Ángel N. Lorasque

Así se vive cuatro años gobernados por Vox

Cardeñuela Riopico (Burgos) fue el primer municipio con un regidor del partido de Abascal. Nicasio Gómez asegura que ni son radicales ni se impone nada a la fuerza

Cardeñuela Riopico (Burgos) fue el primer municipio con un regidor del partido de Abascal. Nicasio Gómez asegura que ni son radicales ni se impone nada a la fuerza

Cuando en 2015 Vox no conseguía más del 0,23% de los votos en toda España, en Cardeñuela Riopico, un pueblo de un centenar de personas en Burgos, otorgaba la mayoría absoluta a la formación de Santiago Abascal. Este enclave fue el primero en tener un alcalde «verde», convirtiéndose así en el laboratorio de la formación de ultraderecha que, por aquel entonces, era una rara avis en el panorama político.

Ahora, cuatro años después y tras haber conseguido más de medio centenar de diputados en el Congreso, acudimos a este pueblo «pionero» en confiar en Vox (un apoyo que ha revalidado en cada convocatoria electoral) para comprobar cómo es vivir durante cuatro años bajo la doctrina de Abascal.

Nos encontramos con Cristina a los pocos minutos de aterrizar en este pueblo «vaciado» de Castilla y León. «La gente está trabajando, vendrán más luego, pero tampoco te pienses que somos muchos», nos dice mientras da un paseo por las calles desérticas con su bebé, Tania, en el carrito. «Aquí votamos a Vox porque nos gusta el candidato, nuestro alcalde, es una buena persona, pero vamos, no te voy a engañar, a mí también me gusta lo que propone Santiago Abascal a nivel nacional», afirma la joven madre que no pierde el paso mientras hablamos.

Ella nos comenta que la vida en Cardeñuela Riopico es tranquila, que «no pasa nada raro» porque gobierne Vox y que lo único que quiere este partido es que «la gente viva mejor y hacer cambios en este sentido». «Creo que al ser nuevos pueden hacer cosas muy buenas por la gente, pero claro luego también son un poco exagerados con algunas cosas como la inmigración o lo de las mujeres, pero hay que probar», reconoce al tiempo que aprovecha para criticar a la «extrema izquierda de Pablo Iglesias. Esos no son de fiar, van de ayudar a los que menos tenemos y luego se compra una casa de muchos millones de euros», remata antes de despedirse con rapidez «porque tiene mucho que hacer en casa».

En frente, Trini carga con leña para calentar la casa, «una de las más bonitas del pueblo», dice. En breve tiene que irse a Burgos donde regenta una panadería. «Estamos al lado, no más de quince minutos, la mayoría de la gente que vive aquí trabaja en la capital», reconoce. A los pocos minutos su marido, Emilio, sale a la puerta para ver de qué hablamos. Nada más pronunciar el nombre de Nicasio Gómez, el alcalde, nos dice que es un «prepotente», él es de los pocos que no le han votado. «Mira aquí nadie sabe ni lo que es Vox, le votan a él porque les cae bien», puntualiza. Sin embargo, cuando comenzamos a hacer nuestra pequeña tertulia en el porche de la casa, se puede comprobar que su modo de pensar no va muy desencaminado con el de Abascal. «Estoy harto de que hablen de la igualdad y la violencia de género, vamos a ver, la mujer, por más que se empeñen, no puede hacer los mismos trabajos que el hombre. Ellas saben llevar la casa y hacer trabajos de oficina, por ejemplo, pero no estar en el andamio», explica con la aprobación de su esposa que, en esta ocasión no mete baza.

