Moda

Muere Azzedine Alaïa, el escultor de la moda

Desaparece el genio de la costura que huía de los «flashes» y del «fashion system»

Creaciones del diseñador tunecino
Creaciones del diseñador tunecinolarazon

Desaparece el genio de la costura que huía de los «flashes» y del «fashion system».

El fallecimiento de Azzedine Alaïa a los 77 años nos ha sorprendido. Como prácticamente todo en su vida, el accidente que tuvo hace unos días se mantuvo prácticamente en secreto hasta este fatal desenlace. Algunos incluso se preguntaban ayer quién era este genio. Alaïa, de origen tunecino, fue uno de los genios más respetados, y eso que era un «rara avis», ya que el misterio formaba parte de su ADN: creía en la moda pero no tanto en el «fashion system».

A pesar de ello, tuvo a todos enamorados: en su famosa cocina se podían sentar desde Naomi Campbell, a la que encumbró, hasta Lady Gaga (es memorable el vestido blanco que lució la cantante en los Oscar de 2015), Julian Schnabel o Madonna. Greta Garbo acudía de incógnito a su estudio para hacerle los encargos. Todos eran fanáticos de este escultor del cuerpo femenino formado con Christian Dior –llegó a su casa el mismo año del fallecimiento del genio–, Guy Laroche y Thierry Mugler. No fue hasta finales de los 70 cuando decidió fundar su propia casa, que presentó sobre la pasarela en 1980. Se alejó siempre de las tendencias buscando esculpir el cuerpo femenino con lycra y fibras muy flexible pegadas al cuerpo para realzar el pecho, la cintura y las caderas insistiendo en la sensualidad de las curvas cual escultura antigua.

El éxito acompañó desde el principio a este hombre de baja estatura que siempre vestía con un traje negro de cuello Mao y que disfrutaba trabajando por la noche con documentales de «National Geographic» de fondo en la televisión. Tuvo París y Nueva York a sus pies, pero nunca perdió la esencia. Mostraba sus colecciones cuando consideraba que tenía algo que contar y parte de la esencia del minimalismo de esa época se la debemos a este genio que tampoco estuvo exento de polémica. Llegó a decir que no le gustaba Karl Lagerfeld porque nunca había tocado unas tijeras, ni Anna Wintour, la todopoderosa directora de «Vogue América»: «¿Quién se acordará de Wintour en la historia de la moda? Nadie», afirmó en 2011.

En ese momento disfrutaba de su segunda etapa de gloria, y es que tras los años 80, en el que fue apodado el «papá» de aquellas supermodelos, parecía que había desaparecido (entonces tuvo mucho que ver la muerte de su hermana, la mujer que le inspiró su amor por la costura). El grupo Prada compró parte de su negocio, algo que no le impidió seguir siendo el alma libre que siempre quiso ser, y tras recuperar el total de las acciones, las vendió en 2007 al grupo Richemont, propietario de Cartier o Montblanc. Con este cambio llegó el perfume y el relanzamiento de Alaïa. El pasado julio mostraba, tras seis años oculto, su última colección de alta costura, que abría Campbell. Decía la publicación «WWD» que si había que esperar otros seis años para ver un desfile como ese, merecía la pena. Por desgracia, ya no habrá más posibilidad de disfrutar con el trabajo de este genio que nos ha dejado como vivió, en silencio.