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Obama se replantea el embargo a Cuba antes de recibir al Papa

Barack Obama da la bienvenida al Papa Francisco a su llegada a Washington
Barack Obama da la bienvenida al Papa Francisco a su llegada a Washingtonlarazon

El presidente de EE UU y Francisco se reúnen hoy en la Casa Blanca.

El presidente estadounidense, Barack Obama, podría regalar al Papa Francisco un gesto de gran valor simbólico dirigido a Cuba, con el que manifiesta su sintonía con la cultura del diálogo y de la reconciliación que tanto defiende Jorge Mario Bergoglio. Horas antes de que el obispo de Roma aterrizase ayer en Washington tras completar su visita a la isla caribeña, el Gobierno estadounidense filtró que estaría dispuesto a abstenerse en la votación anual de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre la resolución presentada por La Habana para exigir el fin del embargo.

Con esta decisión, Obama presionaría al Congreso, donde su partido no tiene la mayoría, para que levante todas las restricciones comerciales y económicas que Washington mantiene con La Habana. Tanto san Juan Pablo II como Benedicto XVI pidieron el fin del bloqueo durante sus visitas a Cuba en 1998 y 2012. Al ser preguntado sobre este asunto durante su entrevista con los periodistas que le acompañaron ayer en el vuelo papal, Francisco, que ejerció de mediador entre ambos países para que retomaran sus relaciones diplomáticas, manifestó su deseo de que «se llegue a un acuerdo que satisfaga a las dos partes», pero descartó que vaya a hablar de ello en su discurso en el Congreso.

Habrá que esperar al mes que viene, cuando está prevista la votación en Naciones Unidas, para saber si finalmente la Casa Blanca confirma esta nueva postura, adelantada por cuatro funcionarios estadounidenses a la agencia AP con la condición de mantener el anonimato. Sería una situación insólita, pues un país se abstendría en esta sede internacional de defender sus supuestos intereses. La eventual abstención ha provocado las esperadas críticas furibundas por parte de los republicanos.

Estas mociones se han venido celebrando anualmente en Naciones Unidas con un resultado cada vez más negativo para Washington. El año pasado hubo 188 votos en contra del embargo y sólo dos a favor, los de Estados Unidos e Israel. En su encuentro con Obama en el Vaticano en marzo de 2014, Francisco insistió en que la principal potencia del mundo sólo mejoraría sus relaciones con el resto de países si normalizaba la situación con Cuba, para lo que resultaba imprescindible acabar con el bloqueo. Desveló el contenido de aquella conversación el cardenal Jorge Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana.

La filtración sobre la eventual abstención en la moción de la ONU se produjo el mismo día en que entraban en vigor las medidas adoptadas por Obama para facilitar los intercambios empresariales, los viajes, las telecomunicaciones, la banca y el envío de remesas entre ambos países. El líder demócrata desmontó así parte del embargo: no puede acabar con él de forma completa pues ese asunto es competencia del Congreso, dominado por la oposición republicana.

El uso del diálogo como herramienta para alcanzar la reconciliación y superar los problemas estará a buen seguro presente en la conversación que Francisco mantendrá hoy con Obama en la Casa Blanca. Además de la relación con Cuba, sobre la mesa hay otros asuntos de interés, como el cambio climático, la crisis de los refugiados en Oriente Medio o la situación de la libertad religiosa en Estados Unidos. Esta última estaría amenazada, según los obispos, por el intento de la administración Obama de que se practiquen abortos en clínicas médicas católicas.

A la misma hora de la conversación entre el presidente y el Pontífice, el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, acompañado por otros miembros de la diplomacia vaticana, se reunirá con altos funcionarios estadounidenses. «Los temas más espinosos no se tratarán en el Despacho Oval, sino en esta otra reunión», vaticinó Stephen Schneck, politólogo de la Universidad Católica de América, donde Francisco presidirá hoy la canonización del beato Junípero Serra.

Antes de volar hacia Washington, el Papa ofició su tercera y última misa pública de su visita a la mayor de las Antillas en el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de todos los cubanos, situado en la ciudad oriental de Santiago de Cuba. En la Eucaristía estuvo presente el presidente, Raúl Castro, quien ha acompañado al Papa en las tres etapas de su viaje por la isla (La Habana, Holguín y Santiago), participando en las tres misas presididas por Bergoglio.

Manteniendo el estilo suave y sin apenas menciones políticas directas que ha mostrado durante los cuatro días de visita a este país latinoamericano, Francisco dijo en su homilía en Santiago de Cuba que «nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre compasión y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás». Antes citó la exhortación apostólica, «Evangelii Gaudium», donde expone una suerte de programa de su pontificado, para decir que «cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño». «Generación tras generación, día tras día», aseguró, estamos «invitados a renovar nuestra fe. Somos invitados a vivir la revolución de la ternura como María, Madre de la Caridad. Somos invitados a ‘‘salir de casa’’ a tener los ojos y el corazón abierto a los demás».

Insistiendo en su idea de que la comunidad cristiana siempre debe vivir de puertas hacia afuera, pidió que el papel de la Iglesia sea «tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación». En Cuba los católicos llevan años llevando a la práctica sus palabras, como prueba el papel de mediador entre el Gobierno y la oposición que están llevando a cabo muchos de ellos. «Nuestra fe nos saca de casa para visitar al enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que ríe, alegrarse con las alegrías de los vecinos. Como María, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad», insistió Francisco.

Antes de embarcar en el avión y volar hacia Washington, hubo tiempo para un encuentro con familias cubanas celebrado en la catedral de Santiago de Cuba. Francisco les dijo que la institución familiar es una «escuela de humanidad, que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros». «Estamos en familia. Y cuando uno está en familia se siente en casa», afirmó el Pontífice, agradeciendo a los cubanos que le hubieran hecho sentirse «como en casa».