Podemos

La plaza Podemos contra Echenique «el inquisidor»

El plan de Pablo Iglesias es esperar, si su ansiedad se lo permite, a que Sánchez se consuma para autoerigirse como líder de la oposición

El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, el pasado 26 de julio
El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, el pasado 26 de juliolarazon

El plan de Pablo Iglesias es esperar, si su ansiedad se lo permite, a que Sánchez se consuma para autoerigirse como líder de la oposición

Aumenta el escándalo por cómo Pablo Echenique mantuvo sin contrato y sin cotizar a la Seguridad Social a su asistente. Sus disculpas iniciales alegando que sólo «fueron unos meses» y que, si lo hizo, fue para no perjudicar a «una persona necesitada» se desmoronan. Ahora también se sabe que Echenique, además de haber mantenido en la economía sumergida a su cuidador 14 meses en 2015, siendo ya político, en 2012, cuando ejercía como científico del CSIC en la Universidad de Zaragoza, cobrando un salario mensual de 2.464 euros netos, más 337 euros al mes por la Ley de Dependencia en concepto de atención en el entorno familiar, actuó de la misma sórdida manera. Difícil seguir manteniendo, como hizo Pablo Iglesias, que es «un referente moral». De hecho, pese a la disciplina que impera en este tipo de formaciones, comienzan a escucharse en la «Plaza Podemos» críticas resaltando que los políticos, además de cumplir la Ley, deben mantener comportamientos éticos que les permitan ser ejemplares. Y de no serlo, tienen que asumir su responsabilidad política dimitiendo.

Precisamente cuando volvemos la vista, con este «caso Echenique», a la Ley de Dependencia que ampara a Echenique, pese a que él se haya olvidado de los derechos sociales de su asistente y de los deberes legales que tenía como empleador, ya me hubiera gustado haber tenido la oreja puesta en la llamada que realizó la tarde del 26-J José Luis Rodríguez Zapatero (el máximo promotor de la citada Ley de Dependencia) a Juan Carlos Monedero. Son conocidas las buenas relaciones entre el ex presidente y algunos de los fundadores de Podemos. Desde que Zapatero coincidió con Iglesias en una cena convocada por José Bono, han mantenido un contacto fluido. Parece ser que, en las horas previas al veredicto de las urnas, Zapatero dio por hecho ante Monedero el «sorpasso» sobre el PSOE. Pero no, el adelantamiento no llegó a materializarse.

Y Pablo Iglesias se estrelló contra sus ansias de superar a toda costa a Pedro Sánchez. Aquel descalabro respecto a las encuestas dejó una dolorosa resaca personal en el líder morado. A tenor del bajo tono exhibido ante la prensa tras su última audiencia con el Rey, Iglesias aún sigue digiriendo el duro golpe. La única certeza ahora mismo es que Podemos votará «no» a una investidura de Mariano Rajoy. Y su análisis de situación pasa por cruzar los dedos para que Sánchez le dé la alegría de permitir que el presidente del Gobierno en funciones siga en La Moncloa en esta decimosegunda Legislatura.

De otorgar Sánchez su abstención a Rajoy, Iglesias tiene ya previsto sacar rédito del salto socialista y autoproclamarse «principal y único partido de la oposición» liderando un bloque de 67 diputados, después de que los 4 de Compromís se hayan marchado al Grupo Mixto. No lo tendrá fácil. Claro. En su «grupo confederal», las confluencias se han garantizado autonomía y reconocimiento propio para tener voz e iniciativa en el Congreso. Si logra mantener prietas las filas pondría toda la carne en el asador para seguir ganarse los focos y marcar la agenda mediática cada día, tal como ha venido actuando desde que irrumpió en la carrera política.

Queda claro que Iglesias va paso a paso. Y el primero es propiciar que el foco permanezca sobre el PSOE y C’s para achacarles ser los potenciales facilitadores de la investidura de Rajoy. Fuentes de Podemos aseguran que «a Iglesias le interesa en este momento permanecer ajeno a los movimientos de sus rivales políticos, reduciendo incluso al mínimo sus apariciones públicas». Sus colaboradores le han aconsejado aparcar la otra posibilidad, la del Gobierno alternativo. «Esa posibilidad no es viable», ya ha llegado a manifestar Iglesias.

Queda por ver si Iglesias es capaz de permanecer inmóvil. «Su ansiedad le consume», insiste alguien que le conoce bien. Y las dudas sobre su plan pueden pasarle una mala jugada y hacerle sentir vértigo a nada que Sánchez tarde más de la cuenta en caer en la mano tendida de Rajoy, si lo hace... en pos del sentido común y el interés general. «Esa espera», asegura la misma fuente, «no va a ser nada fácil para Pablo», que todavía debe encontrar su propio espacio y darle a su partido unas estructuras que le permitan consolidarse, alejado del «gamberrismo» que impera en una fuerza llena de anti-sistemas. Pero, no se puede sorber y soplar al mismo tiempo. De ahí que tenga entre manos una gran decisión: si quiere salir del aislamiento no puede seguir volando todos los puentes. Aunque no sea sencillo encontrar ese equilibrio en un partido penetrado de corrientes que durante años han transitado por la izquierda más radical y los extremos del sistema político.

El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, admitió ayer que no tiene «apuntadas las fechas exactas» en las que tuvo un asistente que le ayudaba en casa, sin contrato y sin Seguridad Social, e hizo hincapié en que no ha mentido sobre las fechas ni ha ocultado información. «Animo a cualquiera a buscar una declaración mía poniendo fechas, nunca he sido muy preciso en los años porque como cualquier familia normal no lo tengo todo apuntadito desde el principio de los tiempos», dijo ayer en varias cadenas de televisión en referencia a las informaciones publicadas por «El Heraldo de Aragón».