Restringido

Tamara Falcó: «Mi madre siempre se fija en el intelecto»

Isabel Preysler y Tamara Falcó
Isabel Preysler y Tamara Falcólarazon

La hija de Isabel Preysler considera que Vargas Llosa es un hombre muy atractivo. La joven le conoció hace años en Marbella y por recomendación de Boyer leyó «La ciudad y los perros»

Está convencida y así me lo dice: «Mami siempre se enamora del talento». Pocas como ella, acaso su hermana Ana Boyer, para atestiguarlo tras la relación permanente que vive con su madre desde que «la niña Griñón» –otro damnificado– volvió al domicilio materno. Hablé con ella mientras nos cobijaba la enorme jaima que Andic preparó para el desfile inaugural de Mango. Allí empezó esta conversación. No calla, siempre cercana –«así soy yo»–, reconoce. Está encantada con su blog, que ya registra casi cien mil seguidores mensuales.

–Vamos con la familia, que ya sabes que volveréis al primerísimo plano.

Ni siquiera se pone en guardia, es consciente de lo bien que me cae. Es un ejemplo de amabilidad y un ejemplo a seguir por muchas vips llenas de resabios. Le ofrezco un abanico porque hace un calor sofocante.

–Al grano y ya sin rodeos, Tamara, ¿qué te parece Mario Vargas Llosa?

–Me parece un hombre muy atractivo y creo que mami ha acertado nuevamente. En Marbella salían los dos matrimonios, mami y «tío Miguel» y Vargas Llosa y Patricia, cuando veraneaban allí.

–¿Habías leído algo de su obra?

–Sí por recomendación del «tío Miguel». Me sugirió que leyese «La ciudad y los perros», «La tía Julia y el escribidor» y «La fiesta del chivo».

–¿Y «La casa verde», que para mí está entre lo mejorcito?

–Ése no lo conozco–, me dice. Le explico que dio origen al drama teatral «La Chunga», que interpretó magníficamente Nati Mistral. La estrenó hace 27 años. Después la representó con frialdad Aitana Sánchez-Gijón, a quien imaginaron amores con el Nobel, que se convirtió en marqués por Don Juan Carlos. «Te encantará», le dije a Tamara. «Prometo traértelo, no en la primera versión dedicada por Mario, pero sí en una que esté recién salida de la imprenta».

«Gracias, sé que lo harás. Pero no voy a hablar más de Mario Vargas Llosa, entiéndelo», me dijo. Era hora de hacer un cambio de tercio y le pregunté cómo se lleva con sus hermanos mayores, Manolo y Sandra, los que nacieron de la relación de su padre con Jeanine Giraud, aquella mujer iracunda que durante veinte años soportó ser «la otra» de Ramón Mendoza. Luego llegó Naty Abascal y se rompió aquella relación nunca bendecida

«Es buenísima tanto con Manolo como con Sandra. Me ayudaron mucho cuando volví a España y me introdujeron en su grupo de amigos. Apenas conocía a nadie. Les admiro mucho, especialmente a Sandra por cómo está llevando la producción y venta del aceite Griñón. Soy madrina de su tercera hija, Blanca. Antes nacieron Adela y Camila. Con las pequeñas –bueno, ya no tanto– de mi padre y Fátima de la Cierva hablo mucho.

–En la casa materna usáis las marcas Marqués de Griñón, los vinos y los aceites.

–Sí, claro, aunque somos de poco beber. El aceite lo consumimos mucho.

–¿También oyen la música de Julio Iglesias?

–Naturalmente, sobre todo las versiones actualizadas de uno de sus grandes éxitos: «¡Hey!».

–Que así se llamaba su primer dálmata. Se lo regaló Virginia, la estupenda venezolana que le aguantó casi siete años.

–No lo sabía. Creía que estaba dedicada a mi madre. La primera vez que la oí, la llamé y le dije: «Mami, parece que el tío Julio está hablando de ti en esta canción». Ella me lo negó con un «te equivocas, nena, no fue escrita para mí. ¡Estás de broma!». Pero estoy convencida de que se la dedicó a ella.

–¿Qué es lo que más te gusta de tu padre?

–Su enorme corazón. Puede parecer serio, pero es una persona deliciosa No hay otro padre como él.

–¿A quién prefieres a Julio José o a Enrique?

–Depende.

–¿De qué?

–De las circunstancias. Antes era mucho de Julio José, que me protegía bastante de pequeña. Pero desde que existe el WhatsApp ya no llama. Es un comodón. Fuimos muy cómplices, aunque, ahora mismo, lo ha desbancado Enrique. Es el mejor hermano que te puedas imaginar. Y me protege como en tiempos lo hizo Julio José.

–¿Qué me puedes decir del «tío Boyer»?

–Que le hecho mucho de menos. En vacaciones nos enseñaba egiptología. Sabía de todo.

Así me despedí de Tamara, que no deja de asombrarme.