Videos

«Unos niños veían cómo su madre se desangraba. No entendían nada»

Víctimas del atentado narran a LA RAZÓN cómo vivieron los primeros minutos: «Iba haciendo eses para atropellar a más gente»

Un equipo de sanitarios traslada a una de las víctimas atropelladas por los terroristas, ayer, en las Ramblas
Un equipo de sanitarios traslada a una de las víctimas atropelladas por los terroristas, ayer, en las Ramblaslarazon

Víctimas del atentado narran a LA RAZÓN cómo vivieron los primeros minutos: «Iba haciendo eses para atropellar a más gente».

Carlos Alarcón no se podía creer lo que estaba sucediendo. Se encontraba subiendo las escaleras de la salida de la estación de metro de plaza de Cataluña junto a su mujer, su hermana y sus hijos, justo en la esquina de la calle Pelayo con el inicio de las Ramblas donde la furgoneta iniciaba los salvajes atropellos. Allí, según explicó a LA RAZÓN, escuchó un ruido dantesco: «Empezó a sonar como si cortasen madera». Cuando asomó la cabeza, se encontró con la escena del atentado. «Iba bajando en dirección al Liceo y, de repente, me encontré a una furgoneta haciendo eses para atropellar a más gente», relató. Finalmente el vehículo acabó su marcha en el mercado de La Boquería, a sólo unos metros del conocido coliseo. Alterado todavía por los sucesos que había vivido, afirmó que había podido ver en el interior del vehículo a dos individuos. Al ver lo sucedido, Alarcón –de origen ecuatoriano–, y su familia echaron a correr en dirección a El Corte Inglés que hay situado en plaza Cataluña, aunque pudieron ver por el suelo a algunas personas ensangrentadas. Tal y como explicó, solo pudieron resguardarse sus familiares, ya que cuando él quiso acceder al centro comercial, se lo impidieron porque justo, en ese momento, bajaron las persianas y no le permitieron entrar. No obstante, de una carrera pudo subir hacia Gran Vía, donde finalmente quedó a salvo.

Otro testimonio recogido por este diario es el de Gaetano Celestri, un turista italiano que apenas era capaz de articular palabra, tal era su shock por haber presenciado la tragedia. En su caso, se cruzó con el atropello en La Boquería, justo al final del recorrido del terrorista. Allí, su primera reacción fue de incredulidad y pánico ante los hechos. Celestri contempló cómo la furgoneta se acababa empotrando contra uno de los kioscos que hay a lo largo del paseo y lo primero que hizo fue ponerse detrás de un árbol para esconderse. Desde allí vio que «había mucha gente tirada en el suelo llena de sangre», y tras ello empezó a correr hacia arriba, en dirección hacia Paseo de Gracia.

En todos los testimonios recogidos las palabras «confusión», «miedo» y «consternación» son las más repetidas. En el caso de Osman, un joven marroquí de 20 años –traumatizado tras presenciar los atropellos– su reacción fue la de correr y correr, tanto que no paró hasta que sus pulmones no dieron para más: «Estuve una hora corriendo, no podía sacarme de la cabeza las horribles imágenes que había visto». «Estaba comprando tabaco en un estanco y oí un ruido tremendo. Al girarme ví a decenas de personas, muchos niños, tirados en la Rambla, heridos». «No puedo olvidar a una madre tumbada en el suelo, mientras se desangraba y a su lado dos niños pequeños que me miraban sin entender nada...», explicó el joven.

Las Ramblas es el punto turístico por excelencia de la Ciudad Condal. Cada día, cientos de miles de personas pasean por ellas, desde Colón a plaza de Cataluña. No obstante, desde hace unos años son pocos los barceloneses que la frecuentan. La presión turística es una de las razones y, la otra, es precisamente el miedo a que se produzca un atentado. Meritxell es una de ellas. «Desde hace tiempo lo comentamos en mi grupo de amigos, lo cierto es que entre los barceloneses se lleva percibiendo cierto miedo a un ataque terrorista. Muchos somos los que pensamos que era cuestión de tiempo». Y añade: «En mi entorno de familiares y amigos, todos residentes en Barcelona, hemos estado tentados a irnos a vivir a las afueras, las escenas de Mossos con metralletas en lugares como la Sagrada Familia nos han hecho a muchos replantearnos vivir aquí», comenta.

Como Meritxell, Eva es otra de las vecinas de Barcelona que evita frecuentar los puntos más turísticos. Pero ayer tuvo que hacerlo. «Soy autónoma y tuve que visitar mi negocio, situado cerca de Colón. Al finalizar, quise dar un paseo hasta plaza de Cataluña». Allí, relató a este diario: «Pensé en coger el metro, porque es línea directa hacia mi casa», pero el destino quiso que no viviese en primera persona el horror que sucedió poco después. «Fui madre hace dos meses, y aunque la idea era ir caminando hasta el final de Las Ramblas, a mitad me cansé y decidí coger el metro en la parada del Liceo». Justo cuando iba a entrar, «vi estrellarse a una furgoneta y a gente corriendo despavorida a las tiendas y en todas direcciones». Por suerte, ella pudo entrar antes de que cerrase la puerta de la estación. «Me ha tocado la lotería», suspira.