Alfonso Ussía

«Todos somos Bob Esponja»

La Razón
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La arriesgada y valiente decisión del Ayuntamiento de Manresa de prohibir el uso del «Tampax» a las nenas y las donas de Cataluña, también tiene sus inconvenientes. La propuesta viene de Podemos y de sus ramificaciones feministas. Se ofrece una solución harto inteligente. Sustituir los «Tampax» por esponjas marinas. Creí en un primer momento que la solución de Podemos enardecería de indignación a los ecologistas «sandía», a los militantes de PACMA y a las feministas con carné, pero el silencio ha sido abrumador.

En Cataluña, según el censo de 2016, viven 7.396.991 habitantes, incluyendo a Ada Colau. De ellos, al menos la mitad son mujeres, es decir, más o menos, 3.695.000 mujeres entre nenas y donas, incluyendo asimismo a Ada Colau. Sea supuesto que de ellas, al menos 2.500.000 están en edad de ser visitadas mensualmente por el tío de América. Son cuatro los días que dura la visita del tío. Es decir, que cada mes, las nenas y las donas de Cataluña, incluida Ada Colau, precisan de diez millones de esponjas marinas –siempre que usen una sola esponja por día–, para mantener en un nivel de higiene aceptable la zona situada en el entrepernil. Ciento veinte millones de esponjas marinas al año. El litoral de Cataluña, se va a quedar sin esponjas marinas, completamente desesponjado, abandonado de «spongias» latinas, ese animal espongiario formado por fibras córneas entrecruzadas en todas direcciones y cuyo conjunto constituye una masa elástica llena de huecos y agujeros que por su porosidad, elasticidad y suavidad absorbe fácilmente los líquidos. La esponja no es discreta en sus sonidos. Una mujer, en pleno período de renovación usuaria de «Tampax» se sienta, y nada sucede. De llevar una esponja marina, al sentarse haría «ppssufff», y podría hasta expulsar algún pececillo de los que se ocultan para evitar el peligro en sus hospitalarios agujeros. Creo que el ayuntamiento de Manresa y los de Podemos no han meditado con la profundidad que se requiere estos inevitables inconvenientes. Entre los pececillos puede hallarse «Nemo», lo que supondría una tragedia.

Pero hay algo más grave. Además de convertir los fondos del litoral catalán en un desierto húmedo, sin esponjas y sin peces, también hay que considerar el desahucio al que van a ser sometidos Bob Esponja y sus amigos. Bob Esponja está amenazado y corre peligro de muerte. Los niños jamás perdonarían a Podemos un final tan tremendo para su héroe. Me he permitido encargar cien mil pegatinas con el mensaje «Todos somos Bob Esponja», con el fin de intentar que los de Podemos de Manresa recapaciten. Porque no sólo peligraría la vida de Bob Esponja, sino también las de Patricio, Calamardo, el Señor Cangrejo y Plancton, y el Señor Cangrejo se vería obligado a clausurar su restaurante, Patricio y Bob Esponja perderían sus puestos de trabajo, y a Calamardo le sobrevendría un hondo e incurable episodio de depresión. Tan sólo sobreviría Plancton, ese piojo marino perverso que se adaptaría a cualquier circunstancia.

«Todos somos Bob Esponja». El movimiento está en marcha, y tenemos la esperanza de que sumen a su noble objetivo todos los actores y actrices que han firmado el manifiesto a favor de Podemos. Porque en este caso, no pueden estar de acuerdo con su partido político, que pretende la exterminación de la esponja marina en Cataluña y la persecución y desahucio de Bob Esponja y sus amigos del litoral catalán. Además, que las esponjas marinas abultan una barbaridad además de hacer «ppssuuff» cuando sienten la mínima presión.

Y en el mar, al menos, lo que sueltan es agua.

Ya lo sabéis, marranazos. «Todos somos Bob Esponja».