Una estrategia eficaz contra la desinformación

La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, alertó el jueves durante su brillante intervención en el foro «LA RAZÓN de...» sobre los peligros para la democracia de la nueva estrategia de la desinformación dirigida a manipular las conciencias y a modificar la propia percepción de la realidad de sus destinatarios, además de la desaparición de las barreras de protección frente a esas prácticas maliciosas. Recordar ahora la influencias de esa maquinaria de intoxicación en los casos del Brexit, del terrorismo yihadista o de la propia crisis catalana sirve para tomar conciencia de la magnitud de la amenaza a la que las democracias occidentales se enfrentan. Nos parece, por tanto, una respuesta adecuada y lógica que la Estrategia de Seguridad Nacional, aprobada ayer por el Consejo de Ministros, contemple por primera vez el crecimiento de los ciberataques y las operaciones de manipulación de la información como instrumento para lograr la desestabilización y lograr «la polarización de la opinión pública». Sin duda, que el Ejecutivo enfatice el riesgo que supone para la nación es el paso imprescindible para poner los medios que neutralicen a estos nuevos enemigos de la libertad. Y, en ese sentido, tenía mucha razón la ministra Cospedal cuando alentaba en LA RAZÓN la responsabilidad de los medios de comunicación serios como garantía del rigor imprescindible ante la desinformación criminal.