Política

Rajoy: «Hemos ido claramente hacia arriba en esta campaña»

Rajoy: «Hemos ido claramente hacia arriba en esta campaña»
Rajoy: «Hemos ido claramente hacia arriba en esta campaña»larazon

El presidente reflexiona sobre el valor que concede a la agresión que sufrió: «Me niego a extraer consecuencias políticas». Sobre sus rivales electorales: «Ninguno me ha dado motivos para desconfiar de ellos».

«Lo ocurrido debería servir para que todos, políticos y medios de comunicación, hagamos pedagogía de la tolerancia, del respeto y del civismo. Son valores que articulan las sociedades desarrolladas». El ejercicio de reivindicación de la normalidad con el que el presidente del Gobierno y candidato del PP, Mariano Rajoy, ha intentado pasar página de la grave agresión que sufrió el pasado miércoles en Pontevedra, por parte de un joven de 17 años, contrasta con la obligada reflexión interna que este incidente ha provocado entre su cuerpo de seguridad. Rajoy ha impuesto la moderación en la reacción de los suyos, una decisión personal que se ajusta a lo que ha sido el perfil que ha mantenido durante toda la legislatura, incluso con el coste de la crítica de algunos dentro de su partido.

LA RAZÓN ha compartido un rato de conversación con Rajoy cuando ya es inminente el cierre oficial de esta excepcional campaña. Reflexiona en alto sobre el valor que concede a su agresión, sobre sus rivales políticos, sobre el día después de las elecciones o sobre su futuro y las primeras medidas que llevará al Consejo de Ministros si consigue mantener el poder.

En cuanto al altercado de Pontevedra, el candidato popular no busca responsabilidades políticas ni tampoco depurar posibles fallos de seguridad en el dispositivo que le protege, no ya como candidato, sino como presidente del Gobierno. «Quiero agradecer a los funcionarios que se encargan de mi seguridad la rapidez y diligencia con la que actuaron. Hemos hecho decenas de paseos multitudinarios por toda España y han hecho una gran labor», sentencia cuando se le pregunta directamente si pudo haber alguna relajación excesiva en la burbuja de su seguridad por la estrategia de su campaña de buscar la cercanía con la gente. Rajoy se niega a buscar responsabilidades entre su equipo, y también se niega a señalar presuntas responsabilidades políticas frente a la tentación de ir por esa dirección que sí han tenido algunos dentro de las filas de su partido. A horas de que se baje el telón de la campaña el presidente se impone sobre el candidato y el sentido de Estado sobre los intereses de partido. «Me niego a extraer consecuencias políticas de lo que ha pasado. Lo único que debemos hacer entre todos es reflexionar sobre la cultura de odio y radicalización que se está instalando en algunas personas».

El líder del PP lleva muchas campañas a sus espaldas. Pero ésta la estaba «disfrutando» especialmente por sostenerse en su presencia en la calle. Ésta era la carta de originalidad que han querido jugar. No hace tanto que el PP y Rajoy tenían que esquivar los actos en el exterior porque siempre había alguna movilización de protesta. Y ante estos comicios apostaron por pocos mítines y mucho paseo, buscando la relación directa con el ciudadano, el mano a mano. Una campaña de cercanía para desmontar el eslogan de que Rajoy es un político de plasma. Y hasta el miércoles, hasta ese incidente excepcional, todo había transcurrido con una normalidad sorprendente incluso en las filas populares, después de una legislatura incómoda y con coste en el apoyo popular por las decisiones que tuvieron que adoptar al principio para gestionar la crisis económica.

El candidato del PP aísla la grave agresión del miércoles y prefiere quedarse con lo positivo. De hecho, en estos quince días, la sensación que ha dejado en el equipo que le acompaña es la de que se lo estaba pasando bien con la batalla electoral. Es una contienda difícil e intensa, pero después de cuatro años encerrado en el búnker de La Moncloa, dedicado al cien por cien a la evolución de la situación económica, Rajoy le ha tomado gusto al paseo. Hasta el tiempo le ha acompañado.

Rajoy tiende a mantener la tranquilidad, aunque es consciente de que la situación es complicada. Sabe que puede ser la lista más votada y quedarse fuera del poder si no pacta. De hecho, el sociólogo Pedro Arriola ya ha señalado en sus análisis internos que el problema no lo tienen el domingo, sino el lunes 21, es decir, en la administración de los resultados electorales y en la negociación postelectoral. Mientras llega ese escenario, Rajoy se ha ajustado a su libro. En el contenido y en las formas. Como presidente del Gobierno no ha modificado, por ejemplo, su hábito de escribirse él personalmente, en anotaciones casi ininteligibles, los mítines. Cada mañana, como hacía cuando estaba en la oposición, ha recibido el dosier con la información de los sitios que entraban en su agenda del día. Una obsesión por conocer el detalle de la radiografía de la «plaza» que visita, entre ellos, por supuesto, los números del reparto de escaños, que los suyos ligan, en tono de broma, con la deformación profesional que deja la condición de opositor.

