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El populismo echa raíces en Perú

Keiko Fujimori vence, pero tendrá que enfrentarse en segunda vuelta a un ex ministro o una izquierdista. Sendero Luminoso tiñe de sangre la jornada con diez muertes en un ataque a un convoy electoral

La candidata presidencial peruana por el partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, saluda a sus seguidores tras votar
La candidata presidencial peruana por el partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, saluda a sus seguidores tras votarlarazon

Keiko Fujimori vence, pero tendrá que enfrentarse en segunda vuelta a un ex ministro o una izquierdista. Sendero Luminoso tiñe de sangre la jornada con siete muertes en un ataque a un convoy electoral

Perú durmió ayer con un ojo clavado al televisor. La candidata presidencial Keiko Fujimori ganó las elecciones celebradas el domingo en Perú, con un 39,46 % de votos, mientras que el exministro Pedro Pablo Kucyznski queda en el segundo lugar con 23,73 %, según datos oficiales cuando se ha escrutado el 66,82 % de las actas. Estos datos, distribuidos por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y todavía provisionales, ratifican que habrá una segunda vuelta el próximo 5 de junio entre Fujimori y Kucyznski, al no haber superado ninguno de ellos el 50 % de votos que exige la ley peruana.

Un porcentaje superior al que arrojaban las encuestas previas y que supone un trampolín hacia la Presidencia de cara a la segunda vuelta del 5 de junio. Un grupo de seguidores celebraron estos datos en el Hotel Meliá de Lima como un triunfo, conscientes de que su candidata se queda más cerca de lo previsto para vencer dentro de dos meses.

Tras conocer los datos del recuento rápido que le daban como ganadora, Keiko Fujimori aseguró hoy que su victoria y la amplia mayoría que las encuestas dan a su partido en el Congreso expresan la voluntad de reconciliación de los peruanos.

"Este nuevo mapa político que se ha dibujado nos muestra claramente que el Perú quiere la reconciliación y que no quiere más peleas", señaló Keiko. En un discurso ofrecido en su sede de campaña, Fujimori deseó que la segunda vuelta, sea una disputa "con ideas, propuestas".

"Tenemos que volver a pisar el acelerador del crecimiento económico para que llegue a las poblaciones más alejadas, mejorar las oportunidades de educación, y sobre todo porque los peruanos queremos paz y tranquilidad", resaltó Fujimori.

Clima de frustración

Los comicios se celebraron ayer en un clima de frustración fruto de un crecimiento económico desigual y el aumento de la inseguridad en los últimos años. Un terreno abonado para el auge del populismo entre una sociedad que, por otra parte, todavía no se ha recuperado del legado autoritario del régimen de Alberto Fujimori (1990-2000), que cumple condena por los crímenes en esa etapa. Las principales candidatas emplearon un discurso demagógico en campaña. A la derecha, la hija del autócrata, Keiko Fujimori (Fuerza Popular), y a la izquierda, Mendoza (Frente Amplio), catapultada al segundo puesto en la recta final de campaña.

Ambas abrieron ayer la jornada, como el resto de candidatos, con el tradicional desayuno televisado, donde destacaron los logros culinarios de su familia y el interés por la cocina. Una escena tan insulsa como la campaña electoral, marcada por discursos demagógicos destinados a aprovechar el hastío de la población hacia el sistema político y encandilar a los numerosos jóvenes votantes.

«Ustedes se sienten abandonados por el Estado. En estos años lo que he hecho es recorrer, ver y sentir lo que sufre el ciudadano de a pie y así hemos elaborado nuestro plan de Gobierno que recoge las problemáticas del Perú olvidado y marginado», pronunciaba Keiko, quien ha tratado –con dudoso éxito– de distanciarse de la herencia de su padre, pero a su vez de mantener la pasión de los sectores populares hacia el fujimorismo. Un doble objetivo que le ha hecho caer en contradicciones. En el último debate televisivo, cerró su intervención mostrando un documento titulado «Compromiso de honor por Perú», donde se comprometía a respetar la Constitución, a diferencia de su progenitor que la tumbó. Un gesto, sin embargo, con tintes de fujimorismo «vintage».

Asimismo, ha empleado mano dura para dar respuesta a las preocupaciones sociales, entre otras, la inseguridad ciudadana que se ha disparado en los últimos años. «Sabemos que la delincuencia ha avanzado y lo que tenemos que evitar es que los jóvenes caigan en la drogadicción y el pandillaje», prometía en su último mitin. En su mensaje de ayer, aprovechó para condenar el asalto el sábado a un convoy electoral por parte del debilitado grupo armado marxista Sendero Luminoso, que dejó diez muertos, ocho militares y dos civiles, además de cinco heridos. «Ante el terrorismo, los peruanos cerramos filas», aseguró Keiko sobre el único incidente destacado, más allá de las largas colas en los colegios.

Por su parte, Mendoza ha hecho lo propio con un estribillo propio del chavismo venezolano. «La gente tiene miedo. Le tiemblan las piernas. Creo que cuando la fortaleza está en la gente, ahí no hay quien te pare. Cuando estamos para defender a los pueblos indígenas, a los estudiantes, eso da fuerza», afirmaba la líder izquierdista, acostumbrada a arengar a su público con gritos de «Kausachum» [Viva, en quechua] o «Sí, se puede», al más puro estilo podemista, apelando a la ilusión y a la esperanza.

Tanto Keiko como Mendoza son jóvenes y madres, y comparten la ambición de presentarse como un nuevo rostro. Ahí terminan las semejanzas. Mientras que Keiko defiende mantener las políticas económicas de intervencionismo sostenido que han caracterizado a los Gobiernos peruanos desde el final de la autocracia de su padre, Mendoza apuesta por la transformación radical: sustitución de la Constitución de 1993, impuesta por Fujimori, endurecimiento de las sanciones por contaminación e incremento de impuestos a las mineras y una generosa inversión social destinada a mujeres, profesores, medicamentos y subida de salarios.

«He sentido durante toda esta campaña que la gente quiere un cambio. Di todo lo mejor de mi parte en estos meses de campaña, con mucha transparencia y la conciencia tranquila por las expectativas generadas en una parte de la población», aseguró ayer Mendoza, defensora de los valores del socialismo del siglo XXI. Perú escogía ayer entre el continuismo o la ruptura, pero todavía bajo la sombra del caudillismo y el populismo.