Terrorismo yihadista

Putin no es de fiar

La Razón
La RazónLa Razón

Pocos días fueron suficientes para que Occidente cambiase su actitud hacia el presidente ruso, Vladimir Putin. De ser un paria que se saltó la legislación internacional, se anexionó Crimea y patrocinó la guerra en el este de Ucrania, de repente pasó a ser en un «valioso aliado» en un nuevo «round» de la guerra contra el terrorismo global. El presidente francés y el primer ministro británico buscan su ayuda en la organización de una operación terrestre cada vez más probable en Siria, como respuesta a a los ataques de París. Sin embargo, todos estos acontecimientos, diría yo, no parecen muy prometedores.

En primer lugar, el mundo fue testigo hace tiempo de una especie de cooperación con los rusos en materia antiterrorista. Ocurrió cuando Putin llamó al presidente Bush en el 11-S y ambos líderes sentían que debían permanecer unidos en la lucha contra Al Qaeda y los talibanes. En ese momento, el presidente ruso estaba utilizando activamente la retórica antiterrorista en el país para consolidar su poder. Así, recibió un amplio apoyo por parte de los ciudadanos rusos por su contundencia contra la insurgencia chechena, ya que él atribuyó, por ejemplo, los atentados de éstos contra edificios en Moscú en 1999 y más tarde se siguió utilizando cada acto de violencia y terrorismo para convertir a Rusia en un Estado más autoritario, para ampliar el poderes de los servicios secretos y limitar las libertades civiles en su país. Putin canceló su alianza con Washington tras la guerra de Irak y tiró por tierra sus esfuerzos de acercamiento a Europa después de la primera revolución del Maidan en Kiev en 2004. Por lo tanto, la «lucha contra el terrorismo global» es para el señor Putin sólo un instrumento para consolidar sus posiciones en casa, nada más.

En segundo lugar, no hay que olvidar que los movimientos de Putin en Siria se produjeron en un momento en que alguno de los puntos de los llamados acuerdos de Minsk debían ser implementados. A finales de año, las fuerzas ucranianas estaban cerca de recuperar el control de la frontera este con Rusia, algo que ahora parece que no vaya a suceder, pues el apoyo ruso a los separatistas no está disminuyendo, y muchos observadores dicen, que el conflicto se está agravando de nuevo. Con el envío de sus tropas a Siria para atacar a las fuerzas anti-Asad, Putin simplemente quería que el tema de Ucrania desapareciera de la agenda pública de Rusia (algo que ha conseguido con éxito) y reconciliarse así con Occidente, para degradar aún más el caso de Ucrania y tratar de suavizar las sanciones occidentales contra Rusia que perjudican la economía doméstica. Como podemos ver en este momento, parece que Putin ha salido exitoso en ambos campos: en la cumbre del G-20 en Antalya, fue recibido como un socio igualitario a los líderes occidentales. Pero, ¿podemos esperar una larga cooperación Occidente-Rusia en Siria? ¿Estarán los rusos preparados para formar una coalición con los europeos y los estadounidenses? ¿Sería posible un mando conjunto? Realmente, lo dudo.

Otra cuestión es que Putin ha apoyado a Asad durante mucho tiempo, haciendo de la guerra siria un conflicto brutal. En cierto modo, él es responsable de la ola de refugiados hacia Europa. Además, el hecho de que 6.000 ciudadanos rusos combatan en las filas Estado Islámico sugiere que Putin no se ha comprometido ningún modo a eliminar el terrorismo sino a expulsar a los terroristas de Rusia sin importarle dónde actúen más tarde. Por otra parte, el hecho de luchar contra los terroristas dentro de su propio país pero no en la guarida exterior de los terroristas, hace a los combatientes del EI más agresivos, como se ha visto en el ataque del avión ruso en el Sinaí. El presidente de Rusia, parece estar dispuesto a sacrificar la vida de sus compatriotas para obtener una excusa para actuar de manera más contundente en Siria y posteriormente, ganarse el respeto entre los líderes occidentales.

Los bombardeos de Sharm el Sheij y los atentados de París no fueron actos de guerra, como el señor Putin y muchos otros líderes mundiales quieren dar a entender. Ambos han sido una muestra de los fallos de seguridad, en Egipto provocados por una brutal espiral de corrupción, así como un exceso de complacencia por las autoridades francesas que han ignorado los avisos que les llegaban desde Alemania, España y Grecia. La situación de emergencia existentes en la actualidad en Europa no es de ningún modo una guerra en la que los europeos necesiten aliados como Putin, ya que éste no tiene un interés real en la lucha contra el terror sino en ganar apoyos «en casa». Los europeos deberían concentrarse en su seguridad interior, y para este objetivo Putin, el conquistador de Chechenia y Crimea, es de poca ayuda.

*Doctor en Economía, invesigador senior en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales en Washington y profesor en la Higher School of Economics de Moscú.