Cataluña

EL FINAL ES OPTIMISTA

Que nadie se lleve a engaño, la reforma constitucional tiene límites

La Razón
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Que nadie se lleve a engaño, la reforma constitucional tiene límites

A pesar de los augurios, soy optimista. Me llamarán loco, pero de ningún modo más que Carles Puigdemont y sus cuates. El final solo puede ser uno en un Estado de Derecho, democrático: el poder de la Ley. La disyuntiva independencia o Constitución sólo tiene una vía, la segunda. No sé cuál será el camino para llegar a ello. Recordando al Gallo «lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible». Descartada la sangre, habitual en las conquistas e independencias a lo largo de la Historia de España y de la Humanidad, la legalidad es la solución obligada. Después se podrá hablar y, entre todos, llegar al destino. En ese diálogo incluyo la reforma de la Carta Magna.

¡Ojo! Que nadie se lleve a engaño. ¿Se puede trasladar la soberanía del pueblo español a cada uno de los pueblos de las Autonomías? ¿Alguien está dispuesto a perjudicar los intereses de los ciudadanos de 14 regiones para instaurar los privilegios a los de Cataluña? ¿Se atreverá alguno de estos políticos excéntricos a eliminar el concierto vasco o el amejoramiento del fuero navarro? Lo dudo. Por un lado, no lo consentiríamos los damnificados, tan contribuyentes como cualquiera de los separatistas. Por otro, las consecuencias podrían conducir a un escenario aún más grave que el actual.

Me sorprende los vericuetos tan pesimistas de los analistas, políticos, contertulios y expertos. ¿Complicado? Mucho. Ante esos toros necesitamos los buenos toreros. Evidentemente han de ser otros, muy distintos, los que lidien desde Cataluña. Con elecciones o sin ellas, creámonos optimistas. Se arreglará por más que a algunos no les importe el desastre para todos. Así es la vida.