Andalucía

Nostalgia de la facul

La Razón
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El empeño de la diputada Rodríguez por reproducir en la vida real esas asambleas tan divertidas que protagonizaba en la «uni», con dolorosas consecuencias para el mobiliario barroco incluidas, acabará por dinamitar a Podemos. Los «anticapis» de Tere confundieron en su juventud la revolución con el pandemónium y protagonizaron cierto estrambote vandálico del que se libró por poco de ser empitonada. Será que el edificio de la Real Fábrica de Tabacos merecía la ira de la vanguardia obrera, precisamente, por real y por fábrica. La eterna alianza explotadora de la monarquía y la patronal... Tres lustros han transcurrido para demostrar que el tiempo pasa para todos los cuerpos, sin duda, pero algunas mentalidades permanecen estáticas, suspendidas en las vivencias adolescentes. Así, ella: si Susana Díaz le impusiese la estrategia, no se atrevería a llegar tan lejos en su minuciosa desactivación del partido como una alternativa real de izquierdas. Que es lo que sucederá si prospera su ocurrencia de volver a los tiempos asamblearios de Podemos, cuando ni siquiera eran un organización, sino una pandilla de cuatro piojosos y el de la flauta. La política, y no te encargo nada la responsabilidad de gobierno, es imposible de ejercer en una jaula de grillos. Si en su vida anterior hubiese dado clases en lugar de dedicarse a la agit-prop sindical, TR habría aprendido que el establecimiento de la autoridad es el primer paso para el funcionamiento de cualquier organización humana. Cuando ha quedado claro quién manda (el profesor en la escuela, el jefe en la oficina, los progenitores en casa...), se puede empezar a hablar de todo lo demás. La dialéctica entre Errejón e Iglesias es exclusivamente una lucha de poder, pero esta pobre todavía no se ha enterado.