Iglesia Católica

Juan José Aguirre: «El Papa demuestra valor porque va a un avispero»

Juan José Aguirre. Obispo de Bangassou (República Centroafricana)

Juan José Aguirre
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Juan José Aguirre (Córdoba, 1954) lleva 35 años en República Centroafricana, los últimos 15 como obispo de Bangassou. Se considera uno más de los 13.000 misioneros españoles repartidos por el mundo, aunque lleva a cabo su ministerio en una zona de alto riesgo. Bangassou, donde vive y trabaja, es hoy el único lugar pacificado del país, sumido en una guerra civil. Espera que la próxima visita del Papa Francisco ayude a resolver el conflicto y a devolverlo al foco informativo internacional.

–¿Qué supone para los centroafricanos esta visita papal?

–La gente va a recibir al Papa con una gran alegría. Sólo con su presencia ya aliviará el conflicto. Cuando hable, le escucharan todos: musulmanes, protestantes, católicos, sectas... Ojalá el Papa nos ayude a salir de la violencia y odio en el que está sumido el país. En tres años, hemos retrocedido diez en desarrollo.

–¿Qué país se va a encontrar el Pontífice?

–Un país dividido en tres. El norte está en manos de los seleka, musulmanes radicales; el oeste lo controlan los antibalaka, no musulmanes que luchan contra los seleka y que incluso atacan a musulmanes moderados. La capital, por su parte, está dividida en barrios. Allí es a donde va ir el Papa. Va a llegar a un avispero, pero tiene mucho valor. En cualquier caso, estará muy bien protegido por las fuerzas francesas y de los diferentes países enviados por la ONU. En la parte de Bangassou, musulmanes y no musulmanes vivimos en paz en más de año y medio.

–¿Escuchará los tiros de la noche de Bangui?

–Sin ninguna duda. En la capital hay tiros todas las noches, pero creo que la gente violenta y armada va a quedarse tranquila con la llegada del Papa. Es tal el respeto que se le tiene que va a haber calma. Va a haber bajada de armas para escuchar al Papa lo que tiene que decir. Necesitamos alguien que nos saque de esta situación y él puede hacerlo.

–¿Marcará esta visita el futuro del país centroafricano?

–Sí. El Papa se va a encontrar con las autoridades civiles y militares y luego va a ver a la gente más pobre, a la juventud, a los misioneros y terminará con una misa multitudinaria en Bangui con representación de todo el país. Esa misa puede tener una gran cantidad de gestos de reconciliación que desemboquen en un proceso que nos lleve hacia la paz.

-¿Pondrá el Papa a este país en el foco informativo mundial?

-Hay muchos países que intervienen en el país y mueven sus hilos; ojalá se produzca una foto a un gesto que ayude a sacarnos de donde estamos.

La foto del niño en la playa nos puso sobre la mesa el problema que se vive en Siria, cuando la guerra lleva nada menos que varios años.

Recuerdo el 5 de diciembre de 2013, cuando llegaron los antibalaka a la capital. Yo estaba allí. Me tuve que esconder en un barrio y esperar a que una tanqueta del ejército me llevara a la catedral. Sólo ese día murieron 3.000 personas pero pasó desapercibido. Desde el vehículo militar vi una imagen que si la hubiese fotografiado un periodista hubiese tenido el mismo efecto que la foto del niño en la playa. Vi a una mamá con un niño en el suelo delante de la puerta de la Parroquia Nuestra Señora de África y vi cómo aquella mamá había caído por una ráfaga de metralleta junto a su hijo, los dos en el suelo, con rigor mortis, los dos en un charco de sangre negra, los dos todavía cogidos de la mano. Hubiese sido un icono que hubiese despertado al mundo de su indiferencia. Centroáfrica tiene 600.000 refugiados en las frontera del Chad y del Congo, la mayor parte musulmanes moderados que huyen de los violentos. Supera en número a lo que sucede hoy en Europa, pero pasa desapercibido.

-¿Cómo han sido sus encuentro con Francisco para preparar el viaje?

- Te encuentras con el padre Jorge que se paseaba por las periferias de Buenos Aires. Esa cercanía te hace estar a gusto. Te escucha y al hablarle te das cuenta de que sabe de los problemas que tenemos. Ojalá nos ayude a salir del pozo en el que vivimos.

-Será un viaje intenso y con mucho trabajo para la iglesia local. ¿Cómo está de salud tras el infarto que sufrió en mayo?

-Tengo el corazón al 50%, por lo que debo tomarme las cosas con más calma. Espero que el Vaticano me nombre un obispo auxiliar para que pueda descargar en el parte de mi trabajo.

-¿No se ha planteado volver a España?

-Los misioneros somos los últimos en apagar la luz o, mejor dicho, nunca la apagamos del todo. Cuando llegaron los seleka a Bangassou, donde yo vivo, las ONG se fueron todas hacia la frontera. Nos quedamos allí sólo los misioneros y un chico suizo de Cruz Roja Internacional. Nos quedamos con la gente, que nos necesitaba.

-Toda esta labor y dedicación ha sido recogida por el cineasta Javier Santamaría en un documental titulado “El Corazón de África”.

-Javier vino para unas pocas semanas y se quedó conmigo cuatro meses. Todo lo que ayude a dar a conocer la realidad de la población que sufre en Centroáfrica y los proyectos que estamos llevando a cabo es muy positivo. Todo está en www.elcorazondeafrica.com