del Abierto de Estados Unidos en 2011, el manacorense sufrió en plena conferencia de prensa un calambre en la pierna derecha que le obligó a aplazar la comparecencia ante los medios.

El detalle

El mosqueo de Fognini con Toni y Rafa

- Fabio Fognini no es que sea una de las cabezas más estables del circuito. Sus salidas de tono son habituales y en Hamburgo lo volvió a demostrar. En el parón previo al décimo juego del segundo set, con 5-4 a su favor, Fognini se dirigió al juez de silla y le reclamó que Toni dejara de dar consejos a Rafa. Éste se percató y respondió. Fognini entonces estalló: «¡No me rompas los huevos! Hace siempre lo mismo». Nadal le miró, guardó las formas y sumó tres juegos para cerrar el partido.