A este hombre de 64 años, que cuida de sus padres que cuentan ya 93, tampoco le gusta demasiado la inmigración y critica las facilidades que se les da a los que vienen de fuera mientras que a los de «aquí» no se les ayuda igual. «Fíjate, aquí vino una colombiana con sus hijos y enseguida encontraron escuela y se les dio de todo», sentencia. Vamos en busca de esta mujer, Miriam, que está al cargo del Albergue Santa Fe, donde acoge a algunos de los 500 peregrinos que hacen parada en este pueblo durante el Camino de Santiago. «A mí Vox no me gusta nada, pero fui la primera en votar al alcalde, una cosa es a quien votes en el pueblo y otra lo que haga ese partido a nivel nacional», nos cuenta.

A ella no le entusiasman los extremos, pero reconoce que la política no genera problemas en el pueblo, ya que para los pocos que son no compensa estar a malas. «Aquí he dado yo de comer a dos de los responsables del partido», dice orgullosa a pesar de mostrar sus diferencias con ellos. Y es que, al tratarse del municipio en el que por primera vez Abascal probó el sabor del éxito, no pudo faltar a la toma de posesión del alcalde, Nicasio Gómez, en 2015. «Vinieron él y Ortega Lara, nos quisieron acompañar, son personas muy agradables. Abascal es un hombre muy sensato, muy buena persona y siente las necesidades de los demás, sería un gran presidente», relata el regidor, con quien nos encontramos a la puerta de la iglesia.

Nos enumera sus éxitos durante estos cuatro años: han completado el circuito de agua potable y solucionado fugas, han hormigonado la calle real, han renovado las luminarias públicas y han efectuado charlas y talleres de mimbre y barro «para las mujeres, bueno también pueden venir hombres, pero esto parece que les gusta más ellas». Dice Nicasio que nunca había estado interesado por la política, «pero al ver que Rajoy no hacía nada contra la ley de Memoria Histórica o la de LGTBI me vi en la obligación de presentarme».

Aunque lo que más le preocupa es el retablo de la iglesia que nos enseña con devoción. «Se lo están comiendo los bichos y si no hacemos algo, se destruirá», lamenta. Se trata de una exquisita obra de Felipe Bigarny de 1528 y han hecho hasta un «crowdfunding» para rescatarlo. «Hemos conseguido 7.000 euros, pero para rehabilitarlo necesitamos 50.000», proclama. ¿Y por qué no piden ayuda a Abascal? «Él está ocupado con otras cosas como para tener que atender esto», zanja. «Desde que ha llegado Vox se han notado cambios y como hacemos las cosas bien pues repercute positivamente a nivel nacional. Aquí se han dado cuenta de que no es un partido radical, sino constitucional. No vamos a eliminar nada a la fuerza, si queremos cambios todo es por elección, no como los catalanes, eso sí que son radicales», dice el alcalde que comparte al 100% el ideario del partido.

«Sobre la ley de violencia de género creo que es discriminatoria. Malos tratos puede haber contra ancianos, niños o mujeres, puede que algo más contra ellas, pero para eso está la ley y castigar a quien lo haga si no se ha suicidado antes», añade. El regidor, que acaba de cumplir los 74 y echa poco en falta su trabajo de gestor y asesor fiscal nos reconoce más que la política lo que a él le da la vida son sus cinco nietos. Sobre su futuro en la alcaldía reconoce que él actúa como Simeone, «partido a partido. A mi edad no se sabe lo que pasará mañana, pero vamos que aunque me jubile de esto yo siempre estaré al lado de Vox».

Begoña, una vecina que lee el periódico nos confiesa que, aunque ella vote a Vox en el pueblo, no es un partido que le guste demasiado, sobre todo «por lo que dicen de los gays, eso sí. Lo de acabar con las autonomías me parece bien, pero, vamos, aquí de eso no se habla. Solo nos interesa que el pueblo esté bien», concluye. «Y con más gente», reclama el alcalde que en vez de incluirse en la denominada «España vaciada» el prefiere aludir a la «España por llenar». Es optimista, y no sólo en cuanto a repoblación se refiere. No descarta que la mayoría absoluta que él ha conseguido dos veces en el pueblo la consiga Abascal a nivel nacional.

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