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El futuro del PSOE. Pero, ¿lo tiene?

La Razón
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Hace algo más de un año, en diciembre de 2012, escribía en este mismo periódico un artículo de opinión titulado «El PSOE se disuelve como un azucarillo», donde analizaba la gran separación existente entre el partido y la sociedad y, dentro del partido, entre sus bases y sus cúpulas. Yo confiaba que con la Conferencia Política de 2013 y sin procesos electorales hasta 2014, el partido socialista cambiaría de la A a la Z, apareciendo un nuevo socialismo. No fue así.

Con la derrota sufrida en las elecciones generales del 20-N de 2011 los socialistas pasamos de gobernar a ejercer la oposición. Desde esa derrota electoral se han perdido votos y apoyo popular en todos los procesos electorales siguientes: las elecciones andaluzas, gallegas, vascas y catalanas.

Y ahora en las elecciones al Parlamento Europeo. Los resultados obtenidos por el PSOE en estas elecciones han sido los peores en la historia democrática de este partido. Algo se habrá hecho mal para que desde las elecciones europeas de 1987, con un apoyo de 7.522.706 millones de votantes (28 escaños) se pasara en 2014 a 3.596.324 (14 escaños). En 1994 se obtuvieron 22 escaños y en 1999 –tres años después de perder las elecciones contra Aznar– se consiguió subir a 24 escaños. En 2004, tras el triunfo en unas elecciones generales del Presidente Zapatero, se obtuvo un escaño más, 25. Ya en 2009, el PSOE volvió a bajar a 23 escaños.

Por fin, alguien se ha hecho responsable de estos resultados electorales: Rubalcaba. Como secretario general del PSOE, era su deber. Nadie, al menos que yo sepa, le ha pedido que dimita como secretario general. Sería una irresponsabilidad nombrar una gestora en el partido socialista en este momento. Dejará la dirección del partido en el próximo Congreso Extraordinario que se celebre los días 19 y 20 de julio. En este Congreso se elegirá una nueva dirección que lleve a unas primarias abiertas pero sin fecha.

Pero ¿era ésta la mejor opción para garantizar un futuro al PSOE? ¿Por qué no elecciones primarias primero y Congreso después? La decisión en la Comisión Ejecutiva Federal no ha estado exenta de polémica. Y el partido se ha mostrado de nuevo dividido. Ad intra, las divisiones existentes entre ambas opciones nos manifiestan la lejanía de los intereses personales –secretarios generales autonómicos y candidatos a las primarias– con los intereses generales. Con estos últimos me refiero a los intereses de los militantes, de los simpatizantes y de los ciudadanos que nos votan.

Hasta que no entendamos que el futuro del PSOE no se determina en clave orgánica –si Congreso primero y primarias después o a la inversa– el PSOE no tendrá futuro. Con el PSOE hundido, cualquier candidato lo podría hacer mejor. El problema de este partido es otro y de ello depende su futuro: recuperar sus señas de identidad en la izquierda y sus valores y aproximarse a las izquierdas de este país; recuperar la ilusión y confianza de los ciudadanos fomentando la participación de todos ellos, tanto en la gestión pública como en los procesos internos de decisión y elección de los cargos y órganos de dirección; demostrar que la democracia empieza en casa y no tener miedo a unas primarias abiertas tanto para elegir al secretario general como al candidato a la Presidencia del Gobierno; no pregonar democracia, honestidad y transparencia sin practicarla cada día; entender que en la política se está de paso y no se queda uno para siempre; trabajar para los ciudadanos y no para ser una alternativa de gobierno; redefinir su relación con el PSC; su política económica; tantas y tantas cosas más... Se trata de recuperar la identidad de izquierda, la vocación de servicio público y el respeto a la militancia y a los ciudadanos y, sobre todo, a los ciudadanos que nos votan. Es la única forma de recuperar el alma socialista que el PSOE ha perdido a pesar de años de historia y de garantizar un futuro a este partido.