En la conversación con este periódico, el presidente hace balance y asegura que «esta campaña la ha disfrutado muchísimo». El contexto, la tensión, la competencia de los emergentes, anima a pensar lo contrario, pero Rajoy se reafirma. «A pesar de lo de Pontevedra, ha sido una de las campañas más divertidas que recuerdo haber hecho en muchos años. Hemos tenido muchísima presencia en la calle, con alegría, con muy buen ambiente. Y eso anima mucho a los candidatos, al menos a mí. Me he hecho «selfies» con media España. «En definitiva, ha sido una campaña alegre y animada, como corresponde a la época y al estado de ánimo del país».

Mantenga o no el poder tras las elecciones del domingo, es muy posible que ésta sea la última campaña a la que Rajoy se presenta como candidato del PP a la presidencia del Gobierno. En el Congreso Nacional que el PP celebrará tras las elecciones generales hablarán de la apertura del partido a más participación de los militantes y también de la limitación de mandatos. Pero, de momento, Rajoy no anticipa escenarios de partido, y sí mira al futuro de su nuevo Gobierno. «A mí lo que me motiva es el horizonte de seguir creando empleo. Si pensamos en la rapidez y en la solidez con la que hemos conseguido dar la vuelta a la situación en la que se encontraba España tenemos motivos para estar esperanzados. Este país es formidable y puede dispararse en los próximos años si mantenemos las políticas acertadas. Nosotros prometemos dos millones de empleos y somos los únicos que lo hacemos. Eso es lo que más me motiva, pensar dónde puede estar España en los próximos cuatro años».

Casi cuando ya se puede medir en horas el tiempo que queda para que los españoles acudan a las urnas Rajoy se niega a hacer cábalas sobre el resultado electoral.

«Ni Iglesias ni Rivera me han dado motivos para desconfiar»

Contundentemente se aparta de las quinielas. «Toca trabajar hasta el último minuto para convencer al mayor número posible de españoles. Y somos ambiciosos. Hemos ido claramente hacia arriba en esta campaña. Y lo que decimos a los españoles es que cuantos más votos reciba el PP, más confianza nos otorguen, más estabilidad y más seguridad tendremos para afrontar los retos del futuro».

– ¿Y qué es lo que más le preocupa del día después de las elecciones?

–El día después de las elecciones saldremos de dudas sobre lo que quieren los españoles para su futuro. Yo sólo espero que a nadie se le olvide que la prioridad en España tiene que seguir siendo la creación de empleo.

Todas las encuestas han dado la victoria a la lista del PP, pero una victoria tan ajustada que no conjura la alternativa de un Gobierno del PSOE con Podemos, a la espera de que a partir del domingo se confirme si Ciudadanos cumple su palabra de no apoyar ni al PP ni al PSOE si no es la fuerza más votada. Ante la pregunta de si en estas circunstancias él preferiría gobernar en solitario o buscar un acuerdo de estabilidad con el partido de Albert Rivera, el presidente sentencia que «lo ideal» sería un Gobierno estable, «con un programa claro para la legislatura y unos apoyos sólidos para sacar adelante el proyecto». «Lo peor sería dar marcha atrás en las políticas que nos han permitido mejorar la situación del país. Lo segundo peor sería entrar en una época de inestabilidad que paralizara las reformas que España aún necesita para salir definitivamente de la crisis». No hay manera de que coloque el foco en el partido de Albert Rivera, pero de su discurso, entre líneas, sí se deduce que entiende que la advertencia del líder de la formación naranja de desentenderse de la gobernabilidad, si no es el candidato a presidente, abre la puerta a la coalición entre socialistas y Podemos. O a un Parlamento ingobernable.

Otra de las incógnitas del domingo la marca el resultado del PSOE. Si aguantará, como señalan los sondeos, como segunda fuerza, y con qué resultado.

–¿Le preocupa que el PSOE consiga un mal resultado? ¿Sería un golpe para el bipartidismo?

–Como todo el mundo sabe, yo soy un ferviente defensor del bipartidismo. Creo que da estabilidad a los países y que ayuda a prosperar. Si usted lo piensa, los grandes países del mundo, las democracias más consolidadas, cuentan con sistema políticos bipartidistas.

–¿Pero quién cree que será la segunda fuerza el domingo por la noche?

–Es una pregunta de difícil respuesta. En estas elecciones, lo único que parece claro es que el ganador va a ser el Partido Popular.

