M. Hernández Sánchez-Barba

John Henry Newman

Estaba convencido de que en la Inglaterra del siglo XIX había muchas interacciones de índole emotiva y social para la conversión de un protestante al catolicismo

La Razón
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En una tribuna anterior se estableció el significado profundo de la Inglaterra victoriana; entre quienes compusieron este movimiento figuraba el más famoso de los convertidos al catolicismo. John Henry Newman nació en Londres en 1801, se matriculó en Oxford en 1816, fue profesor y preceptor de Oriel College y se adhirió a la Iglesia católica en 1845. Se ordenó sacerdote y fundó el Oratorio de San Felipe Neri. Designado Cardenal de la Iglesia en 1879, murió en 1890.

La conversión religiosa es un fenómeno personal profundo que ha sido estudiado al menos por tres escritores ilustres: el Padre Severino Lamping, franciscano alemán, que escribió «Antología de las Conversiones»; el acreditado religioso francés Padre Penido, que intentó hacer una clasificación que resultó ofrecida en tres espacios: conversiones rítmicas, divididas en «súbitas» y «lentas», con ejemplos específicos en Paul Claudel, literato, y Henry Bergson, filósofo, y en «exógenas» y «endógenas», en las que el proceso es interno. La acción original de las endógenas de proceso interior señala como ejemplo indiscutible a John Henry Newman.

El historiador español Jesús Pabón y Suárez de Urbina trató la cuestión en un artículo de gran enjundia, prudentemente titulado «Introducción al estudio de la conversión en el mundo contemporáneo», donde hace importantes puntualizaciones y señala cómo en el magisterio filosófico tres nombres son suficiente para reflexionar sobre la conversión: Bergson, en Francia; Leonardo Coimbra, en Portugal; y García Morente, en España. Pero en tres aproximaciones al fondo histórico del problema, el profesor Pabón, en un recorrido por las clasificaciones efectuadas durante la historia contemporánea, concluye en destacar a Newman como el ejemplo más representativo de una conversión en un ambiente histórico como el de la nación inglesa, centrada durante toda su historia «in profundis» en una cuestión según la cual la verdadera unidad de la Iglesia y de las creencias religiosas era absolutamente imprescindible investigarla en una «vía media». En principio, el «movimiento de Oxford», del que Newman fue figurada destacada, es una vía media, y en el que tuvo una existencia más bien ideal antes que real. Lo cual constituyó siempre un motivo de preocupación que se convirtió en duda cuando, hacia 1840, descubrió el paralelismo entre los monofisitas y el anglicanismo; si los primeros aceptaban las conclusiones del Concilio de Calcedonia, eran herejes y si eran herejes, ¿cómo no lo iban a ser los anglicanos? Simultáneamente, un artículo del Cardenal Wiseman establecía una frontericidad entre los anglicanos y los «donatistas».

Convencido de que en la Inglaterra del siglo XIX había muchas interacciones de índole emotiva y social para la conversión de un protestante al catolicismo, Newman mantenía muchas reservas respecto a ciertas prácticas de piedad de la Iglesia católica, pero la predisposición a su aproximación al catolicismo se aprecia cuando para expresar su posición escribe el «Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana». Dos días después de su publicación, el 9 de octubre de 1845, fue recibido en la Iglesia católica por el pasionista italiano Domingo Barberi, que influyó eficaz y profundamente en su conversión. Persuadido por el Cardenal Wiseman, se preparó para el sacerdocio, ordenándose en Roma en 1847. A su regreso a Inglaterra fundó Birmingham Oratory, donde transcurrió el resto de su vida.

En 1854 fue designado rector de la Universidad Católica de Dublín. A ello se debe su gran libro «Naturaleza y panorama de la educación universitaria», que se convirtió en un tratado clásico respecto a la materia. En 1864 se publicó su obra maestra «Apología pro vita sua», una magnífica defensa de su posición como sacerdote católico explicando cuál fue su camino hasta ese estado, en respuesta a la crítica que le hizo el clérigo anglicano Kingsley. Rodeado de un círculo de secularización y descreimiento, trató en la «Gramática de asentamiento» (1870) sobre los tipos diferentes de creencias y su relación con la razón. El Pontífice León XIII le hizo Cardenal, reconocimiento a su ortodoxia católica que había sido puesta en duda desde su conversión, de modo principal por el Arzobispo de Westminster, primado de Inglaterra, que veía en él un vanguardista y avanzado en la doctrina, impidiéndole regresar a enseñar en Oxford. El honor del cardenalato conferido concluyó que los choques entre él y Manning sólo correspondían a un conflicto de personalidades.

En un momento en que en el siglo XIX muchos sabios creyeron observar un mundo puramente mecánico y el «Origen de las especies» de Darwin pareció quebrantar las teorías bíblicas creando la ilusión de que habían descubierto a través de la evolución leyes precisas del mundo material, y que en el Parlamento se enfrentaban los dos colosos del liberalismo y del conservadurismo representados por Gladstone y Disraeli, Newman fue un foco espiritual potente que ni siquiera el triunfo de Dickens pudo impedir.