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Trump hace un guiño a los países musulmanes para tapar el «Rusiagate»

El presidente de EE UU llegó ayer a Riad dentro de su primera gira internacional, donde selló un millonario acuerdo de venta de armas. Mientras tanto, la tormenta política arrecia en Washington con la posible implicación de su yerno Kushner en la trama rusa

Trump fue recibido por el rey Salman bin Abdulaziz a pie de pista, en el aeropuerto Rey Jaled de Riad
Trump fue recibido por el rey Salman bin Abdulaziz a pie de pista, en el aeropuerto Rey Jaled de Riadlarazon

El presidente de EE UU llegó ayer a Riad dentro de su primera gira internacional, donde selló un millonario acuerdo de venta de armas. Mientras tanto, la tormenta política arrecia en Washington con la posible implicación de su yerno Kushner en la trama rusa

Arabia Saudí, Israel y El Vaticano. Parece que Trump quiera buscar su redención en las sedes de las tres religiones monoteístas. El mandatario estadounidense llegó ayer a Riad, la parada inicial de su primera gira internacional dejando atrás escándalos y una fuerte crisis en su Administración con motivo de las conexiones de la Casa Blanca con Rusia. Mientras que la tradición había impuesto hasta ahora que los presidentes eligieran la vecina Canadá o incluso México como primera parada internacional, Trump ha vuelto a romper los moldes. Una decisión que puede ser puesta en cuestión después de que el mandatario la emprendiera contra los saudíes durante su campaña. De ellos dijo que «destruyeron el World Trade Center» y que funcionarios de Riad habían orquestado el ataque del 11-S.

Más aún, en la cruzada personal de Trump contra el islam, resulta cuanto menos llamativo que el magnate viaje a su cuna tras haber tratado de imponer un veto a esta religión prohibiendo la entrada de ciudadanos de seis países de mayoría musulmana, una lista en la que bien es cierto que no estaba incluida Arabia Saudí. «El islam nos odia», llegó a decir antes de ser elegido. Hoy pronunciará ante una audiencia multitudinaria un discurso sobre el islam.

Pero, pese a estas críticas sin piedad del nuevo presidente contra un aliado clave de EE UU, Trump llegó con un arsenal armamentístico en venta y el rey saudí, Salman bin Abdulaziz, le recibió con los brazos abiertos. Ambos sellaron «la paz» con un acuerdo para la venta de aviones, tanques y misiles por valor de 110.000 millones de dólares (98.000 millones de euros). Según Washington, este paquete de equipos y servicios de defensa «apoya la seguridad a largo plazo de Arabia Saudí en la región frente a las amenazas de los iraníes, mientras que refuerza la capacidad del reino para contribuir a las operaciones antiterroristas en toda la región, reduciendo el peso sobre Estados Unidos». Además, apuntaron que estas ventas se enmarcan en cinco categorías: seguridad fronteriza y antiterrorismo, seguridad costera y marítima, modernización de las fuerzas aéreas, defensa aérea y de misiles y, por último, mejoras en ciberseguridad y comunicaciones. Según el diario saudí «Okaz», entre los acuerdos se incluye la construcción en tierras arábigas de 150 helicópteros Black Hawk. «Ha sido un gran día. Con inversiones tremendas para EE UU. Cientos de miles de millones de dólares para Estados Unidos y trabajos, trabajos, trabajos...», dijo Trump, que acudió a Riad acompañado de su esposa Melania.

El capítulo de venta de armas se encuentra enmarcado en un acuerdo más amplio que alcanza los 380.000 millones de dólares (339.000 millones de euros) en el que ambas partes saldrán beneficiadas. Los expertos analizaban ayer la estrategia de Trump tras este despliegue insólito de dólares que ha sido auspiciado por su yerno, Jared Kushner. En primer lugar, con el aumento de inversión armamentística Trump busca aumentar la capacidad de Arabia Saudí para contribuir a operaciones antiterroristas en la región, con lo cual el presidente de Estados Unidos podría reducir su presencia en la zona. También, como es un acuerdo bilateral, los saudíes invertirán en Estados Unidos y Trump defenderá la consiguiente creación de empleo. Por último, su visita a Riad es un claro desafío a Irán, la mayor potencia chií y enemigo íntimo de Arabia Saudí, dos actores que luchan por el control regional.

Y mientras el presidente intenta distanciarse del «Rusiagate» durante su «tourné», sus abogados preparan ya una estrategia en caso de que los demócratas consigan sacar adelante su sueño de un «impeachment» o destitución. Una tarea que no les será sencilla, más aún después de que finalmente el ex director del FBI James Comey haya aceptado intervenir ante el Senado para explicar los pormenores de su despido. Lo que pueda salir de esa declaración preocupa en la Administración Trump, ya que se podría demostrar que el presidente habría intentado obstruir a la Justicia al obligar a Comey a cerrar la investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales. Además, según «The Washington Post», el círculo más íntimo del presidente está bajo investigación. De momento, se desconoce la identidad de un sospechoso principal, pero se apunta a su yerno: Jared Kushner.