Manifestaciones violentas

España no se para a golpes

Los piquetes informativos recibieron ayer con amenazas, pedradas, pintadas y petardos a los ciudadanos que intentaban acceder a sus puestos de trabajo. Los enfrentamientos con los sindicalistas fueron la tónica de una jornada de enfrentamientos en la que 43 agentes de la autoridad resultaron heridos

Una sindicalista trata de convencer a un comerciante de Sol de que eche el cierre
Una sindicalista trata de convencer a un comerciante de Sol de que eche el cierrelarazon

«¡Esquiroles, hijos de puta!»
MADRID- El dispositivo policial desplegado para la novena huelga general de la democracia daba ya una pista de las intenciones de piquetes y radicales de convertir Madrid en un campo de batalla. 22 grupos de las UIP, más de un centenar de agentes de las UPR (entre zodiacos, alazanes, centauros y caballería), la unidad Cóndor (el helicóptero del CNP) y Policía Municipal tenían perfectamente distribuidas sus zonas a cubrir. Las informaciones de la Brigada de Información eran claras y no se equivocaron mucho: no habría muchos piquetes (menos que en la huelga del 29 de marzo) pero sí radicales antisistema con ganas de liarla. Los últimos se hicieron notar desde primera hora por Cea Bermúdez, Ciudad Universitaria y Centro destrozando mobiliario urbano. Más ruido hicieron los «bucaneros», que se pasearon por los bares de Vallecas obligando a cerrar a los propietarios con insultos, pegatinas en los escaparates y petardos «intimidatorios».

«Nos han cantado canciones de amor», bromeaba un agente una vez normalizada la situación. El grupo zodiacos tenía encomendada la custodia de autobuses de personal de la EMT, cocheras (junto con las UIP) y algunos Zara y El Corte Inglés, comercios emblemáticos donde a los radicales les luce plantar su firma. Sobre las 2:30 horas un grupo boicoteaba tres comercios hosteleros en la Puerta de Alcalá para continuar por Serrano cortando el tráfico.

Firmas radicales en los comercios
Tras proceder a su identificación terminaron desistiendo y se marcharon... a la sede de UGT en Avenida de América. Una hora después, a través del canal de Seguridad Ciudadana que se escucha por los «walkies» policiales –con muy mala cobertura, lo que obliga a los agentes a tirar permanentemente del móvil si quieren enterarse de algo–, se informa de que hay un grupo de unos 30 antisistema haciendo barricadas con contenedores en Espoz y Mina.

El inspector jefe del grupo recuerda lo que puede pasar: «Si los queman, se procede a su detención en aplicación del Código Penal si sólo están obstaculizando, se los identifica y se los propone para sanción». Minutos después llega otro aviso: están colocando tachuelas en las cocheras de Entrevías. El Selur pasa a limpiar la zona, como así le ordenarían horas más tarde con el mayor problema de tráfico de la madrugada: unos neumáticos ardiendo en la A-3 que provocaron una veintena de kilómetros de rentenciones. Las tradicionalmente conflictivas cocheras de la EMT estuvieron ayer más desoladas que nunca, si bien en las de Fuencarral se detuvo a dos personas.
El reducido piquete de Entrevías se había marchado antes de las seis dejando el suelo lleno de «merchandising sindicalero». Allí también se detuvo a otro integrante de un piquete que intentó agredir a un trabajador y en el parque de enfrente se intervinieron dos armas blancas. Si la madrugada fue más bien tranquila –los repartidores trabajaron con total normalidad– , el día fue desperezando a los piquetes más radicales, que fueron sembrando de coacciones y miedo los comercios más vulnerables, aquellos que no contaban con custodia policial y se vieron obligados a echar el cierre por momentos para, una vez perdidos de vista los piquetes, volver a abrir con normalidad. El clásico de la silicona en las cerraduras también obligó a más de un comerciante a retrasar su horario de apertura.
Según la Confederación Española de Comercio, el pequeño y mediano comercio dejó ayer de vender unos 120 millones de euros. Y es que a la hora de increpar a los trabajadores al grito de «esquirol, hijo de puta» o lanzar petardos a las puertas de los comercios, los piquetes no se fijaron si llevaban o no el brazalete naranja, un invento del 15-M para que lo luzcan aquellos que no puedan hacer huelga pero que estén descontentos. La gran novedad del día fue el paro casi masivo en Cobo Calleja, nada habitual en el trabajador asiático.