Grecia

El triunfo del amor

La Razón
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Con este rotundo titular, «¡Hola!» nos ofrece en su portada el anuncio de la boda del príncipe Harry con Meghan Markle. La novia es una actriz americana, divorciada y cuya madre es de color, con lo que la decana de los monarcas mundiales, la Reina Isabel, podrá ser bisabuela de un precioso bebé mulato que ocuparía el séptimo puesto en la lista de posibles heredero a la Corona.

Con esta nueva boda real queda claro que el cambio en las normas y obligaciones que han regido en las casas reales hasta el último tramo del siglo XX ha sido total y que los diez grandes apellidos reales que se han ido entremezclando en los últimos siglos han dejado paso a una mezcla popular.

Poniendo como ejemplo a la Casa Real española, en el siglo XX, don Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia tuvieron siete hijos –Fernando murió al nacer–. El heredero, Alfonso, Príncipe de Asturias, renunció al trono al casarse con una bella cubana, no respetando las leyes que obligaban al heredero a casarse con una igual, persona de sangre real. Lo mismo pasó con Jaime, que también se saltó la norma, por lo cual también firmó su renuncia. Además, en ambos casos se unían a lo anterior enfermedades. Hemofilia, en el caso de don Alfonso; y la condición de sordomudo en el caso de don Jaime. Al igual que en la actual Constitución, el varón tiene preferencia sobre la mujer, con lo que el Principado de Asturias pasó al infante don Juan. Éste se casó con su prima María de Borbón y Orleans y el hijo de ambos, el Rey Juan Carlos, contrajo matrimonio con la princesa Sofía de Grecia.

Hasta ese momento las bodas reales mantenían su ley sobre la sangre real. Algo igual ocurre en el resto de las coronas europeas. Las bodas de los reyes y sus hijos son asuntos de Estado a lo largo de los siglos. Una forma de trabar alianzas, de llegar a acuerdos sobre territorios y herencias. Estas formas se vienen abajo en la Primera Guerra Mundial. Los imperios y reinos del viejo continente se enfrentan siendo los titulares de los mismos parientes. El káiser alemán era nieto de la Reina Victoria, por tanto, sobrino del Rey de Inglaterra; la Zarina Alejandra de Rusia estaba en el mismo caso; a esto hay que añadir que los reyes pierden su poder casi absoluto con el fin del conflicto. Y el cambio de normas empieza su camino.

Una aristócrata española allana el terreno de los matrimonios desiguales –no hay que confundir la aristocracia con la realeza–. Fabiola de Mora y Aragón se casa con Balduino de Bélgica. Eso abre la puerta y en la actualidad no hay ningún consorte real, masculino o femenino, entre reyes y herederos o herederas. El príncipe Harry todavía avanza más en la integración. Mientras las coronas aguanten, bienvenida sea.

En la portada de la citada revista hay una ventana dedicada a la puesta de largo en París de Amina, la hija de Genoveva Casanova y Cayetano Martínez de Irujo. Lo cierto es que la debutante estaba espectacular, el caballero acompañante fue su hermano Luis, igualmente apuesto. Los padres, emocionados, como requería la ocasión. Se han levantado voces calificando estos actos de trasnochados y clasistas. Me parece que es algo intrascendente, una tradición de una clase social que no hace ningún daño. Al contrario, generalmente estos bailes se hacen a favor de alguna obra social. Por lo tanto, a los que no le gusten estas fiestas, con no llevar a sus niñas a una de ellas ya tienen el problema solucionado. Por cierto, el duque de Arjona, que en París llevaba un elegantísimo esmoquin, se presentó en el almuerzo-homenaje celebrado en el hotel Alfonso XIII en honor a José Luis García Palacios, con un vestuario propio de un trabajador del campo. Por lo oído, comentó que como era un homenaje al presidente de la Caja Rural... Vamos, que según esa apreciación los invitados tendrían que haber acudido en tractores y vehículos similares. Lo cierto es que fue el único asistente que no fue con traje y corbata. Curioso en un duque.

Termino este repaso con una frivolidad con guindilla incluida. ¡Atención Nueva York! ¡Terelu acaba de aterrizar en la ciudad ! En la portada de «Diez Minutos» aparece la presentadora con un titular contundente y erótico: «He tenido sexo en un avión». Esto viene a rebufo de las declaraciones que hizo en «Sábado Deluxe», donde la lista de sus amores, pasiones y rollos varios, es inmensa. Sólo falta algún cardenal, el presidente de Corea del Norte o un astronauta. ¡Qué envidia más grande!