Tribunales

Buscando el «oremus»

La Razón
La RazónLa Razón

Hemos perdido el «oremus». Como país, como sociedad, como grupo civilizado, España va camino de la estulticia total.

Y lo más chusco no son esos consejeros de comunidad autónoma o alcaldes, que reescriben el lenguaje para no usar palabras como «padre», «madre» o «hijo».

Lo tremendo son esos jueces que, además de permitirse la osadía de «legislar» con sus autos apelando a la «voluntad del pueblo», y un sistema que produce con regularidad sentencias desquiciadas. No hay criterio, ni proporcionalidad. El pasado febrero, el TSJ de la Comunidad Valenciana condenó a 13 años de prisión a Correa, Crespo y El Bigotes, por el amaño de los contratos del pabellón valenciano en Fitur entre 2005 y 2009. En la sentencia de 558 páginas se dice que los cabecillas de la Gürtel facturaron a la Administración Pública 1.772.636,08 euros, lo que les reportó «un beneficio ilegal de 523.906». No hubo político o periodista que no aplaudiera la draconiana pena que se impuso a los caraduras, pero vamos a comparar.

El pasado 6 de junio, la Audiencia de Málaga condenó a siete años de prisión a un turista de nacionalidad lituana por asesinar a su esposa, a la que estranguló en un hotel de Ronda. La víctima, que había pimplado lo suyo con el homicida, dejó tres huérfanos. Este 21 de junio, la Audiencia Provincial de Zaragoza absolvió a Mercedes G. S. del delito de asesinato en grado de tentativa y la castigó con una multa de 720 euros, estimando que la mujer, acusada de intentar estrangular al bebé al que tenía a su cuidado, «se arrepintió y no consumó el crimen» al ver que la criatura estaba morada y ya no respiraba. A la paisana, también se le impone orden de alejamiento: durante tres años tiene prohibido acercarse al bebé o a su familia. Podrá, eso sí, seguir trabajando como niñera o cuidadora en otros domicilios. El fallo tiene antecedentes. En 2003, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a un año y seis meses de cárcel a Cinthia Wendy C. E, niñera de origen boliviano, quien para acabar con los llantos de la pequeña de 21 meses a la que cuidaba, puso una almohada sobre su cara y apretó hasta que se calló. Valoraron los magistrados que no hubiera consumado el crimen, porque dio marcha atrás en el último segundo, a pesar de lo cual tuvo que pagar 3.000 de indemnización a los padres de la criatura. Miren, comparen y si son capaces de descubrir alguna lógica en la serie que acabo de enumerar, mándeme Whatsapp.