Cataluña

Elecciones catalanas

La Razón
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El 16 de febrero de 1936 el Frente Popular ganaba las elecciones generales de la Segunda República Española y daba fin a un gobierno interino, conocido como el Bienio Negro. La polarización y la conflictividad social posterior fue determinante para la explosión violenta de julio de 1936 con el golpe de estado de los militares africanistas que desembocaría en dictadura y represión. El detonante de la explosión violenta de nuestra guerra civil se germinó en Cataluña dos años antes, cuando el 6 de octubre del 34 el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamó la frustrada República Catalana, que no obtuvo apoyo de las fuerzas de izquierda del resto de España y terminó como una ópera bufa en la que los protagonistas huyeron por las cloacas y el posterior encarcelamiento de los líderes más significativos del golpe de estado separatista, que serían liberados tras la victoria del frente popular.

La formación de la alianza de izquierdas en Cataluña se llevó a cabo de manera particular, con Lluís Companys en la prisión, y con su partido, ERC desde la clandestinidad, promoviendo una alianza de 9 partidos y el sindicato agrario líder entre los campesinos catalanes. El espectro ideológico de la coalición separatista de 1936 iba desde los postulados marxistas ortodoxos y heterodoxos hasta la socialdemocracia centrista, representada por las ramas catalanas de partidos españoles, con una amplia horquilla ideológica y el apoyo explícito de las organizaciones más radicales y revolucionarias, que no promovieron ninguna campaña abstencionista como había hecho durante las elecciones del 1933, y el sindicato anarquista, la CNT, viendo la oportunidad de destruir al viejo estado español. Las elecciones de 1936 en Catalunya, como en el resto de España, se vivieron con gran polarización con dos bandos definidos. Sin embargo, las llamadas fuerzas no separatistas, el «Front català d´Ordre», fueron incapaces de crear una alianza y un entusiasmo tan poderoso como lo hizo el bloque de izquierdas y nacionalista, siendo derrotados por la coalición separatista con un porcentaje del 41% al 59%. Companys fue reelegido presidente, los consejeros de la Generalitat restituidos y se restablecieron las leyes que expropiaban las tierras a los propietarios. El desastre se aceleró.

Trágicos sucesos acaecidos hace más de 80 años, pero que guardan similitudes con los acontecimientos actuales que vivimos en la tranquila tierra catalana. Un presidente golpista a la fuga, movilizaciones masivas, gobierno separatista encarcelado, empresas que se fugan y temor de caos económico y social, elecciones en unas semanas y un bloque constitucionalista desarbolado y enfrentado frente a un proyecto separatista que ha demostrado solidez. Demasiadas coincidencias para no sentir vértigo y temor. El próximo 21 de diciembre de 2017 nos jugamos muchas cosas en Catalunya entre ellas el futuro de España, y serán un punto de inflexión importante al que deberemos enfrentarnos con inteligencia. Aprendamos de la historia para no repetirla y que el «seny» retorne a la sociedad catalana.