Restringido

Las grullas

La Razón
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Llegan en grandes bandadas a finales de octubre y primeros de noviembre. Forman en el cielo la característica uve. Las grullas avisan de su paso cantando el monótono cru-cru-cru. Vienen de las frías tierras del norte de Europa, camino de África y de las cálidas dehesas del sur. Y tienen desde siempre sus lugares de parada junto a humedales, cerca de encinares y barbecheras del interior, donde encuentran viático para continuar el largo viaje. En las mesetas son aves de paso. Uno de estos sitios de descanso es la laguna de El Hito, en Cuenca. Nunca podían imaginarse hasta ahora que ellas iban a ser mal recibidas por las gentes del pueblo, tan cercanas a la Naturaleza. Pero de pronto, hemos sabido que en Villar de Cañas empiezan a odiar a las grullas casi tanto como al nuevo presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, que nada más tomar posesión del cargo con la ayuda de Podemos, ha tenido la ocurrencia de intentar frenar en seco la construcción del silo nuclear, destinado a albergar los residuos nucleares de España y a dar trabajo a la comarca, poniendo como pretexto a las inocentes grullas. La protección de las grullas, siempre encomiable, se impone a la voluntad de los vecinos, en una decisión dudosamente democrática. ¿Por qué no promueve Podemos, tan partidario de la democracia directa, en Villar de Cañas un referéndum sobre el particular? Para evitar el silo y romper los planes del Gobierno, don Emiliano decide proteger como espacio natural un secarral de 25.000 hectáreas. Es la guerra, que bien puede llamarse la guerra de las grullas. Los vecinos ponen el grito en el cielo, que es por donde acostumbran a pasar las grullas. El alcalde, recogiendo el sentir general, no ha podido ser más claro: «¡Estamos hartos de las grullas! ¡Veinticinco mil hectáreas para una bandada de grullas que viene quince días al año!». Y el Gobierno, para frenar a Page, tira de Boletín Oficial. Así están las cosas. Cuando pase el verano, las grullas –cru-cru-cru– volverán a cruzar altas y formarán pacíficamente en el cielo la uve de la victoria, mientras abajo se construye el silo nuclear.