Albert Rivera

España, en la encrucijada

La Razón
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La sociedad española afronta este domingo unas elecciones decisivas que se celebran, además, bajo la inquietante sombra del Brexit. La victoria de los euroescépticos el jueves es un duro golpe a la credibilidad de la Unión Europea. El impacto en las Bolsas, con unas caídas espectaculares, refleja fielmente las consecuencias que tendrá la decisión del Reino Unido de abandonar la UE. A estas alturas es imposible cuantificar el coste económico, social y político que tendrá, porque estamos ante un divorcio que perjudica profundamente a las dos partes. El pasado jueves me preguntaba Antonio García Ferreras en el programa Al Rojo Vivo qué votaría si fuera británico y le dije que como español hubiera votado en contra pero si fuera inglés sería a favor. No fue casual que dijera “inglés”, porque el comportamiento ha sido diferente en Escocia e Irlanda del Norte. Estaba convencido de la victoria del Brexit y Cameron, aunque ha anunciado su renuncia como primer ministro, ha actuado con una irresponsabilidad inconmensurable. Era absurdo convocar un referéndum y aún más si existía el riesgo de perderlo. Mi convicción sobre la victoria de los que querían que el Reino Unido abandonara la Unión se basaba en la historia de esa gran nación y el carácter inglés. Este resultado hace más importante, si cabe, la convocatoria de este domingo, porque no podemos arriesgarnos a que salga un gobierno populista. Las turbulencias que vivirá Europa hacen necesario que España cuente con un gobierno centrado, liderado por Rajoy, que es un político serio y experimentado, que cuente con un amplio soporte parlamentario. Ahora más que nunca hay que apelar a la responsabilidad socialista, porque no podemos afrontar unas terceras elecciones o un experimento de frente popular. No tengo ninguna duda de que mi voto, como es público, será para Rajoy, pero es también el resultado de una reflexión sobre lo que es mejor para España y su futuro. No quiero que se ponga en riesgo el ciclo de recuperación económica y regresemos a una crisis que conduciría, irreversiblemente, a la intervención. La política errática de Albert Rivera y Ciudadanos no me ha gustado. Entendí que pudiera apoyar a Sánchez, aunque fue un ejercicio tan estéril como partidista del líder socialista cuando decidió presentarse a la investidura. Lo que me resultó inexplicable es que Rivera mantuviera el pacto tras el fracaso bochornoso en el debate. Era la oportunidad de romper, pero prefirió unir su suerte durante las siguientes semanas. Los votantes tienen ahora la oportunidad de elegir entre un gobierno de centro derecha o uno de izquierda radical liderado por Podemos. Creo sinceramente que lo mejor para España es que el PP saque un buen resultado y Rajoy pueda vertebrar un gobierno. Por ello, en muchas circunscripciones es mejor no votar a Ciudadanos y optar por el voto útil, como espero que haga mucha gente, por el bien de los que queremos que España siga progresando en la buena dirección.