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Las Trinitarias celebran el último funeral de Cervantes

Las Trinitarias celebran el último funeral de Cervantes
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Las monjas de clausura, que custodian sus huesos desde hace 399 años, dieron su último adiós ayer al escritor tras el traslado a su nueva ubicación, que descubre hoy Botella

El 23 de abril de 1616 Cervantes recibió sepultura en el Convento de las Trinitarias de la capital en un entierro sencillo al que acudieron pocas personas. «Estoy muy sin dineros», había dejado escrito meses antes. Ayer, 399 años después, la historia se repitió y el convento volvió a celebrar un funeral en honor al padre de «El Quijote». Sólo nueve personas, además de las religiosas de clausura que viven allí, fueron testigos de la ceremonia. La misa se celebró sólo un día antes de que la alcaldesa Ana Botella presida el acto en el que se descubrirá el monumento funerario instalado en la iglesia y en el que se depositarán los restos del escritor hallados durante los trabajos forenses y arqueológicos desarrollados en el último año.

El lugar elegido para instalar los restos de Cervantes y los de las otras 15 personas halladas junto al escritor en la cripta subterránea ha sido el extremo sur de la iglesia, en sustitución de una imagen de San Antonio de Padua. En la pared, todo aquel que desee honrar al escritor se encontrará con una lápida sencilla de grandes dimensiones en la que se lee la inscripción: «Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra 1547-1616», acompañada de un fragmento de la dedicatoria de «Los trabajos de Persiles y Segismunda», la última novela de Cervantes, que acabó de escribir apenas cuatro días antes de morir: «El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir».

La elección del texto ha sido realizada por la Real Academia Española. Bajo la lápida, se encuentra el espacio que se ha habilitado para depositar las tres cajas con la reducción de los huesos de las 16 personas halladas en la fosa 32 de la cripta. A todos ellos rindió ayer homenaje el sacerdote Jorge López Teulón, que ofició la misa: además de Cervantes, su viuda Catalina de Salazar, Francisco de Villafaña, Juana López, Francisco Martínez, Francisco de Santiago, María Gaitán, Gabriel Martínez, María Gutiérrez, Francisco Marín, María de Padilla y seis niños sin nombre.

Las tres urnas con sus restos estuvieron presentes en el funeral de ayer, aunque todavía en la zona de clausura, tras la verja que separa el altar del lugar desde el que las monjas trinitarias presencian la eucaristía. Entre los asistentes al funeral estuvo el historiador y responsable de los archivos municipales Francisco José Marín Perellón, cuyo papel fue fundamental en la última fase de la búsqueda de Cervantes. López Teulón quiso homenajear a los difuntos con los versos de Martín Descalzo: «Morir sólo es morir, morir se acaba, es cruzar una puerta a la deriva y buscar lo que tanto se buscaba: la paz, la luz, la casa». En el acto institucional de hoy, Cervantes será honrado como un hombre de armas. Botella depositará la corona de laurel precedida por dos soldados del Ejército de Tierra, mientras suena el himno militar «La muerte no es el final». La ceremonia comenzará a las 11:00 horas. Botella llegará acompañada por el delegado en funciones de Las Artes, Pedro Corral. En el acto también perticiparán el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva; el general jefe de la Subdirección de Patrimonio e Historia-Cultural del Instituto de Historia y Cultura Militar, Antonio Nadal, y el vicario de Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid, Joaquín Martín Abad.

También participarán los investigadores que han desarrollado los trabajos de búsqueda en estos meses, cronistas de la Villa y miembros de la corporación saliente. Botella descubrirá la placa e, inmediatamente después, darán comienzo las intervenciones. Como cierre a este acto, sonará el himno nacional. Será el último gran acto de Ana Botella como alcaldesa de la capital. No es ni mucho menos casual ya que, desde su equipo, esta ceremonia es de gran importancia y, de hecho, se percibe como «la culminación de uno de los más importantes proyectos culturales en los que se ha embarcado la ciudad de Madrid».