Iglesia Católica

«La gente no va a los partidos a pedir dinero, va a las parroquias»

«La gente no va a los partidos a pedir dinero, va a las parroquias»
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FERNANDO GIMÉNEZ. El hombre que maneja las cuentas de la Iglesia estuvo de visita en Valencia para explicar a los sacerdotes y seglares el futuro de la financiación de esta institución en España.

–Hace poco tiempo se les acusaba de financiar medios de comunicación de la Iglesia con el 0,7 por ciento que se les destina del IRPF. ¿En qué se gasta esa aportación de los contribuyentes?

–Ese 0,7 por ciento son 250 millones de euros. Desde la Conferencia Episcopal pagamos la seguridad social de todos los sacerdotes de España, enviamos dinero a algunas instituciones educativas y el resto del dinero se manda a las 69 diócesis españolas. Es decir, se dedica a las tres cosas que hace la Iglesia: anunciar el Evangelio, vivir la fe en las 23.000 parroquias que hay en España, y a la actividad educativa, cultural y asistencial. Decir «es que esto financia no se qué cosa», no es verdad. La Iglesia le devuelve a la sociedad muchísimo más de lo que los contribuyentes deciden a través de la asignación tributaria.

–¿Cómo describiría la situación financiera de la Iglesia en este momento?

–La Iglesia no es una empresa, su objetivo no es ganar dinero, sino hacer muchas cosas con lo que tiene. Cuantos más recursos tenemos, más cosas podemos hacer. A día de hoy hay una presencia muy importante en todos los campos de la sociedad, que está permitiendo tener una red de colegios que le ahorran al Estado más de 2.600 millones de euros. Gracias a esa situación los sacerdotes viven honestamente, cobran 800 o 900 euros, viven como un ciudadano medio de este país y se pueden atender todas estas actividades.

–En los últimos años se ha incrementado el número de contribuyentes que marcan la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta. ¿Esperan que se mantenga esta tendencia al alza?

–Año a año se mantiene con tendencia al alza el número de personas que marca la casilla. Los últimos datos nos dicen que nueve millones de contribuyentes marcaron la casilla. Eso deja ver que la Iglesia tiene un papel muy importante. En Valencia más de 380.000 personas marcaron la casilla el año pasado. Estamos sobre todo agradecidos con la gente que sigue confiando en la Iglesia, muchos son gente que ni siquiera va a misa, pero entiende la labor que está realizando la Iglesia a favor de la sociedad.

–¿Es suficiente ese 0,7? ¿Es justo?

–Justo es porque es lo que la Conferencia Episcopal firmó en su día. Yo participé en la reforma del sistema, son las reglas de juego que aceptamos, anteriormente teníamos un mínimo garantizado, ahora no, antes teníamos exenciones de IVA, ahora no... pero son las reglas de juego que entendimos.

–¿Por qué renunciaron a recibir dinero de los Presupuestos?

–Pues porque los acuerdos Iglesia-Estado así lo prevén. Dicen que deben ser los contribuyentes los que decidan. Hace mucho tiempo se decidió que la Iglesia recibiera una asignación, a nosotros nos parece más democrático que decidan los contribuyentes. El que no quiere no marca, y si no marca nadie la Iglesia recibe cero.

–Usted que lleva muchos años en estas tareas, ¿cómo ve la evolución de la relación entre el contribuyente y la Iglesia?

–Los contribuyentes, cuanto más conocen la labor que realiza la Iglesia, más se involucran. Lo peor es cuando uno no cuenta nada. En el momento en que hemos salido a la calle y hemos contado que el patrimonio de la Iglesia está suponiendo el dos por ciento del PIB, que la Iglesia tiene abiertos 9.000 centros asistenciales, donde pasan más de cuatro millones de personas cada día, donde estamos hablando de los millones de niños que son educados en la Iglesia, la gente se da cuenta de que es algo importante y que contribuye a la sociedad.

–¿Cómo han repercutido estos últimos años de crisis en las cuentas de la Iglesia?

–Con menos recursos ha habido que hacer muchas más cosas. Si uno coge los datos de la actividad asistencial de la Iglesia en los últimos seis años, se puede ver que se ha multiplicado, porque la gente no va a la puerta de los partidos políticos a pedir dinero, va a la parroquia de al lado de casa. Es una labor importantísima. Yo espero que si las circunstancias económicas mejoran en España podamos destinar recursos a otras cosas o a atender mejor a todos los necesitados.

–¿Están preocupados de cara a la elección del nuevo Gobierno?

–Está mal que lo diga, pero no. La Iglesia no es un «lobby» de poder, tiene que mantener relaciones de colaboración con todo el mundo y lo va a seguir haciendo. Se sentará a hablar con quien tenga que hablar porque ese es el papel de la Iglesia, no tenemos ninguna preocupación.

–Entonces los cambios de gobiernos autonómicos que se produjeron el año pasado, ¿no han tenido ninguna repercusión para la institución eclesiástica?

–Hay gobiernos con los que se puede trabajar mejor y otros con los que se puede trabajar peor. Evidentemente si alguien quiere imponer una religión laica o quiere reducir la Iglesia a la sacristía..., ese no es nuestro papel. Cuando hay esas tentaciones la Iglesia lo tiene que decir, pero con lealtad, porque está hablando en pro de algo muy importante que es la libertad religiosa. La Iglesia tiene que defender el derecho de todos los ciudadanos a poder expresar sus convicciones públicamente. Si alguno quiere poner cortapisas a eso, la Iglesia lo tiene que decir.

–Desde el Vaticano, ¿qué directrices llegan en cuanto a los asuntos económicos?

–No se recibe ninguna, si hacemos algo mal nos lo dice, pero normalmente no suele ocurrir. Yo tengo buena comunicación con el área económica del Vaticano, y ellos siguen las relaciones Iglesia-Estado y de momento están satisfechos con cómo vamos.