PSOE

Habas contadas

La Razón
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El tiempo pasa endiabladamente deprisa, en un abrir y cerrar de ojos ha transcurrido casi la mitad de la legislatura para los ayuntamientos y la mayoría de comunidades autónomas. Si no se produce un anticipo de las elecciones generales, en un par de años la tensión electoral volverá a la actualidad política y los dirigentes de los partidos nacionales pasarán, nuevamente, su particular prueba de fuego. De momento, los únicos carteles resueltos definitivamente son los de los nuevos partidos, cuyos líderes han conseguido vencer las resistencias internas, con más o menos dificultades.

La victoria electoral del PP el 26-J tendrá sus consecuencias a medio plazo. El Sr. Mariano Rajoy ha demostrado sobradamente su capacidad para deshacerse de oponentes en su partido y, aunque eso le consolida como líder absoluto del Partido Popular, también representa un hándicap para los populares que traerá importantes costes electorales. Algunos defienden que no debería haber sido candidato en 2016 porque su nivel de desgaste era suficientemente elevado como para que se hubiera producido la sucesión. Sin embargo, una operación así hubiese sido poco rentable para los populares, suponiendo en la práctica un reconocimiento tácito de fracaso en la gestión, ratificando los argumentos vertidos por los adversarios en las urnas. De la misma manera, cuando el presidente José Luis Rodríguez Zapatero no fue el candidato en el año 2011, el PSOE dejó a sus electores vacíos de razones para defender la gestión socialista. Al entonces líder le recomendaron hacer eso para «llevarse consigo» el deterioro electoral. Grave torpeza: a él le empujaron, pero el desgaste quedó.

Sin embargo, la situación del Sr. Rajoy y del PP, una vez superadas las pasadas elecciones, ha cambiado. Seguir al frente del partido tendría consecuencias negativas, porque va a tener que competir con perfiles muy difíciles para él y lastrado de demasiados años de erosión a sus espaldas. En el PSOE ya queda menos para despejar el ruido. Quienes conocen bien la organización saben que las incertidumbres son más mediáticas que reales y que cada candidatura tiene un origen y un objetivo diferente. El Sr. Patxi López y su núcleo de confianza, los parlamentarios Óscar López, Rafael Simancas y César Luena, cometieron un error de cálculo al creerse que el Sr. Pedro Sánchez renunciaría a presentar su propia candidatura en favor de su antigua persona de confianza. Sin embargo, el Sr. Sánchez no está dispuesto a perdonar lo que interpreta como una traición de aquellos que le aconsejaron dejar su acta de diputado para volver a la política nacional, inmaculado, defendiendo el «no es no» sin tener que dar lugar a votar abstención. Está convencido de que, en realidad, le dibujaron ese escenario sólo para quitarse de en medio un obstáculo.

La reacción del ex líder del PSOE ha obligado al Sr. López a redirigir su estrategia. Ahora su objetivo es obtener más votos que el Sr. Sánchez para poder negociar, el día después de las primarias, con la candidatura vencedora, es decir, con la que aún no se ha formalizado públicamente, pero que es tan segura como que hay día. Faltan meses de mucho mensaje en informativos, de movimientos tácticos, de alimentar el morbo que lleva consigo cualquier proceso interno del PSOE, pero en lo fundamental, no habrá sorpresas.

Si el ex lendakari queda segundo, negociará su propio lugar en el futuro del PSOE. Si queda tercero, también lo intentará. Pero en todo caso, las habas están muy contadas.