Esta última semana de campaña Rajoy no ha regresado ninguna noche a dormir a Moncloa. Es uno de los «costes» de la contienda electoral que peor lleva. Estar con su mujer y sus hijos, aunque sea poco tiempo, es una especie de bálsamo en medio de la tensión de estos días. Le da tranquilidad y le permite, como posiblemente a todos los candidatos, salir de una burbuja en la que todo se lo come la ebullición electoral. Cuando no regresa por la noche a Moncloa, las cenas son ese momento en el que el presidente se relaja. Prefiere compartirlas con sus colaboradores que romper con el día en la soledad de su habitación. En esto, sus cuatros años en Moncloa no han cambiado sus hábitos. Y en esta tregua con la política, Rajoy no tiene casi nada que ver con la imagen pública que se ha asentado de él como líder del PP. Es buen conversador, hasta divertido. Y sabe hacer gala del tópico de la retranca gallega. «En el corto alcance es un tío muy normal. Desconecta como lo hacemos todos. Si hace falta, para salirse de la rutina de la campaña se puede coger el ‘‘Hola’’ o el ‘‘Marca’’, lo que tenga más a mano», explica uno de los colaboradores que le acompaña habitualmente en los actos electorales. Eso sí, Rajoy sigue teniendo esa predisposición a la timidez cuando se le quiere llevar al terreno más personal.

–¿Qué ha aportado La Moncloa a su familia? ¿O le ha quitado más de lo que le ha dado?

–Gracias principalmente a mi mujer, mi familia ha tenido en estos años una vida tranquila, ordenada y absolutamente normal. Creo que todos han podido hacer una vida bastante similar a la que hacíamos antes de que yo fuera presidente.

A medida que avanza la conversación, también es obligada la pregunta sobre los líderes de los dos partidos emergentes, que están marcando la campaña en un contexto político sin precedente en democracia. Yendo más allá de las diferencias políticas, «¿quién le da más confianza en lo personal, Iglesias o Rivera?». «Ninguno me ha dado motivos para desconfiar. Espero mantener en el futuro las mismas relaciones institucionales que hemos mantenido en estas semanas previas a las elecciones. Creo que hemos sorteado con una imagen de unidad momentos de mucha tensión, y creo que eso ha sido bueno para todos y ha permitido tener una campaña electoral positiva». Para apostillar a continuación: «Aunque también es cierto que han sobrado alguna expresiones muy poco afortunadas».

Rajoy se ha batido en esta campaña hasta con la edad de sus rivales, dentro de la pugna entre experiencia y cambio que se ha sostenido en el principio de identificar el «cambio» con la renovación generacional. La edad de sus rivales han hecho más mayor al candidato del PP y ha influido también en algunas de las decisiones de la estrategia de la campaña popular.

Pero ante la pregunta directa, y más personal, de si él se ha sentido en algún momento mayor compitiendo por el voto con adversarios que rondan, arriba o abajo, los cuarenta, Rajoy responde sin pensárselo: «¡Evidentemente, soy mayor que ellos! Pero eso, créame, tiene algunas ventajas. Por ejemplo, he visto algunos errores que yo ya no cometo. La juventud es algo fabuloso, pero la experiencia también es un valor». Y ahí se queda, porque aunque se le tire de la lengua, el presidente calla sobre esos errores que imputa a sus rivales por culpa de su juventud.

–¿Pero qué le queda por hacer en política?

–Mi objetivo ahora es lograr ese objetivo de 20 millones de españoles con trabajo. Y a ello dedico toda mi energía.

–Si gobierna, ¿éste será su último mandato? ¿Se aplicará el principio del límite de los ocho años?

–Eso es algo que todavía no me he planteado.

–Pero sí habrá pensado ya cuáles serán las primeras medidas que llevaría al Consejo de Ministros si sigue gobernando.

–Todo el mundo nos conoce. Sabe cómo somos y sabe que nuestra prioridad va a seguir siendo la que hemos tenido en esta legislatura: crear empleo y llegar a esos dos millones de nuevos puestos de trabajo en los próximos cuatro años. Las primeras medidas irán en esa línea.

La campaña se cerrará esta noche bajo el interrogante de los pactos postelectorales y de cómo resistirá el bipartidismo la entrada de Ciudadanos y de Podemos en el nuevo Parlamento. Rajoy dice sentirse tranquilo. Cree que la campaña, en líneas generales, le ha salido «bien» y le ha ayudado a reforzar sus posiciones donde lo necesitaba. En el cara a cara no consiguió sus objetivos por la ofensiva al ataque del líder socialista, pero en su equipo precisan, como justificación en su defensa, que «la campaña es mucho más que los debates televisivos». Rajoy, por cierto, no se aplica el listón de Sánchez de considerar como un fracaso personal que no consiga gobernar. Quizás aquí está uno de esos errores de sus rivales que atribuye a su falta de experiencia. «En absoluto. Si gano intentaré formar un Gobierno estable y democrático, y lo que siempre ha ocurrido en España, es que se deje gobernar al ganador de las elecciones. Los pactos de perdedores no suelen traer ningún bien a los ciudadanos».

Rajoy cierra la conversación con una mirada de nuevo a la agresión de Pontevedra. «Voy a seguir paseando por las calles de España con absoluta libertad y tranquilidad. Lo ocurrido en Pontevedra no representa para nada a la sociedad española, que es una sociedad madura, tolerante y sensata».