Exposición

Una exposición para reivindicar el periodismo

El Arxiu Històric de la Ciutat ofrece una completa mirada a la historia y el tiempo del «Diario de Barcelona» con documentación original.

La muestra recoge documentación que permite seguir la historia del diario entre 1792 y 2009.
La muestra recoge documentación que permite seguir la historia del diario entre 1792 y 2009.larazon

El Arxiu Històric de la Ciutat ofrece una completa mirada a la historia y el tiempo del «Diario de Barcelona» con documentación original.

El 1 de octubre de 1792 aparecía el primer número de una publicación que se convirtió en testimonio vivo de lo que ha sido la historia de la capital catalana desde esa fecha y hasta 2009. El «Diario de Barcelona» es ahora el protagonista de una interesante exposición que desde ayer puede visitarse en el Arxiu Històric de la Ciutat, una buena ocasión de poder conocer lo que ha sido todo un referente en la Prensa de nuestro país.

Este periódico inició su andadura gracias a un privilegio otorgado por el rey Carlos IV a Pedro Pablo Husson de Lapazaran, un napolitano que vivía en la corte madrileña que quería editar un diario. La iniciativa tuvo incluso el respaldo del Ayuntamiento de Barcelona que le permitió que incluyera el escudo de la ciudad en la cabecera. En 1814, el diario pasó a ser propiedad de Antoni Brusi Mirabent, la saga familiar que estaría durante décadas ligada a la fortuna de un periódico en el que pueden encontrarse datos sorprendentes. Por ejemplo, desde el primer día y hasta 1827, el doctor Francesc Salvà i Campillo, gracias a una maquinaria de invención propia, fue el responsable de unas observaciones meteorológicas, las primeras conocidas de la capital catalana.

La muestra nos permite ver las luces y las sombras del «Diario de Barcelona», como los manuscritos de una de las colaboraciones del poeta Joan Maragall en ese medio, por el que también pasaron Jaume Balmes, Azorín, Cesc, Sempronio o Joan Barril, entre muchos otros. También fue uno de los primeros en incluir la fotografía en sus páginas, como sucedió a partir de 1920 en su portada, una propuesta que se mantuvo hasta 1965.

Tras sobrevivir a la dictadura franquista, el periódico tendió hacia planteamientos aperturistas, pero los lectores no acompañaron al «Diario de Barcelona» que desapareció en junio de 1980, volviendo autogestionado en 1984, aunque sin éxito. El Ayuntamiento de Barcelona acabó comprando la cabecera, con vida irregular, hasta morir en 2009.