José María Marco

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La Razón
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La función de los títeres con su pancarta proetarra y la atmósfera general de vulgaridad y antisistema que se va instalando en las manifestaciones «culturales» de los ayuntamientos gobernados por Podemos y afines, con el apoyo del PSOE, deberían suscitar la alarma ante lo que está ocurriendo. Actos como éste –y mucho más graves– se vienen sucediendo en el País Vasco y en Navarra. Se queman banderas, se cuelgan efigies de guardias civiles... a veces con la participación de niños. Han sido denunciados por analistas como Javier Lesaca, instituciones como Covite y algunos medios de comunicación sin que, aún así, hayan recibido una respuesta firme. Y como se ha dejado que la brutalidad se trivialice en zonas enteras de nuestro país, la marea –nunca mejor dicho– avanza.

Y seguirá avanzando, porque la respuesta no puede venir sólo de la indignación de una parte de la opinión y de los medios de comunicación. Tampoco basta con la presentación de querellas, sin duda justificadas, como la que el grupo popular del Ayuntamiento de Madrid presentó el pasado sábado. Es necesario algo más serio y consistente, que es una respuesta cívica y política que sólo puede venir de los partidos dispuestos a asumir el liderazgo en defensa de la Monarquía parlamentaria y la Constitución.

Hasta hace poco tiempo se podía decir, sin el menor exceso melodramático, que el sistema democrático español se sustentaba sobre un solo partido, que es el Partido Popular. Ahora se le ha añadido Ciudadanos, pero la propia aparición de Ciudadanos es síntoma de lo ocurrido en el PP, que ha tendido a abandonar la defensa argumentada de la vida civilizada ante la barbarie que se nos viene encima. Es muy posible que si eso se hubiera hecho, ahora el PP no estaría a la defensiva y aislado. Así es como se ha dejado perder el centro y como ahora, paradójicamente, el PP es percibido como un partido de derechas, cuando sus votantes y sus militantes son naturalmente, y de modo muy reflexivo, de centro, gente moderada y prudente, la sufrida y despreciada clase media española. La actitud del PP tampoco ha frenado la movilización de los enemigos de las sociedades abiertas, como se comprueba cada día, y no va a salvar la recuperación económica, como también se está viendo en la gestión de las autonomías y los ayuntamientos de izquierdas. El deterioro de la situación del Partido Popular es el deterioro de la situación española.