Crítica de libros

Para Beverly, a quien tanto he querido

Para Beverly, a quien tanto he querido
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«El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos», decía Oscar Wilde y todos hemos podido comprobarlo en alguna ocasión. John Berger (Londres, 1926) perdió a su esposa, Beverly, en julio de 2013. Un mes después, escuchando el «Rondó nº 2 para piano» de Beethoven, sintió que volvía por primera vez y durante nueve minutos «fuiste ese rondó, o ese rondó se convirtió en ti». John y su hijo Yves escriben e ilustran con sus dibujos y alguna fotografía esta elegía que encauza su pena para hacerla llegar hasta el lector y hablarle de los cuarenta años de vida que compartieron, de los pequeños detalles que hacían a Beverly única, de los objetos cotidianos que mejor la representaban y ahora inspiran ternura, de su inteligencia, de su apoyo constante al hijo y al marido, sin escatimar los detalles más íntimos de los difíciles últimos días.

Berger ve las repeticiones y los estribillos de su vida en común y los convierte en una sola obra que transmite lo esencial, ese inusual privilegio de compartir toda una vida y todo en una vida: «Nos sosteníamos el uno al otro con todas nuestras fuerzas». John Berger, uno de los autores más prolíficos e influyentes de nuestra época, merecedor de los más prestigiosos premios, desnuda sus sentimientos en una elegía que muestra su talento literario, pero sobre todo desprende dolor, ternura y melancolía en su continuo diálogo con la esposa que vuelve a través de la música y a la que dedica frases que son versos de amor: «La belleza de tu valentía te acompañó hasta el final. Y, desafiando al tiempo, se ha quedado con nosotros. Llena el silencio».