Villaverde

«Pensé que me iban a amputar un dedo»

El dueño de un estanco de Villaverde, atracado ayer, denuncia la inseguridad del barrio.

Ya le habían atracado dos veces
Ya le habían atracado dos veceslarazon

El dueño de un estanco de Villaverde, atracado ayer, denuncia la inseguridad del barrio.

«Tengo 44 años, llevo aquí toda la vida y fíjate cómo será ya la situación que me estoy planteando irme ahora». Francisco Ramón Bazaga es propietario de un estanco en el barrio de San Andrés, distrito de Villaverde, y a eso de las 7:30 horas de ayer tenía la afilada hoja de un machete de 30 centímetros posada en el cuello. Tres encapuchados entraron al local, situado en el número 2 de la calle Pedro Jiménez, y le exigieron todo el dinero en efectivo que tuviera escondido. «Justo acababa de abrir y entró el primer cliente. Entraron directamente dentro del mostrador y uno de ellos me dobló el brazo, me empujó contra el mostrador y me puso el cuchillo sobre el cuello. Era un machete de esos como de la selva».

Dice que no sintió muchos nervios porque ya lo ha vivido más veces –«tener un estanco en Villaverde es peligroso», aclara–, pero sí se le pasó por la cabeza que acabaran agrediéndole al no obtener el dinero que esperaban. «Hubo un momento en el que pensé que me iban a amputar un dedo. A algún compañero se lo han hecho porque no se creían que no hubiera más dinero», explica Francisco, que sólo les escuchó hablar cuando le pedían el dinero. «¡El dinero, el dinero! ¡Esto es poco!», le gritaban.

Afortunadamente, a Francisco le creyeron y le robaron unos 500 euros y todos los cartones de tabaco que tenía. «Apenas duró tres minutos pero les dio tiempo a todo. El tabaco lo iban echando en sacos de plástico y se fueron en un coche que los esperaba en la puerta». Se trata de un Seat Ibiza negro con placa DWN que no aparecía como sustraído, según fuentes policiales, por lo que podría ser de alguno de los tres implicados. «El que me retuvo mientras los otros dos robaban parecía dominicano; los otros, españoles». Tendrían entre 25 y 30 años y medían en torno a los 170 centímetros de altura.

Aunque tiene imágenes de los atracadores captadas por las cámaras de videovigilancia que tuvo que instalar, a la Policía le será complicado identificarlos porque habían cubierto sus rostros. «Llevaban pasamontañas, bragas, gorras: iban bien tapados».

Lo que es seguro es que habían estudiado los horarios de Francisco, que suele abrir el estanco antes que el resto de comercios de la zona. «Conocían el local y el horario porque entraron nada más abrir. Gracias a mi hermana, que vio lo que pasaba desde fuera porque justo iba a entrar ella también a trabajar, y a otra vecina, que vio desde fuera lo que pasaba, llamaron a la Policía». Los agentes no tardaron mucho en llegar pero, aun así, «no pueden hacer nada». Y es que Francisco denuncia la inseguridad que sufren los comerciantes de la zona. Ya le han atracado dos veces, los últimos años y «en los últimos cuatro meses he tenido dos intentos de butrón». El cuarto de contadores del portal de al lado es donde los delincuentes han hecho el agujero para acceder a su establecimiento.

«En 2013 ya me vaciaron el estanco entero», confiesa el propietario de un negocio que comenzó su abuelo hace 56 años y desde hace 26 lo lleva él. Francisco tiene claro quiénes son los receptadores del botín. «Aunque esto sea una “barrio malo” no ha sido gente de aquí. Son mafias que roban para vendérselo a los chinos, y ellos lo colocan enseguida en el mercado negro».

Con respecto a la seguridad en al zona, se muestra resignado. «Hay dos patrullas para seis barrios. La Policía poco puede hacer. Esto es peligroso. Yo cambio cada día el itinerario para ir al banco. Hacer eso aquí no es algo raro».

Francisco confiesa que, cuando abra hoy el local (ayer por la tarde ya lo hizo, a pesar del susto), seguramente mire atrás antes de abrir el cerrojo.