Literatura

Literatura

«Cada sociedad tiene una delincuencia concreta»

Rosa Ribas es una de las grandes escritoras españolas de novela policiaca. Su heroína Cornelia Weber-Tejedor regresa a las librerías con «Si no, lo matamos»

Rosa Ribas
Rosa Ribaslarazon

Rosa Ribas es una de las grandes escritoras españolas de novela policiaca gracias a su comisaria Cornelia Weber-Tejedor. Su heroína regresa a

las librerías con «Si no, lo matamos».

Rosa Ribas es una de las grandes escritoras españolas de novela policiaca gracias a su comisaria Cornelia Weber-Tejedor. Su heroína regresa a

las librerías con «Si no, lo matamos».

–Acaba de publicar la cuarta entrega de las andanzas de su personaje la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, «Si no, lo matamos» (Grijalbo). Pero la serie ha cambiado de editorial, hasta el punto que usted dice que ha vivido «catástrofes editoriales». ¿Qué ha pasado?

–Ha pasado de todo. Comencé la serie en Umbriel con mucha ilusión, pero hubo un cambio de editor al que no le interesaba. Las dos siguientes novelas aparecieron en una editorial que empezaba, Viceversa, y quebró con la crisis. La serie, pensada para cinco títulos, quedó muerta y algunos de los libros, después de ser saldados, ahora se venden en Amazon por 300 euros. Tenía la idea para «Si no, lo matamos», pero estaba presente esa sensación que acabaría en un cajón al tratarse de una serie que no podías encontrar en librerías. La suerte fue que al empezar a publicar en Siruela, ellos tienen en el sello DeBolsillo el formato de bolsillo. Les comenté que tenía esta serie y un posible inédito. Así que tuvieron la idea de sacar un ómnibus con los tres primeros títulos en DeBolsillo y el nuevo en Grijalbo. Tengo la sensación de que por fin Cornelia ha llegado a casa.

–¿Esto hace que las cuatro novelas puedan leerse de manera independiente?

–Siempre miro que se puedan leer de manera independiente, tal y como son los casos de Cornelia. Lo que he trabajado mucho es la evolución del personaje desde que empieza en «Entre dos aguas» y hasta aquí. Pasan muchas cosas en su vida familiar y personal, pero procuro que sin desvelar mucho de las novelas anteriores entiendas por qué la protagonistas está donde está.

–¿Por qué el secuestro exprés como uno de los ejes de «Si no, lo matamos»?

–Quería mostrar cómo en cada sociedad hay unas formas de delincuencia concreta. El secuestro exprés lo tenemos muy ligado a sociedades muy peligrosas e inestables, como las de América Latina. Pero de repente vemos que está llegando a Europa. Es decir, hay una globalización de la criminalidad que tiene mucho que ver con el hecho de sufrir una crisis económica, comportando una forma de violencia que no habíamos visto nunca. El secuestro exprés es rápido y violento. Así que me hago la pregunta de qué pasa cuando llega ese delito a Alemania, una sociedad con bienestar económico.

–¿Hasta qué punto exagera las tintas cuando retrata la violencia en la sociedad alemana?

–La idea era en una ciudad como Frankfurt, con barrios acomodados y donde todo es bastante abierto, qué pasa cuando una violencia así llega y coge a gente que se dice que es el primer mundo. También me interesaba mostrar, por la propia comisaria acostumbrada a investigar asesinatos, qué sucede cuando tiene la situación de salvar a una persona. Es todo mucho más tenso porque hay una vida en juego.

–¿Cómo se ve en Alemania que una escritora de fuera escriba sobre ellos?

–Una de las razones del éxito de la serie es que pese a que llevo 25 años viviendo allí, sigo teniendo la perspectiva del que viene de fuera y siempre la tendré. Lo que muestro es cómo percibo Alemania desde cierta distancia, más o menos como hace Cornelia que tiene una parte alemana y otra española. Mira, pero no de manera amarga ni sarcástica. Intento mostrar aspectos que ellos tienen idealizados como la sociedad del bienestar en la que hay cosas que no funcionan. Con el racismo, por ejemplo, por su propio pasado hay una sensibilidad enorme. Lo muestro tal como lo veo.

–Después de 25 años fuera de su país, ¿todavía se siente extranjera en Alemania?

–Es algo que va y viene. Estoy casada con un alemán, habló todo el día en alemán... Me siento muy en casa allí, pero no dejas de ser una persona que viene de fuera. Cuando se te olvida, hay siempre una pregunta muy intencionada que te lo recuerda: «Hablas muy bien alemán, ¿de dónde eres?» Cuando abres la boca hay ese acento que te marca y que te recuerda que no eres de allí. Ser extranjero es una forma de vida con sus pros y sus contras. Te da una perspectiva, pero a veces te cansa. Por eso, me gusta volver. Y aquí, pese a llevar 25 años fuera, me siento muy bien, aunque haya cosas que te pongan de los nervios, pero te acabas acostumbrando. (Risas)