Refugiados

Crisis de los refugiados: «Se va a cortar el grifo a los países desobedientes»

Ante el reto de los refugiados, las instituciones europeas buscan una política de asilo común en toda la UE. Avramopoulos reconoce que "no hay nada que haya puesto más en peligro el proyecto europeo que la migración".

Crisis de los refugiados: «Se va a cortar el grifo a los países desobedientes»
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Ante el reto de los refugiados, las instituciones europeas buscan una política de asilo común en toda la UE. Avramopoulos reconoce que "no hay nada que haya puesto más en peligro el proyecto europeo que la migración".

Los muertos en el Mediterráneo no cesan (1.770 personas en lo que va de año) y la inseguridad de la que huyen en países como Afganistán, Siria, Irak... tampoco ha concluido. Puede que ya no se vean las imágenes del verano de 2015, que recordaban a la II Guerra Mundial, pero el número de población desplazada y solicitante de asilo es mayor a la de entonces.La Unión Europea ha comprendido que ante el reto actual la legislación no estaba acorde con los tiempos, por lo que desde el Parlamento Europeo (PE) se está trabajando en una actualización de las leyes europeas sobre asilo y refugio.Sin embargo, el principal enemigo está en casa, pues hay países de la UE que se niegan a acoger personas mientras que en otros Estados miembros es la opinión pública la que es contraria a la acogida.

Ante esta difícil tesitura, el comisario de Migración y Asuntos de Interior, Dimitris Avramopoulos, señaló ante un grupo de periodistas europeos en Bruselas, invitados por la Eurocámara que "no hay nada que haya puesto más en peligro el proyecto europeo que la migración. Ni siquiera la crisis económica”.

Durante estos días de seminario, los representantes de las instituciones comunitarias han insistido en que se debe compartir la responsabilidad de los solicitantes de asilo entre todos los Estados miembros. Hay países que aún no han cumplido con la cuota de redistribución de refugiados, como es el caso de España, pero es que hay países que directamente rechazan recibirlos o reubicarlos, como es el caso de Polonia. “Los países tienen sus más y sus menos respecto a una política de asilo común. No es tan fácil”, se disculpó la eurodiputada Cecilia Wikstrom, encargada de revisar y negociar el sistema común de asilo, aunque es optimista de que el Parlamento Europeo se podrá conciliar para encontrar compromisos comunes. Para la política sueca, “el convenio de Dublín está más muerto que muerto” y que el nuevo reglamento, por suerte, se tiene que aprobar por mayoría cualificada y no por unanimidad. “Espero que las negociaciones terminen después de las vacaciones de verano, cuando volvamos con la cabeza despejada”, auguró, pues el “PE no va a tolerar desplantes descabellados de ningún Estado miembro ni cosas irrealistas”. Wikstrom recordó que en 2015 el sistema se derrumbó y no funciona. El Consejo de Ministros, el principal primer escollo con el que se topará el nuevo texto, está de acuerdo en que el sistema actual no ha funcionado (y no funcionaba tampoco antes). Para la eurodiputada sueca, el actual convenio “no se ciñe a la realidad del siglo XXI”.

Wikstrom remarcó que “sólo el 2 o el 3% de los solicitantes de asilo han sido sujeto de transferencia en virtud del acuerdo de Dublín”. Por lo que para la política liberal, “el texto está más muerto que muerto. Hay que aprovechar la oportunidad histórica para cambiar la situación sobre el terreno”. En suma, en el futuro, para que funcione se tiene que basar en principios básicos como la “solidaridad, que cada Estado miembro asuma su parte de forma equitativa (no sólo unos pocos valientes), asimismo que se respete la permanencia de las familias o parejas que viajan juntos, que puedan ser reasentados juntos, que los solicitantes reciban buena información y que se proteja a los niños”.

Wikstrom es clara al advertir que se “va a cortar el grifo” a los países desobedientes que no cumplan con la nueva propuesta más ambiciosa y pragmática. Eso sí, la eurodiputada sueca recordó que “la solidaridad no se puede imponer, pero sí integrarla en la legislación”. Preguntada por LA RAZÓN sobre una posible represalia, ella no está a favor de la multa de los 250.000 euros por cada persona no aceptada, “eso no está en mi propuesta”. Wikstrom aboga “por ver cómo se podría ser más eficiente” y lo que plantea es que si no se asume su parte, entonces tampoco habrá solidaridad europea, es decir, los países que incumplan se quedarán sin fondos europeos, no se entregarán o se retendrán. Esto es un aviso para los cuatro países de Visegrado (Eslovaquia, República Checa, Hungría y Polonia), Wikstrom fue muy dura con Eslovaquia, quien durante su presidencia propuso el concepto de solidaridad flexible, es decir ayudar en lo que se quiera con fondos, pero no acogiendo a personas. Al incidir en este tema, la eurodiputada sueca es clara: “Es algo estúpido y no merece estar en el nuevo reglamento, sino en la basura”.

En la misma línea se mostró el presidente del PE, Antonio Tajani. “Los retos exigen respuestas. Si no queremos perder nuestra credibilidad, el Consejo y la Eurocámara deben cumplir con su deber”. Tajani recordó que la “única” institución elegida en las urnas está comprometida en primera línea con la cuestión de los refugiados. Para él “las reglas tienen que ser las mismas para todos y los requisitos para acoger y proteger deben ser iguales para todos los Estados miembros”. El comisario Avramopoulos también fue tajante: "Ya he abierto el procedimiento de infracción contra Hungría y no me satisface nada, pues corresponde a los países defender los tratados, es un postulado legal y jurídico. Es moral defender nuestros valores”.