Estados Unidos

Barack Obama, un optimista convencido y agarrado a la esperanza

Liberado del corsé inherente a las campañas políticas, Obama no ha tenido pelos en la lengua para denunciar, visiblemente molesto, la xenofobia de Trump

El presidente, Barack Obama, habla durante la Convención Demócrata
El presidente, Barack Obama, habla durante la Convención Demócratalarazon

En varias ocasiones, Obama ha comentado que cuando termine su mandato seguirá siendo «muy joven» y se ve volviendo «a hacer el tipo de trabajo que hacía antes», cuando fue trabajador social en Chicago.

Tiene fama de frío e imperturbable, pero en la recta final de la Presidencia Barack Obama se ha relajado y ha mostrado su lado emotivo contra la violencia de las armas, indignación contra Donald Trump, un aprecio sincero hacia Hillary Clinton y, por encima de todo, su arraigado optimismo.

Optimista y esperanzado sobre el futuro del país, emocionado por momentos y molesto con Trump en otros. Así se le vio hoy, en su discurso ante la Convención Demócrata para apoyar la candidatura presidencial de su "amiga"Hillary Clinton.

Este año rechazó hablar en la ceremonia de graduación de la secundaria de su hija mayor, Malia, porque, según dijo, no hubiera podido dejar de llorar y no quería avergonzarla.

Pero, en enero pasado, no pudo o no quiso contenerse cuando compareció en la Casa Blanca para presentar nuevas medidas ejecutivas sobre el control de las armas de fuego y, entre lágrimas, recordó a los 20 niños asesinados en el tiroteo en la escuela Sandy Hook de Newtown (Connecticut) en 2012.

"Cada vez que pienso en esos niños me enfurezco", declaró entonces Obama, quien también lloró ante las cámaras el día que ocurrió esa matanza y cuya mayor frustración como presidente ha sido el fracaso de sus esfuerzos contra la violencia causada por las armas.

Otra masacre reciente, la de junio de 2015 en una iglesia de la comunidad negra en Charleston, también conmovió al mandatario, quien se dejó llevar durante la elegía en memoria de las víctimas y cantó el "Amazing Grace", un himno cristiano sobre la fuerza de la fe.

Liberado del corsé inherente a las campañas políticas, Obama no ha tenido pelos en la lengua para denunciar, visiblemente molesto, la xenofobia de Trump, candidato republicano a la Casa Blanca.

"¿Dónde va a parar esto?", clamó Obama en junio pasado sobre la retórica xenófoba del magnate, tras la matanza de 49 personas en una discoteca de Orlando.

Más allá de Trump, Obama también ha hablado, alto y claro, contra la "pequeñez"de la política actual frente a la "magnitud"de los desafíos que enfrenta el país. "Es uno de los pocos pesares de mi presidencia, que el rencor y la desconfianza entre los partidos ha empeorado en lugar de mejorar", reconoció en su último discurso sobre el Estado de la Unión.

"No podemos avanzar si todo lo que hacemos es destrozarnos unos a otros", advirtió en febrero en Springfield ante la Asamblea General (parlamento estatal) de Illinois, en cuya escalinata presentó su primera candidatura a la Casa Blanca el 10 de febrero de 2007.

Ahora, con una popularidad superior al 50 %, "cree"en Hillary Clinton para guiar a un país dividido, lejos todavía de la reconciliación racial por la que él abogó en su memorable discurso en la Convención Demócrata de 2004.

No ha decidido, o no quiere contar, lo que piensa hacer tras dejar la Casa Blanca en enero, pero por ahora se quedará a vivir con su familia en Washington, en un barrio del noroeste de la ciudad, para que su hija menor, Sasha, pueda terminar la educación secundaria.

Malia, con 18 años recién cumplidos, se tomará un año sabático antes de incorporarse a la universidad de Harvard en otoño de 2017.

En varias ocasiones, Obama ha comentado que cuando termine su mandato seguirá siendo "muy joven"y se ve volviendo "a hacer el tipo de trabajo que hacía antes", cuando fue trabajador social en Chicago.

Chicago es el hogar de su esposa, Michelle, pero le ha dado mucho a Obama. La familia mantiene su casa en la parte sur de la ciudad, la misma zona donde se construirá la biblioteca sobre su legado presidencial.

Nació un 4 de agosto de 1961 en Hawai, el estado más joven y lejano de EEUU, y le pusieron de nombre Barack como su padre, un economista keniano educado en Harvard, pero quien realmente le marcó fue su madre, Stanley Ann Dunham, una antropóloga de Kansas.

Tras la separación de sus padres cuando apenas tenía dos años, el pequeño Barack Hussein volvió a ver a su progenitor solo una vez más y el nuevo matrimonio de su madre lo llevó al país de su padrastro, Indonesia, donde se educó en escuelas musulmanas y católicas.

A los 10 años su madre lo envió de vuelta a Hawai, con sus abuelos, para que recibiera una mejor educación. En su adolescencia tuvo escarceos con las drogas y estaba más pendiente del baloncesto que de los libros, pero fue un alumno brillante y terminó estudiando Políticas en la Universidad de Columbia y Derecho en Harvard.

Su abuela materna, Madelyn Payne Dunham, fallecida el día antes de su triunfo electoral del 4 de noviembre de 2008 y quien lo quiso "más que a nada en el mundo", lo inspiró a pensar en grande.

Ella "creía en la promesa fundamental del sueño americano"de la recompensa al trabajo duro "y nos resucitó"con su ejemplo, según confesó su esposa Michelle, la abogada con la que comparte su vida desde 1992. EFE